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Mostrando las entradas para la consulta EL AMOR LÉSBICO EN EL ARTE ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
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lunes, 26 de marzo de 2012

EL AMOR LÉSBICO EN LA HISTORIA DEL ARTE

Julio Romero de Torres, Más allá del pecado, 1915


La representación de la mujer en el arte o en las obras de arte han sido sujetas a la visión masculina y más específicamente las de las parejas de mujeres, las lesbianas han sido representadas más para el morbo masculino que para el placer de la mujer, obviamente se repite el ciclo del arte hecho por el hombre, a su gusto y a su único propósito.



Charles Victor Thirion (1833 – 1878), "dos amigas"


Leda y el Cisne.
Francois Boucher (1703-1770)

Camille Liausu, Las dos amigas

Leo Putz (1869-1940)


El amor lésbico y su representación han sido representados con cierta ambigüedad y da pie a invariables o subjetivas interpretaciones, tal como es el caso de las figuras que apelan a la mitología, como Diosas guerreras o como las imágenes de amigas o hermanas que intimidan con purísima inocencia, no obstante estamos frente a un velo impuesto por los pintores y sus historiadores y en ciertos casos el puritanismo de los mismos espectadores se niegan a ver la realidad de la obra. 


Muchas de las obras creadas en el Renacimiento sobre Diosas griegas y romanas están cargadas de una fuerte libertad sexual donde el amor lésbico es su protagonista. 




Leonor Fini



Francis Luis Mora, 1912

El Rapto de Europa.
El Veronés (1528-1588)

León Kroll, Las dos amigas


Las dos amigas, Paul Delvaux, 1946



La rubia y la morena, Francis Picabia




Sin título.
Gerda Wegener. (1886-1940)



Dos amigas, Kees van Dongen


Diana Cazadora.
Francois Boucher. (1703-1770)





Albert Laurens


Anders Zorn


Félix Valloton


Marie Borovieff


La representación de la mujer se remonta a la prehistoria. Desde que los humanos descubrieron el poder del trazo, de la línea y del color, comenzó el periplo de la imagen femenina, el cuerpo femenino se hizo objeto de deseo, pero siempre bajo la mirada y la perspectiva masculina; en ese sentido la Historia del Arte ha forjado la representación de la mujer y su realidad siempre desde la masculinidad. 

La mujer en el arte es una visión del hombre, su representación que es mucha, están silenciadas por la ejecución del macho patriarcal y las pocas mujeres que tuvieron la valentía de pintar su cuerpo y sus realidades estuvieron atadas por los convencionalismos y directrices de un mundo hecho por el hombre. 




Albert Marquet, las dos amigas



La obra de arte, o mejor dicho una obra de arte no es un elemento neutral e inocente, una obra de arte es un poderoso instrumento de ideología, una obra de arte es un testimonio cargado del pensamiento que refleja su época y habla muchísimas veces, por no decir toda, del discurso dominante en la sociedad en que fue creada. 

Y muy a menudo la Historia del Arte presenta conceptos como si fueran la única verdad, enuncia verdades como absolutas cuando en realidad reflejan tan sólo una perspectiva concreta, que es el pensamiento del hombre blanco. La Historia Universal nos presenta lo masculino como la norma del género humano y lo que es peor de todo lo masculino y lo femenino visto desde el ángulo reprimido del rancio machismo.




Gabrielle d'Estrée y la Duquesa de Villars.
Escuela de Fontaneibleau. (1530-1570)




Gerda and Lili.
Gerda Wegener. (1886-1940)


Bañistas.
Henry Fantin-Latour. (1836-1904)

Dos Mujeres
Egon Schiele. (1890-1918)


LAS DOS AMIGAS, KLIMT


LAS DOS AMIGAS, PAUL DELVAUX

LAS DOS AMIGAS, ISMAEL NERY


A partir de la representación visual de las mujeres en el siglo XIX, el tópico de las supuestas "amigas" concibió una gran cantidad de representaciones visuales de mujeres juntas en actitudes eróticas o de ternura romántica e intima como en los casos de los baños o toilettes y las bañistas así como otras donde el deseo es visto desde un punto de vista masculino como voyeur y que refleja la idea masculina y su morbosa y fantástica forma de ver a las lesbianas, sean en parejas o en grupos. 

