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Mostrando las entradas para la consulta CHARLES COURTNEY CURRAN ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
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sábado, 15 de abril de 2017

CHARLES COURTNEY CURRAN Y MIS DESVARÍOS

Vacío mi mente, me libero de las formas. Como el agua. Pongo agua en una botella y seré la botella. La pongo en una tetera y seré la tetera. El agua puede fluir o puede golpear. Lo tengo claro, soy agua.





¿Por qué me empeño en medir el tiempo cuando no puedo controlarlo o reiniciarlo a mi antojo? El paso de los años me hace reflexionar, desvariar, recordándome que de forma inevitable, lo que soy desaparecerá. La edad es una estadística terrible que nos cataloga y encajona dentro de la sociedad, obligándonos a cumplir con lo establecido según el escalón en el que nos encontremos. ¿Si?
Hoy, de la mano de la obra de Charles Courtney Curran, (pintor americano, 1861-1942), desvariemos sobre el discurrir inclemente de la vida y disfrutemos de la inmortalidad de los momentos que viven eternamente en sus cuadros.






Cuando era joven sentía que era capar de esperar que mis sueños se cumplieran. Todo es posible si de verdad crees en ello. Me comía el mundo, literalmente.






Luego, sin que las pasiones se serenasen, me di cuenta de que mis pies se volvían cemento y me costaba traspasar una puerta o tumbarme al sol. Decepción quizá, melancolía tal vez, por lo que no pudo ser y no fue. Y eso se empieza a dibujar en el horizonte que veo a través de mi balcón, las responsabilidades adquiridas son prioridad, eso creía, y compruebo con estupor que mis ojos también se convirtieron en cemento.





Y logro entender las consecuencias de mis acciones, esas que me alejan o acercan a sentirme relativamente feliz. Paranoia por la certidumbre, pesar por reconocerlo cuando ya no es útil. Anclada de pies y ojos por una negrura incalculable. 




Aunque pienso que aún ahora, hoy, es útil definir ciertas líneas, también creo que es fundamental no ponerles límites, mantener las puertas y el corazón abiertos, desapegados de ideas fijas, de normas o conceptos. Para dejar espacio a la sorpresa, a los cambios, a la alegría o a la tristeza, a lo que deba venir. Si no lo hago, me arriesgo a apagar lámparas, a marchitar flores, a secar ríos o a romper las cuerdas del arpa. 

Como decía Rabindranath Tagore:


¿Por qué está apagada la lámpara?

La envolví en mi manto para protegerla del viento;

por eso se ha apagado la lámpara.

¿Por qué se ha marchitado la flor?

La oprimí contra mi corazón con inquietud y amor;

por eso se ha marchitado la flor.

¿Por qué se ha secado el río?

Levanté un dique en él para que sólo me sirviera a mi;

por eso se ha secado el río.

¿Por qué se ha roto la cuerda del arpa?

Intenté arrancarle una nota demasiado alta para su teclado,

por eso se rompió la cuerda del arpa.


Olvidaré las estadísticas odiosas, no hay tiempo de reclamación, intentaré pintar en mi cara la más bella y emocionante obra de arte. 























Charles Courtney Curran, nacido en Hartford, Estados Unidos en 1861, a los 20 años parte a Ohio y estudia durante un año en la Escuela de Diseño de Cincinnati, marcha luego a Nueva York donde se matricula en la National Academy of Design. En Paris estudia de 1888 a 1902, sus obras son expuestas en muchos museos de los Estados Unidos, conocido como el pintor de las flores y jardines.




