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martes, 13 de junio de 2017

IDA VITALE - MARAVILLOSA ESCRITORA URUGUAYA

"La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.

Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.

Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire,
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.

¿Es más que su sabor el gusto de la vida ? "





Ida Vitale (Montevideo, 1923) Poeta, traductora, ensayista y crítica literaria uruguaya. Considerada integrante de la Generación del 45 con otros escritores uruguayos como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi o Idea Vilariño.

De familia culta y cosmopolita fue lectora precoz y su descubrimiento de dos poetas uruguayas de entresiglos, Delmira Agustini y, de María Eugenia Vaz Ferreira, la inclinó a la poesía lírica, aunque sus dos grandes referentes fueron José Bergamín, su profesor en Montevideo, y Juan Ramón Jiménez, a quien también conoció en persona. 

Estudió Humanidades en Uruguay y ejerció la profesión docente. Colaboró en el semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario uruguayo Época. Fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror.





Se exilió a México en 1974 y, tras conocer a Octavio Paz, este la integró en el comité asesor de la revista Vuelta

Además participó en la fundación del periódico Uno más Uno y continuó dedicada a la enseñanza, impartiendo además un seminario en El Colegio de México. 

Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Uruguay en 2010. Lee y traduce particularmente del francés y del italiano, y entre los autores de sus versiones se cuenta a Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jacques Lafaye, Jean Lacouture y Luigi Pirandello.





CONTRA ENGAÑOS

Los guardadores de la nostalgia
rememoran en los días de oro
con la baraja expiatoria
de sangre sepia y claroscuro.
Si la cuenta de puentes canta,
la lluvia del tiempo les llora
y condice con catedrales
anegadas en ciegos vinos.
Mejor, a espaldas las imágenes,
probar el vidrio de los versos
con el rigor del ser a solas.
Y si están muertos de mentiras,
si otra lluvia del tiempo les llora,
penitenciarlos, aunque luego
andemos un campo vacío.


SE ELIGE

Diezmada, desangrada,
cortada en tantas partes
como sueños,
quiero,
no obstante,
ésta y no otra manera
de estar viva;
ésta y no otra manera de morir;
este sobresalto
y no más la habitual
duermevela.
Como una sombra de uno mismo
o como incendiado fósforo violento.
No hay otra alternativa,
ni más signo de identificación.
No otra muerte.
No mayor vida.


CUADRO

Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión,
un festín de luces y sombras,
la apariencia del viaje en la inmovilidad.
Tensamos un blanco campo
para que en él esplendan
las reverberaciones del pensamiento
en torno del ícono naciente.
Luego soltamos nuestros perros,
azuzamos la cacería,
la imagen serenísima, virtual,
cae desgarrada.


SUMAS

Uno más uno, decimos. Y pensamos:
una manzana más una manzana,
un vaso más un vaso,
siempre cosas iguales.

Qué cambio cuando
uno mas uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.



VÉRTIGO

Varada velocísima en
tu borde,
veraz de veras,
en vilo, en vela
virando hacia,
en ti guarecida,
guarnecida quiero seguir
imaginando cómo se amanece,
capaz de maullar
por las azoteas del frío
o del ardor final,
feliz naciendo
de la diaria muerte.


RESIDUA

Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?


***




Algunas de sus obras fueron:

La luz de esta memoria (1949)
Palabra dada (1953)
Cada uno en su noche (1960)
Oidor andante (1972)
Jardín de sílice (1980)
Parvo reino (1984)
Sueños de la constancia (1988)
Procura lo imposible (1998)
Reducción del infinito (antología)
Fieles (antología)






Ida Vitale tiene un amor que es su compañero de vida desde hace más de 50 años: Enrique Fierro, también poeta, también uruguayo. 
Se conocieron alrededor de 1970, cuando él era alumno de uno de los grandes intelectuales uruguayos, Ángel Rama, primer esposo de Ida y padre de sus hijos. 
Después, en 1973, Enrique e Ida partieron al exilio en México, huyendo de la dictadura. Él tenía 22 años; ella, 40.






Una belleza de mujer

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