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lunes, 26 de junio de 2017

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY - EL CREADOR DE UN HOMBRECITO EXTRAORDINARIO


Por más de cuarenta años no se tuvo idea de que pasó con la aeronave piloteada por el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Un día 31 de julio de 1944 cayó al mar Mediterráneo. 

En el año 2000 los investigadores Lino von Gartzen y Luc Vanrell localizaron el desaparecido avión, a ochenta metros de profundidad. Y el rompecabezas empezó a armarse. Una cosa llevó a la otra, se siguieron, claves, pistas y datos hasta dar, en el año 2008, con un anciano alemán de 88 años llamado Horst Rippert, un periodista deportivo jubilado. Él les contó la historia.

Corrían los días de la Segunda Guerra Mundial cuando Rippert —entonces un joven piloto alemán de 24 años— derribó un avión que cayó hundiéndose en el mar, cerca de la costa de Marsella, sobre el Mediterráneo. 

"A los días de mis disparos dijeron que era Saint-Exupéry. Esperé y espero que no fuera él", les dijo. 

Pero el piloto de esa nave sí era por desdicha el autor de: El aviador, Vuelo nocturno, Tierra de hombres, Piloto de guerra, El principito, entre otras obras.





Así murió el hombre que legó a la humanidad uno de los personajes más inspiradores y lúcidos de todos los que pueblan la vasta literatura terrícola. 

Un año antes de que dispararan sobre su avión publicó su inmortal relato corto El Principito (1943), con dibujos de su propia factura. Una obra que ha sido traducida a más de 180 lenguas y dialectos, y es el segundo libro más leído del planeta, después de la Biblia.

Libro publicado en 1943 y escrito por Antoine de Saint-Exupéry, que narra la historia de un aviador perdido en medio del Sahara, que en la tarea de arreglar su avioneta averiada, se encuentra con un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. 

Y es en este encuentro donde se hacen amigos y donde el pequeño príncipe le comparte historias sobre el amor, el egoísmo y la maldad que la gente grande cree que es normal, pero que el principito se rehúsa a aceptar.
El Principito es una metáfora del sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad y del amor. El extraordinario hombrecito que lo protagoniza le hace ver a otro de los protagonistas (el aviador) la estupidez humana, y la pérdida de la sabiduría, sencillez y sensibilidad de la infancia que padecen los adultos.




El Principito es una crítica a la pedantería y erudición baratas, a la tentación por lo oscuro, al afán de acumular poder. Este niño de melena color del trigo, sueña y es el único amo de sus sueños y de sus fantasías.

Es un poderoso símbolo político de libertad, de transparencia, de verdad.


FRAGMENTOS DEL LIBRO:



CAPÍTULO VI

Ah, principito ! así fui comprendiendo poco a poco tu pequeña vida melancólica. Por mucho tiempo no habías tenido por distracción más que la dulzura de las puestas de sol. Me enteré de este nuevo detalle el cuarto día a la mañana, cuando me dijiste:

- Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol.



- Pero hay que esperar.

- Esperar qué ?

- Esperar a que se ponga el sol.

Primero pareciste muy sorprendido, y luego te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

- Siempre creo que estoy en casa !

En efecto. Cuando es el mediodía en Estados Unidos, el sol, como todo el mundo sabe, se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol. Lamentablemente, Francia está demasiado alejada. Pero en tu planeta tan pequeño, te alcanzaba con correr tu silla algunos pasos. Y mirabas el crepúsculo cada vez que lo deseabas...

- Un día, vi al sol ponerse cuarenta y tres veces !

Y un poco más tarde agregabas:

- ¿Sabes? cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol.

- ¿El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste? Pero el princípito no respondió.


****




CAPÍTULO XIII

El cuarto planeta era el del hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.

- Buen día – le dijo éste. – Su cigarrillo está apagado.

- Tres y dos son cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. Buenos días. Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de volver a encenderlo. Veintiséis y cinco treinta y uno. Uf! Eso da entonces quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

- Quinientos millones de qué ?

- Eh? Todavía estás ahí ? Quinientos un millones de... ya no sé... Tengo tanto trabajo ! Yo soy un hombre serio, no me entretengo con tonterías ! Dos y cinco siete...

- Quinientos un millones de qué – repitió el principito, que nunca jamás había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.



