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El 1 de agosto de 1937 tenían una cita en París para celebrar juntos el 27 cumpleaños de ella antes de que él se marchara a China. Pero ella nunca llegó. Si cambiamos París por Nueva York, bien podría ser el argumento de «Tú y yo». Pero ella no era Deborah Kerr, sino Gerda Taro, y él era Robert Capa y no Cary Grant. Nuestra historia no fue de ficción, sino real. Una historia romántica, de amor, guerra, pasión por la vida y por la fotografía, y muerte.
Hoy se conmemora el centenario del nacimiento de Gerda Taro. Su verdadero nombre era Gerta Pohorylle. Nació el 1 de agosto de 1910 en Stuttgart. Se crió en Leipzig. Siempre fue muy moderna: le gustaba fumar, la danza, el tenis... Huyendo del nazismo, esta joven judía llega a París en el 33. Trabajó como «Au pair » y mecanógrafa de un psicoanalista. En 1934 conoce a un joven fotógrafo húngaro, también judío, André Friedmann —nombre real de Robert Capa—, tres años menor que ella. Le cambiaría la vida. Los dos son guapos, seductores, ambiciosos... Quieren conquistar París y el mundo. Ella le enseña a Capa a vestir como un dandi. Él le enseña fotografía. Viajan juntos a España, en el 36, para cubrir la Guerra Civil. Pero, ¿quién era en realidad Gerda Taro? Su resurrección comenzó en 1994, cuando la investigadora alemana Irme Shaber publicó una exhaustiva biografía. La aparición de la «maleta mexicana», con unos 300 originales suyos, acabó de resucitarla. Hoy se codea de tú a tú con Capa en exposiciones, como la que podemos visitar este verano en el Círculo de Bellas Artes.
Siempre que se habla de Taro se la asocia a Capa (la amante de Capa, la compañera de Capa...) ¿Robert Capa la anuló como fotógrafa y como mujer? Hablamos con tres personas que saben mucho de Gerda Taro, pues han escrito libros sobre ella.
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GERDA TARO |
Uno de ellos es François Maspero, autor de «Gerda Taro, la sombra de una fotógrafa» (La Fábrica): «Ella prácticamente había desaparecido de la historia de la fotografía. Aparecía sobre todo en las biografías de Capa y con un gran número de errores. Hoy, Gerda Taro ya no es una sombra, ni la suya ni la de Capa. Pero su recuerdo permaneció en la sombra durante más de 60 años».
Susana Fortes, autora de «Esperando a Robert Capa» (Planeta), cree que era «una pareja muy complementaria. Ella era muy espabilada, un lince, la ideóloga de la pareja. La idea de crear el personaje Robert Capa fue suya. Se convirtió en su mánager en cierta manera. Él le enseñó a hacer fotos (era una esponja, lo absorbía todo), pero ella le enseñó todo lo demás. Estaban enamorados hasta las trancas, al tiempo que hay una rivalidad profesional entre ellos. Ella fue una mujer valiente, capaz de defender su profesión contra sus propios sentimientos. Esa modernidad me fascina de ella». Comenzó a interesarse por Gerda Taro cuando apareció la «maleta mexicana». «Algunas fotos suyas inéditas aparecieron en prensa —recuerda Susana Fortes—. Me llamó la atención una de ella en la cama, en pijama, con el pelo corto. Es muy tierna. Parece un niño. Me hizo preguntarme: ¿Quién es esa mujer?»
Fernando Olmeda, autor de «Gerda Taro, fotógrafa de guerra» (Debate), apunta que «quien sabía de fotografía era él, fue él quien la moldea. Pero en la relación era ella quien llevaba la iniciativa. El éxito de ambos fue un golpe maestro, genial, por parte de ella. Se hizo a sí misma, juega a diosa creadora y se inventa a Robert Capa».
Gerda Taro «arriesgó más de la cuenta, siempre al límite buscando la foto definitiva», añade Olmeda. El destino quiso que sobreviviera a la batalla de Brunete y que en la retirada el coche en el que viajaba sufriera un accidente. Un tanque le reventó las entrañas. Fue el 25 de julio de 1937. La trasladan a un hospital en El Escorial, la operan, pero, tras agonizar durante horas, muere la madrugada del día 26. Cuentan que había pedido un cigarrillo y que había preguntado por sus cámaras.
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Gerda Taro tras un miliciano |
Murió con las botas puestas, en «acto de servicio». Capa falleció, en 1953, tras pisar una mina en Indochina. Murieron dos grandes fotógrafos. Nacieron sus leyendas.
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