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sábado, 4 de julio de 2015

CRONOPIOS - JULIO CORTÁZAR

Cronopios
Julio Cortázar






Conservación de los recuerdos

Los Famas para conservar sus recuerdos proceden a embalsamarlos en la siguiente forma: luego de fijado el recuerdo con pelos y señales, lo envuelven de pies a cabeza en una sabana negra y lo colocan parado contra la pared de la sala, con un cartelito que dice: "Excursión a Quilmes", o: "Frank Sinatra".

Los Cronopios, en cambio, esos seres desordenados y tibios, dejan los recuerdos sueltos por la casa, entre alegres gritos, y ellos andan por el medio y cuando pasa corriendo uno, lo acarician con suavidad y le dicen: "No vayas a lastimarte", y también: "Cuidado con los escalones." Es por eso que las casas de los Famas son ordenadas y silenciosas, mientras en las de los Cronopios hay una gran bulla y puertas que golpean.

Los vecinos se quejan siempre de los Cronopios, y los Famas mueven la cabeza comprensivamente y van a ver si las etiquetas están todas en su sitio.



Alegría del Cronopio

Encuentro de un Cronopio y un Fama en la liquidación de la tienda La Mondiale. 
Buenas tardes, Fama. Tregua catala espera. 
¿Cronopio Cronopio? 
Cronopio Cronopio. 
¿Hilo? 
Dos, pero uno azul.
El Fama considera al Cronopio. Nunca hablará hasta no saber que sus palabras son las que convienen, temeroso de que las Esperanzas siempre alertas no se deslicen en el aire, esos microbios relucientes, y por una palabra equivocada invadan el corazón bondadoso del Cronopio.

Afuera llueve dice el Cronopio. Todo el cielo. 
No te preocupes dice Fama. Iremos en mi automóvil. Para proteger los hilos.

Y mira el aire, pero no ve ninguna Esperanza, y suspira satisfecho. Además, le gusta observar la conmovedora alegría del Cronopio, que sostiene contra su pecho los dos hilos uno azul y espera ansioso que el Fama lo invite a subir a su automóvil.


Tristeza del Cronopio

A la salida del Luna Park un Cronopio advierte que su reloj atrasa, que su reloj atrasa, que su reloj.

Tristeza del Cronopio frente a la multitud de Famas que remonta Corrientes a las once y veinte y él, objeto verde y húmedo, marcha a las once y cuarto. Meditación del Cronopio: "Es tarde, pero menos tarde para mí que para los Famas, para los Famas es cinco minutos más tarde, llegarán a sus casas más tarde, se acostarán más tarde".

Yo tengo un reloj con menos vida, con menos casa y menos acostarme, yo soy un Cronopio desdichado y húmedo.

Mientras toma café en el Richmond de Florida, moja el Cronopio una tostada con sus lágrimas naturales.


El canto de los Cronopios

Cuando los Cronopios cantan sus canciones preferidas, se entusiasman de tal manera que con frecuencia se dejan atropellar por camiones y ciclistas, se caen por la ventana, y pierden lo que llevaban en los bolsillos y hasta la cuenta de los días.

Cuando un Cronopio canta, las Esperanzas y los Famas acuden a escucharlo aunque no comprenden mucho su arrebato y en general se muestran algo escandalizados. En medio del corro el Cronopio levanta sus bracitos como si sostuviera el sol, como si el cielo fuera una bandeja y el sol la cabeza del Bautista, de modo que la canción del Cronopio es Salomé desnuda danzando para los Famas y las Esperanzas que están ahí boquiabiertos y preguntándose si el señor cura, si las conveniencias.

Pero como en el fondo son buenos (los Famas son buenos y las Esperanzas bobas), acaban aplaudiendo al Cronopio, que se recobra sobresaltado, mira en torno y se pone también a aplaudir, pobrecito.


Viajes

Cuando los famas salen de viaje, sus costumbres al pernoctar en una ciudad son las siguientes: Un fama va al hotel y averigua cautelosamente los precios, la calidad de las sábanas y el color de las alfombras. El segundo se traslada a la comisaría y labra un acta declarando los muebles e inmuebles de los tres, así como el inventario del contenido de sus valijas. El tercer fama va al hospital y copia las listas de los médicos de guardia y sus especialidades.

Terminadas estas diligencias, los viajeros se reúnen en la plaza mayor de la ciudad, se comunican sus observaciones, y entran en el café a beber un aperitivo. Pero antes se toman de las manos y danzan en ronda. Esta danza recibe el nombre de "Alegría de los famas".

Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: "La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad". Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.

Las esperanzas, sedentarias, se dejan viajar por las cosas y los hombres, y son como las estatuas que hay que ir a verlas porque ellas ni se molestan.



Julio Córtazar, "Historias de cronopios y de famas" es uno de sus libros legendarios. Postulación de una mirada poética capaz de enfrentar las miserias de la rutina y del sentido común, Cortázar toma aquí partido por la imaginación creadora y el humor corrosivo de los surrealistas.





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