El hombre levantó la cabeza:

- Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, no fui perturbado más que tres veces. La primera vez fue, hace veintidós años, por un abejorro que había caído de Dios sabe dónde. Producía un ruido espantoso, y cometí cuatro errores en una suma. La segunda vez fue, hace once años, por una crisis de reumatismo. Me falta ejercicio. No tengo tiempo de pasear. Soy una persona seria. La tercera vez... es esta ! Decía entonces quinientos un millones...

- Millones de qué ?

El hombre de negocios comprendió que no había ninguna esperanza de paz:

- Millones de esas pequeñas cosas que se ven a veces en el cielo.

- Moscas ?

- Pero no, de esas pequeñas cosas que brillan.

- Abejas ?

- Pero no. De esas pequeñas cosas doradas que hacen soñar a los holgazanes. Pero yo soy una persona seria ! No tengo tiempo para ensoñaciones. 

- Ah! ¿estrellas?

- Sí, eso. Estrellas.

- Y ¿qué haces con quinientos millones de estrellas?

- Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio, soy preciso.

- Y ¿qué haces con esas estrellas?

- ¿Qué hago con ellas?

- Sí.

- Nada. Las poseo.

- ¿Posees las estrellas?

- Sí.

- Pero yo ya he visto un rey que...

- Los reyes no poseen, "reinan" sobre. Es muy diferente.

- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?

- Me sirve para ser rico.

- ¿Y para qué te sirve ser rico?

- Para comprar más estrellas, si alguien encuentra.

Éste, se dijo el principito, razona un poco como mi borracho.

Sin embargo, siguió preguntando:

- ¿Cómo se puede poseer las estrellas?

- ¿De quién son? - replicó, gruñón, el hombre de negocios.

- Qué sé yo. De nadie.

- Entonces son mías, porque se me ocurrió primero.

- ¿Es suficiente?

- Desde luego. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Y yo poseo las estrellas, puesto que nunca nadie antes que yo pensó en poseerlas.

- Eso es verdad – dijo el principito. – ¿Y qué haces con ellas?

- Las administro. Las cuento y las recuento – dijo el hombre. – Es difícil. Pero yo soy una persona seria !

El principito no estaba aún satisfecho.

- Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponérmelo alrededor del cuello y llevarlo. Yo, si poseo una flor, puedo recogerla y llevarla. Pero tú no puedes recoger las estrellas !

- No, pero puedo invertirlas en el banco.

- ¿Qué significa eso?

- Significa que anoto en un papelito la cantidad que tengo de estrellas. Y luego guardo ese papel en un cajón con llave.

- ¿Y eso es todo?

- ¡Con eso basta!

Es divertido, pensó el principíto. Es bastante poético. Pero no es muy serio.

El principíto tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes a las de los adultos.

- Yo – agregó – poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Porque deshollino también el que está apagado. Nunca se sabe. Es útil para mis volcanes, y es útil para mi flor, que yo los posea. Pero tú no eres útil para las estrellas.

El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró nada para responder, y el principíto se fue.

Los adultos son decididamente muy extraordinarios, se decía simplemente a sí mismo durante el viaje.


****




CAPÍTULO XX


Pero sucedió que el principito, habiendo caminado mucho tiempo a través de arena, rocas y nieve, descubrió por fin una ruta. Y todas las rutas van hacia los hombres.

- Buenos días – dijo.

Era un jardín florido de rosas.

- Buenos días – dijeron las rosas.

El principito las miró. Todas se parecían a su flor.

- ¿Quiénes son ustedes? – les preguntó, estupefacto.

- Somos rosas – dijeron las rosas.

- ¡Ah! – respondió el principito.

Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas parecidas, en un solo jardín!

"Ella estaría muy molesta – se dijo – si viera esto... tosería muchísimo y fingiría morirse para escapar al ridículo. Y yo estaría obligado a fingir que la auxilio, porque si no, para humillarme a mí también, se dejaría morir de veras..."

Luego continuó diciéndose: "Me creía poseedor de una flor única, y sólo tengo una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que me llegan a la rodilla, uno de los cuales posiblemente esté apagado para siempre, no hacen de mí ciertamente un gran príncipe..." 

Y, tendido en la hierba, lloró.



                                     ****

miércoles, 14 de junio de 2017

RAYUELA - JULIO CORTÁZAR




"Alguna vez había creído en el amor como un enriquecimiento, como una exaltación de las potencias intercesoras. Un día se dio cuenta de que sus amores eran impuros porque presuponían esa esperanza, mientras que el verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor, aceptando ciegamente que el día se volviera más azul y la noche más dulce y el tranvía menos incómodo".



