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miércoles, 20 de agosto de 2014

WALT WHITMAN - YO CANTO AL CUERPO ELÉCTRICO

“No os avergoncéis, mujeres, vuestro privilegio engloba a todos los demás,  es la salida de todos los demás, sois las puertas del cuerpo y sois las puertas del alma”

"Barriga", de Carmen Garrez


Vuelvo a Whitman, no hay otra que leerle y aprender, a ver si así nos hacemos más humanos, más solidarios, más justos, a ver si empatizamos con nuestros hermanos que sufren, aquí y allí. A ver si nos ayuda a ver este mundo más bonito, más justo. 

Hoy os dejo fragmentos de su inconmensurable poema "Yo canto al cuerpo eléctrico", incluido en su "Hojas de Hierba", he elegido varios que me han emocionado, una y otra vez y todas las veces que lo leo y releo.

El poeta León Felipe, que tradujo "Canto a mí mismo", dijo de él: "Camarada, esto no es un libro, el que lo toca, toca a un hombre" y que describe a Whitman como un poeta revolucionario y heroico, que va en contra de las absurdas leyes de los hombres y de esa desigualdad humana de su época que continúa vigente en nuestros días.


Esta maravilla de Matisse le viene bien y encaja con los poemas de Whitman

Yo canto al cuerpo eléctrico



1
Yo canto al cuerpo eléctrico, / Me abrazan los ejércitos de quienes amo y yo los abrazo, / No han de soltarme hasta que yo vaya con ellos, hasta que les responda, / Hasta que yo los purifique y los colme con la carga de mi alma. // ¿No es sabido que quienes corrompen su cuerpo están ocultándose? / ¿Y quienes profanan a los vivos son tan viles como quienes profanan a los muertos? / ¿Y que el cuerpo no vale menos que el alma? / ¿Y si el cuerpo no fuese alma, qué es el alma? //


4
Me he dado cuenta de que basta estar con los que uno quiere, / Me basta demorarme al atardecer con aquellos que quiero, / Me basta sentir cerca la hermosa carne, la carne que es curiosa, que respira y que ama. / ¿Pasar entre la gente y tocar alguno, o rozar con el brazo el cuello de un hombre o de una mujer, no es esto mucho? / No pido otra alegría, nado en ella como en el mar. // Hay algo en estar cerca del hombre y de mujeres y de mirarlos, y en su contacto y en su olor, que es grato al alma, / Todas las cosas son gratas al alma, pero esta es la más grata.



5

Esta es la forma femenina 
exhala de pies a cabeza una divina aureola,
atrae con irresistible atracción,
me atrae su aliento como si yo no fuera otra cosa que un indefenso vaho, todo desaparece salvo ese aliento y yo,
los libros, el arte, la religión, el tiempo, la visible y sólida tierra, y lo que del cielo esperábamos y lo que del infierno temíamos, todo se ha consumido,
mis frenéticos filamentos, indómitos, brotan de él, a reacción también es indómita,
el pelo, el pecho, las caderas, la curva de las piernas, las negligentes manos que sueltan, las mías que se sueltan,
la marea aguijoneada por el reflujo, el reflujo por la marea, carne de amor henchida y deliciosamente doliendo,
límpidos, ilimitados chorros de amor, calientes y enormes, trémula jalea de amor, zumo espumoso y delirante,
noche nupcial de amor que se abre camino con delicadeza y demora en el alba yacente,
penetrando en el día dócil que cede,
perdida en el abrazo de la profunda y dulce carne del día.

Este es el núcleo, primero el niño nace de la mujer, el hombre nace de la mujer,
este es el baño del sexo, ésta la fusión de lo grande y de lo pequeño, y otra vez la salida.

No sintáis vergüenza, mujeres, vuestro privilegio incluye a los otros y es el manantial de los otros,

Sois las puertas del cuerpo y también las puertas del alma.

La mujer encierra todas las cualidades y las afina,
está en su lugar y avanza con equilibrio perfecto,
en todas las cosas debidamente veladas, es a la vez pasiva y activa,
su destino es concebir hijas e hijos, y asimismo hijos e hijas.

Veo mi alma que se refleja en la Naturaleza,
veo a través de una neblina a la Única, de inexpresable plenitud, cordura y belleza,
veo la cabeza inclinada y los brazos cruzados sobre el pecho, 

veo a la Mujer.



9
¿Oh, cuerpo mío!, no me atrevo a abandonar a tus semejantes en otros hombres y otras mujeres, ni a los semejantes de las partes que te componen; 

(...) Lo femenino y todo lo que pertenece a la mujer, y al hombre que nace de la mujer,

el seno, los pechos, los pezones, la leche del pezón, las lágrimas, la risa, el llanto, las miradas de amor, la amorosa inquietud, las erecciones,
la voz, la articulación, el lenguaje, el susurro, el grito,
el alimento, la bebida, el pulso, la digestión, el sudor, el sueño, caminar, nadar,
el porte de las caderas, saltar, recostarse, abrazarse, brazos que se curvan y aprietan,
el continuo movimiento de las comisuras de los labios y de los ojos,
la piel, la mejilla tostada, las pecas, el pelo,
la sensación curiosa de la mano al rozar la desnuda carne del cuerpo,
los ríos incesantes del aliento, de la inspiración y la exhalación,
la belleza del talle y de las caderas, y más abajo, hasta las rodillas,
las mínimas partículas rojas que llevo y que tú llevas, los huesos y la médula de los huesos,
la sensación deliciosa de la salud;

Afirmo que estas cosas no sólo son los poemas del cuerpo, sino también del alma,

Afirmo que son el alma




"Yo también soy indomable, yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido..."