El tema lésbico existe desde una mirada masculina diferente a la femenina, y están construidas desde el punto social del deseo aceptado por aquella sociedad imperante. Sin embargo se hace un poco más visible la existencia del lesbianismo o las lesbianas (que es tan antiguo sino remitámonos a Safo) en un mundo o una sociedad que por lo general siempre las han negado. 



LAS DOS AMIGAS, TAMARA DE LEMPICKA

LAS DOS AMIGAS, FRANCISCO ITURRINO

Bañistas.
Pierre Auguste Renoir. (1841-1919)



Les Deux Amies.
Felicien Rops. (1833-1898)



Amies.
Tamara de Lempicka. (1898-1980)



La Siesta.
Gustave Courbet. (1819-1877)



Dos Amigas.
Roland Gaubert. (1914)



Les Deux Amies.
Jean-Jacques Lagrenée (1739-1821)



Con el pasar lento de los años, pero más de las mentes de los hombres, han aparecido más obras, realizadas tanto por artistas masculinos como por mujeres artistas, que también se han sumado a reflejar el amor lésbico, y que son sumamente interesantes dado su valor artístico, pero además también por su valor social como testimonio de una forma de amar tan válida como cualquier otra. 







Les Deux Amies.
Pablo Picasso. (1881-1973)



Amigas.
Richar Geiger. (18870-1945)




Les Deux Amies.
Henri de Toulouse-Lautrec. (1864-1901)



The Bower Meadow
Dante Gabriel Rossetti. (1828-1882)




El Baño Turco.
Jean Auguste Dominique Ingres. (1780-1867)



En la actualidad muchos artistas, y en especial mujeres dedicadas al arte, han dedicado al amor lésbico su temática principal de trabajo, tal vez como una forma de representar libremente su sexualidad, tal vez para mostrar la belleza de ese amor que es tan fuerte en su forma genital como espiritual, o como simple "capricho" para desobedecer y alterar lo que por mucho tiempo ha sido motivo casi exclusivo del hombre y del anacrónico machismo.




Las Tres Gracias.
Rubens. (1577-1640)




domingo, 11 de enero de 2015

CHARLES BAUDELAIRE, LAS FLORES DEL MAL - ¡QUÉ LOCO Y MALDITO MÁS BELLO!

"El vino se parece al hombre: nunca se sabe hasta qué punto se le puede apreciar o despreciar, amar u odiar; ni cuantos actos sublimes o crímenes monstruosos es capaz de realizar. No seamos, entonces, más crueles con él que con nosotros mismos y tratémosle como a un igual".



Las Flores del Mal (1957) es una colección de poemas que se consideran como la obra máxima de Baudelaire, abarcando casi la totalidad de su producción poética desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación. El libro debió llamarse en principio Los limbos o Las lesbianas, porque la intención era la de escribir un libro sobre los pecados capitales; aunque finalmente Baudelaire renunció a esta idea siguiendo los consejos de un amigo. En su primera edición tuvo problemas con la censura francesa y tuvo que eliminar (por obscenos) algunos de sus poemas, ya que eran de contenido lésbico.

Baudelaire divide el libro en siete partes, introducidas por el famoso poema al lector. Las otras partes son : Esplín e ideal, Cuadros parisinos, El vino, Flores del mal y Rebelión, con una conclusión final: La Muerte. Tenía la obsesión de que el público no considerara su libro como una mera recopilación de poemas, sino que quería que lo consideraran como un «libro completo» con un principio y un fin.

En estos poemas el poeta presenta diversas formas de salvación, liberación y huida del mundo: la belleza, el arte, la poesía, la muerte y más adelante el amor y el erotismo.


Je suis belle (1882), obra escultórica de Auguste Rodin inspirada en el soneto "La Beauté", incluido en Las flores del mal.

El poeta usa la poesía contra la mesquindidad, la culpa, el error y demás taras éticas de un mundo y del ser humano.


En líneas generales, la poesía de Baudelaire refleja un alma insumisa, contraria a los prejuicios morales y sociales de la época que le tocó vivir. A través de la poesía expresa el hastío ante todo lo que le rodea.


Tres ejemplos:


Spleen et idéal (1907), pintura inspirada en Las flores del mal, del pintor simbolista alemán Carlos Schwabe.

*A la que es demasiado alegre


Tu cabeza, tu gesto, tu aire
Como un bello paisaje, son bellos;
Juguetea en tu cara la risa
Cual fresco viento en claro cielo.


El triste paseante al que rozas
Se deslumbra por la lozanía
Que brota como un resplandor
De tus espaldas y tus brazos.