Rayuela, publicada en 1963, es una referencia fundamental de la literatura hispanoamericana. Su estructura de secuencias sueltas permite distintas lecturas, y por tanto, diversas interpretaciones. Con esta forma de lectura, lo que pretendió Julio Cortázar era representar el caos, el azar de la vida y la relación indiscutible entre lo creado y la mano del artista que lo hace.

Dos lecturas del libro se proponen en un tablero de dirección (como su propio nombre indica, el juego típico de rayuela al que todos hemos jugado en alguna ocasión). Este tipo de estructura rompió con todo lo establecido hasta el momento en lo que a literatura se refiere.


Primer libro

El primer libro de Rayuela lo leeremos en un orden lineal, terminando en el capítulo 56. Está formado por dos partes: Del lado de allá y Del lado de acá. En ambas, se presenta la trama esencial o historia del libro.


Del lado de allá

Horacio Oliveira trabaja como traductor en París. Allí funda con unos amigos el Club, donde mata el tiempo conversando o escuchando música de jazz. Mantiene una relación amorosa con Lucía, la Maga, una uruguaya que es madre de un niño al que ella llama Rocamadour. Sin embargo, la peculiar relación que existe entre ambos se deteriora. En una de sus reuniones, Rocamadour cae muerto repentinamente y, a consecuencia de ello, Lucía desaparece y deja escritas unas líneas.

Esta primera parte, termina con la imagen de una rayuela, hilo conductor de todo el libro que representa la búsqueda del equilibrio (el cielo).


Del lado de acá

La acción de esta parte del libro se sitúa en la ciudad de Buenos Aires. Antes de llegar a aquí, Oliveira busca desesperadamente a la Maga en Montevideo. De regreso en barco a Argentina, la confunde con otra mujer.

Ya en Argentina, vuelve a su amistad con Traveler y conoce a la mujer de este, Talita, que le recuerda desde el primer momento a la Maga. Trabajará con esta pareja en un circo y en una clínica psiquiátrica. Pero Oliveira se ve desbordado por síntomas progresivos de desequilibrio mental. Sus confusiones hacen que crea ver a cada momento a la Maga en vez de a Talita. Esto le llevará a una crisis que lo hace pensar en el suicidio. Se intenta suicidar pero finalmente Traveler y Talita evitan que se deje caer desde la venta a un patio en el que hay pintada una rayuela.


Segundo libro

En el segundo libro tenemos la segunda alternativa de lectura y comienza en el capítulo 73. En esencia encontraremos nuevas incorporaciones paisajistas, los capítulos prescindibles, a la estructura argumental delineada anteriormente en el libro.


De otros lados

Estos paisajes constituyen una visión más profunda de la misma realidad, en la que se revelan conexiones ocultas. Pero además, aparecen en ella personajes como Morelli, un anciano escritor del que se sirve el autor para exponer algunas de las claves de Rayuela: novela abierta, fragmentada, inquietante y participativa que refleja el caos de la realidad pero ni lo ordena ni lo explica.


Estoy releyendo este libro maravilloso, aquí os dejo los fragmentos que más me gustan, aunque es difícil porque me gusta el libro entero:



"Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo – Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil." 

(..)

"...y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico."

"Nunca te llevé a que madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mi, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa maquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro."

"Te cansaste de no estar cansada."

"Me di cuenta que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos."

"Y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma"

"porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad."

(Cap. 1)


"La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que cortaba el agua del tiempo y la negaba"
"lo que verdaderamente me exasperaba era saber que nunca volvería a estar tan cerca de mi libertad como en esos dias en que me sentía acorralado por el mundo Maga, y que la ansiedad por liberarme era una admisión de derrota."

"A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura o un perro."

(Cap. 2)




"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. 

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.."

(Cap. 7)


"Pero ya no te puedo hablar de esas cosas, digamos que todo se acabó y que yo ando por ahí vagando, dando vueltas , buscando el norte, el sur si es que lo busco. Si es que lo busco. Pero si no los buscara, ¿qué es esto? Oh, mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás.

(…)

Y por qué no, por qué no había de buscar a la Maga, tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue del Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y oliva que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, nos íbamos por ahí a la caza de sombras.."

