Y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes
Y los rechazos como lo hace el animal.."
Abrazar
Y alcanzar el corazón de todos los hombres con mis brazos.
Me gusta ver entre los árboles el juego de luces y de sombras
cuando la brisa agita las ramas.
Me gusta sentirme solo entre las multitudes de la ciudad,
En las estepas
Y en los flancos de la colina.."
Walt Whitman encarna el espíritu fuerte, emprendedor y agresivo. Un poeta que tiene fe en sí mismo y en sus semejantes. Lo cotidiano constituirá para Whitman una expresión de lo eterno. Todo cabrá en su poesía: el hombre, el cuerpo, el sexo, la religión, los animales, la geografía.
La actitud que predomina en la obra de Whitman es la alegría y la euforia. En esto es totalmente opuesto a Poe; para este último la tristeza y la melancolía son los estados más propicios del alma para escribir un poema.
La obra y vida de Whitman va a chocar frontalmente con la moral burguesa impregnada del puritanismo norteamericano de la época. Su actitud de rebeldía se expresa en sus poemas y le ocasionó más de un problema en su agitada existencia.
Walt Whitman es el poeta de las masas, en ellas veía al hombre y a la mujer corrientes. Tenía confianza en el hombre de la calle, le canta, exalta sus esfuerzos. Es un poeta que cree en la bondad y cree en la democracia. Frente a una poesía melancólica y de escritorio, él opone la poesía de la calle y de la alegría.
Os dejo algunos poemas suyos que me gustan:
Una mujer me espera
Una mujer me espera, ella lo contiene todo,
nada le falta;
mas todo le faltaría, si no existiese el sexo
y si no existiese la vida del hombre necesario.
El sexo lo contiene todo: cuerpos y almas,
ideas, pruebas, purezas, delicadezas, fines,
difusiones,
cantos, mandatos, salud, orgullo, el
misterio de la eternidad, el semen;
todas las esperanzas, bondades, generosidades;
todas las pasiones, amores, bellezas, delicias
de la tierra.
Todos los gobiernos, jueces, dioses, caudillos
de la tierra
existen en el sexo y en todas las facultades
del sexo y en todas sus razones de ser.
Sin duda, el hombre, tal como lo amo,
sabe y confiesa las delicias del suyo.
Así, nada tengo que hacer con mujeres
insensibles;
yo quiero ir con la que me espera, con esas
mujeres que tienen la sangre cálida y
pueden enfrentarse conmigo.
Veo que ellas me comprenden y no se
desvían de su propósito.
Veo que ellas son dignas de mí. De estas
mujeres quiero ser el robusto esposo.
En nada son menos que yo.
Ellas tienen la cara curtida por los soles
radiosos y los vientos que pasan;
su carne tiene la antigua y divina ingravidez
la hermosa y vieja y divina elasticidad.
Ellas saben nadar, remar, montar a caballo,
luchar, cazar, golpear, huir y atacar,
resistir, defenderse.
Ellas son extremadas en su legitimidad,
son tranquilas, límpidas, en perfecta
posesión de sí mismas.
Te atraigo a mí, mujer.
No puedo dejarte pasar, quisiera hacerte un bien.
Yo soy para ti y tú eres para mí, no solamente
por amor a los demás:
en ti duermen los grandes héroes, los
más grandes bardos,
y ellos rehúsan ser despertados por otro
hombre que no sea yo.
Soy yo, mujer, veo mi camino.
Soy austero, áspero, inmenso, inmutable,
Pero yo te amo.
Vamos, no te hiero más de lo necesario;
vierto la esencia que engendrará muchachos y
doncellas dignas de Estados Unidos;
voy con un músculo rudo y atento,
y me enlazo muy eficazmente, y no escucho
ninguna súplica,
y no puedo retirarme antes de haber depositado
lo que está acumulado hace mucho tiempo en mí.
A través de ti, liberto los ríos represados de mi ser
en ti deposito un millar de años anteriores,
sobre ti injerto lo más querido de mí y de América;
las gotas que yo destilo en ti, crecerán en
cálidas y potentes hijas, en artistas de
mañana, en músicos, en bardos;
los hijos que yo engendre en ti; engendrarán a
su vez.
Yo exijo que hombres perfectos y mujeres
perfectas surjan de mis expansiones amorosas.
Espero que ellos se desposen como nosotros nos
unimos en este instante;
cuento con los frutos de sus resplandecientes riegos,
como cuento con los frutos de los riegos centellantes
que doy en esta hora.
Y yo vigilaré las mieses del amor, del nacimiento
de la vida, de la muerte, de la inmortalidad,
que yo siembro en esta hora, tan amorosamente.
Ha poco tiempo que atravesé una ciudad populosa
Ha poco tiempo que atravesé una ciudad populosa,
imprimiendo en mi cerebro, para recordarlas
más tarde, sus curiosidades, arquitecturas,
costumbres, tradiciones.
A pesar de ello, ahora, de toda esta ciudad,
me acuerdo solamente de una mujer que
encontré allí por casualidad y que me retuvo
porque me amaba.
Día tras días y noche tras noche, estábamos
juntos. Todo lo demás ha sido olvidado
hace mucho.
Sólo recuerdo, digo, a esta mujer únicamente,
a esta mujer que se enamoró de mí con pasión.
Aún erramos juntos, nos amamos, aún
nos separamos;
aún me retiene de la mano: "¡No partas!".
La veo muy cerca de mí, con sus labios
oprimidos, temblorosa y desolada.
¡Durante cuanto tiempo nos engañaron!
Trasmutamos ahora,
nos apresuramos a huir
como huye la
naturaleza,
Somos la naturaleza,
durante mucho tiempo estuvimos lejos.
Pero ahora volvemos,
nos convertimos en plantas,
en troncos, en follaje,
raíces y cortezas.
Estamos asentados en la tierra,
somos peñascos,
pastamos,
somos dos en medio de la hacienda bravía,
tan espontáneos como los otros.
Somos dos peces que nadan juntos en el mar,
somos lo que son las flores del algarrobo,
derramamos fragancia
en los caminos de la mañana y de la tarde.
Somos también lo sucio de las bestias,
de las plantas, de los minerales.
Somos dos aves de rapiña,
nos elevamos en el aire y miramos la tierra.
Somos dos soles que deslumbran,
somos nosotros dos los que giramos,
cósmicos y estelares,
somos como dos cometas.
Merodeamos, cuadrúpedos y feroces, por la espesura,
y saltamos sobre la presa.
Somos dos nubes que se desplazan en lo alto
cuando amanece o atardece.
Somos dos mares que se unen,
somos esas olas felices que se revuelcan
y se juntan, mojándose.
Somos lo que es la atmósfera,
transparentes, hospitalarios,
permeables, impermeables.
Somos nieve, lluvia, frío, tinieblas,
somos lo que el planeta engendra y protege.
Hemos descrito círculos hasta volver los dos al hogar,
hemos renunciado a todo,
salvo a la libertad y a nuestra alegría.