*.- Entrada que publiqué en marzo del 2012 y que actualizo hoy, mis desvaríos siguen en el mismo tono.


viernes, 31 de julio de 2015

LO AJENO - CELIA GÓMEZ

Charles Courtney Curran (1935)


lo ajeno

el mar llama y yo escucho
quizás la total tristeza de la noche y sus habitantes,
quizás el corazón de un extraño.
contemplo lo ajeno y lo deshojo como una flor
que vuelve a nacer de su propia ausencia.

la sed me arrastra entre ecos nocturnos
en una incesante búsqueda de las visiones lejanas,
siluetas y metamorfosis de los gatos al amanecer.
pero el corazón está vacío.

mi cuerpo se derrumba de anhelo;
me he perdido en esta soledad cotidiana,
vagando sin rumbo por páramos de incertidumbre
al igual que un animal salvaje
dispuesto a abalanzarse sobre cualquier sangre,
un animal herido, un animal abandonado de la mano de dios.

no duraré mucho en este hogar de silentes huesos,
entre paredes que me aprisionan
en el recuerdo de las caricias que escapaban de nuestras pestañas.
pero ya no sé, de tu pecho rasgado, de tu voz soñada, ya no sé.

la quietud me invade como un metal en su último bosquejo;

sí, yo soy la palabra no pronunciada, la viruta de óxido
desprendida del olvido. ¿qué haré?
con estas ansias de salir del mapa, de saltar sobre nieve virgen,
de correr bajo la sombra
de las nubes éternelles. qué haré con esto.


© Celia Gómez, julio 2012


domingo, 17 de mayo de 2015

MUJERES CON SOMBRILLA - SILVIO RODRIGUEZ, PABLO NERUDA, BENEDETTI, BÉCQUER ...

Pierre-Auguste Renoir


Desnuda Y Con Sombrilla - Silvio Rodriguez


Tú sentada en una silla
yo de pie con expresión de lord
tu desnuda y con sombrilla
yo vestido pero con calor.

Tú besando tus rodillas
yo discreto pero sin rubor
tú creando maravillas
yo soñándome esquimal sin sol.

Tú con un ritmo tan lento
buscando un alimento
frotado con alcohol.
Yo de pronto ensimismado
mirándote alelado
colmada de licor.

Tú ardiente y sin capilla
yo quitándome el sombrero alón
tú dispuesta la vajilla
yo al filo de mi pantalón.

Yo a punto del delirio
extraigo un solo cirio
que poso ante tu flor.
Tú susurrando un misterio
de un no sé qué venéreo
me das un protector.


MARIO CAVAGLIERI


Una Mujer Desnuda y En Lo Oscuro - Mario Benedetti


Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda


Lluis Masriera i Rosé
August Macke

Raoul Dufy
Henri Lebasque


Fabio Hurtado


Mujeres - Silvio Rodriguez


Me estremeció una muchacha
hija de aquel feroz continente
que se marcho de sus casa
para otra de toda la gente.


Me han estremecido un montón de mujeres
mujeres de fuego, mujeres de nieve.
Pero lo que me ha estremecido
hasta perder casi el sentido,
lo que a mi mas me ha estremecido
son tus ojitos, mi hija
son tus ojitos divinos (..)



Claude Monet
ARISTIDE MAILLOL
CECILIO PLA Y GALLARO
Charlotte Livingston
Chagall


Bella - Pablo Neruda


Bella,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.

Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.


Ernst Ludwig Kirchner
Federico Zandomeneghi

Francisco de Goya

Guy Orlando Rose.

Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.

Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.

Henri Matisse

John Singer Sargent

Karl Albert Buehr
Paul Signac

Raúl Cañestro


Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.

Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.


ROBERT DELAUNAY

Toulouse-Lautrec

Robert Lewis Reid


Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.


Georges-Pierre Seurat

IPOLIT STRAMBU


Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre.


William John Hennessy

Richard Edward Miller.

LOUIS ANQUETIN


Rima XXXIX - Gustavo Adolfo Bécquer


¿A qué me lo decís? Lo sé: es mudable,
es altanera y vana y caprichosa;
antes que el sentimiento de su alma,
brotará el agua de la estéril roca.

Sé que en su corazón, nido de sierpes,
no hay una fibra que al amor responda;
que es una estatua inanimada..., pero...
¡es tan hermosa!



Charles Courtney Curran