El restallante colorido
De que salpicas tus tocados
Hace pensar a los poetas
En un vivo ballet de flores.


Tus locos trajes son emblema
De tu espíritu abigarrado;
Loca que me has enloquecido,
Tanto como te odio te amo.


Frecuentemente en el jardín
Por donde arrastro mi atonía,
Como una ironía he sentido
Que el sol desgarraba mi pecho;


Y el verdor y la primavera
Tanto hirieron mi corazón,
Que castigué sobre una flor
La osadía de la Naturaleza.


Así, yo quisiera una noche,
Cuando la hora del placer llega,
Trepar sin ruido, como un cobarde,
A los tesoros que te adornan,


A fin de castigar tu carne,
De magullar tu seno absuelto
Y abrir a tu atónito flanco
Una larga y profunda herida.


Y, ¡vertiginosa dulzura!
A través de esos nuevos labios,
Más deslumbrantes y más bellos,
Mi veneno inocularte, hermana.




*El Leteo



Ven a mi pecho, alma sorda y cruel,
Tigre adorado, monstruo de aire indolente;
Quiero enterrar mis temblorosos dedos
En la espesura de tu abundosa crin;


Sepultar mi cabeza dolorida
En tu falda colmada de perfume
Y respirar, como una ajada flor,
El relente de mi amor extinguido.


¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir!
En un sueño, como la muerte, dulce,
Estamparé mis besos sin descanso
Por tu cuerpo pulido como el cobre.


Para ahogar mis sollozos apagados,
Sólo preciso tu profundo lecho;
El poderoso olvido habita entre tus labios
Y fluye de tus besos el Leteo.


Mi destino, desde ahora mi delicia,
Como un predestinado seguiré;
Condenado inocente, mártir dócil
Cuyo fervor se acrece en el suplicio.


Para ahogar mi rencor, apuraré
El nepentes³ y la cicuta amada,
del pezón delicioso que corona este seno
el cual nunca contuvo un corazón.



*Yo amo el recuerdo


Yo amo el recuerdo de esas épocas desnudas,
En que Febo se complacía en dorar las estatuas,
Cuando el hombre y la mujer en su agilidad
Gozaban sin mentira y sin ansiedad,
Y, el cielo amoroso acariciándoles el lomo,
Desplegaban la salud de su noble máquina.
Cibeles, entonces, fértil en frutos generosos,
No estimaba sus redes un peso muy oneroso,
Pero, loba de corazón henchido de ternuras vulgares,
Amamantaba al universo con sus pezones morenos.
El hombre, elegante, robusto y fuerte, tenía el derecho
De mostrarse orgulloso de las beldades que le llamaban su rey;
¡Frutos puros de todo ultraje y vírgenes de grietas,
Cuya carne lisa y firme atraía las mordeduras!


El Poeta actualmente, cuando quiere concebir
Estas nativas grandezas, en los lugares donde se dejan ver
La desnudez del hombre y de la mujer,
Siente un frío tenebroso envolver su alma
Ante este negro cuadro lleno de espanto.
¡Oh, monstruosidades llorando su vestimenta!
¡Oh, ridículos troncos! ¡torsos dignos de máscaras!
¡Oh, pobres cuerpos retorcidos, flacos, ventrudos o fláccidos,
Que el dios Utilitario, implacable y sereno,
Niños, los fajó en sus pañales de bronce!
¡Y vosotras, mujeres, ¡ah!, pálidas cual cirios
Que roe y que nutre el libertinaje, y vosotras, vírgenes,
Del vicio materno arrastrando la herencia.
Y todas las fealdades de la fecundidad!


Nosotros tenemos, es verdad, naciones corrompidas,
De los pueblos antiguos, bellezas ignoradas:
Rostros corroídos por los chancros del corazón,
Y como quien diría bellezas de la languidez,
Pero estas invenciones de nuestras musas tardías
No impedirán jamás a las razas enfermizas
Rendir a la juventud un homenaje profundo,-¡A la santa juventud, al aire simple, a la dulce frente,
A la mirada límpida y clara como un agua corriente,
Y que va derramando sobre todo, indiferente
Como el azul del cielo, los pájaros y las flores,
Sus perfumes, sus cánticos y sus dulces colores!









*.- Poeta, traductor y crítico francés, principal representante de la escuela simbolista e integrante de los "Poetas malditos".