(Cap. 21)








Lectura digital del libro entero, espero lo disfruten:

http://www.literaberinto.com/cortazar/rayuela.htm

FRANZ KAFKA - EL PROCESO

"¿Qué hago? No soporto vivir. La vida es tan corta, y no soporto vivir.
No sé. Siento lo mismo. Pero hay cosas, hay muchas cosas. Hay un
punto en que la desesperación es una luz, y un amor.
¿Y después?
Después viene la Naturaleza.
¿Usted está llamando naturaleza a la muerte?
No. Estoy llamando naturaleza a la naturaleza.
¿Todas las vidas habrán sido así?
Creo que sí.."


(Fragmento del libro)




Ilustración de 'El Proceso', de Franz Kafka, por Chantal Montellier.


Fragmentos:


–¿Cómo te imaginas el final? ––preguntó el sacerdote.

Al principio pensé que terminaría bien ––dijo K––, ahora hay veces que hasta yo mismo lo dudo. No sé cómo terminará. ¿Lo sabes tú?

–No ––dijo el sacerdote––, pero temo que terminará mal. Te consideran culpable. Tu proceso probablemente no pasará de un tribunal inferior. Tu culpa, al menos provisionalmente, se considera probada.

–Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más? Todos somos seres humanos, tanto el uno como el otro.

–Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables.

–¿Tienes algún prejuicio contra mí? ––preguntó K.

–No tengo ningún prejuicio contra ti ––dijo el sacerdote.

–Te lo agradezco ––dijo K––. Todos los demás que participan en mi proceso tienen un prejuicio contra mí. Ellos se lo inspiran también a los que no participan en él. Mi posición es cada vez más difícil.

–Interpretas mal los hechos ––dijo el sacerdote––, la sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia.

(…)




(...)

-Intentaré ser honesto con usted, dijo K. 

-No te engañes, dijo el sacerdote. 

-¿En qué podría engañarme?, preguntó K. 

-Te engañas en lo que se refiere al tribunal, dijo el sacerdote, en la introducción a la Ley se ha escrito sobre este engaño: 

"Ante la Ley hay un guardián que protege la puerta de entrada. Un hombre que viene del campo que se acerca a él y le pide permiso para acceder a la Ley. Pero el guardián dice que en ese momento no le puede permitir la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde podrá entrar. "Es posible" responde el guardián, "pero no ahora". 

Como la puerta de acceso a la Ley permanece abierta, como siempre, y el guardián se halla a un lado, el hombre se inclina para mirar a través del umbral y ver de ésta manera qué hay en el interior. Cuando el guardián advierte su intención, ríe y dice: 

"Si tanto te tienta, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero ten en cuenta que soy poderoso y que, además, soy el guardián más insignificante. Ante cada una de las salas permanece un guardián, cada uno más poderoso que el otro. La mirada del tercero ya resulta para mí insoportable". 

El hombre procedente del campo no había imaginado tantas dificultades. La Ley, piensa, debe ser accesible a todos y en todo momento, pero al considerar ahora con más exactitud al guardián, cubierto con su abrigo de piel, al observar su enorme y prolongada nariz, la barba negra, fina, larga, tártara, decide que es mejor esperar hasta que reciba el permiso para entrar. 

El guardián le da un banquillo y deja que tome asiento a uno de los lados de la puerta. Allí se queda sentado días y años. Hace muchos intentos para que le permitan entrar y agota al guardián con sus súplicas. 

El guardián lo somete frecuentemente a cortos interrogatorios, le pregunta de su hogar y de otras cosas, pero son preguntas indiferentes, como las que hacen los grandes señores, y al final siempre repetía que aún no podía permitirle la entrada. 

El hombre, que estaba muy bien provisto para el viaje, utiliza todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Éste lo acepta todo, pero al mismo tiempo le repite: "Sólo lo acepto para que no creas que has omitido algo". 

Durante todos los años que permaneció allí, el hombre observó al guardián de forma casi ininterrumpida. Se olvidó de los otros guardianes y éste le terminó pareciendo el único impedimento para tener acceso a la Ley. 

Los primeros años maldijo la desgraciada casualidad, más tarde, ya envejecido, sólo murmuraba para sí en un rincón. Finalmente se vuelve senil, y como se ha sometido durante tantos años al guardián en una larga contemplación, termina por conocer a una de las pulgas que habita en el cuello del abrigo de piel del guardián, por lo que solicita a la pulga que le ayude a cambiar la opinión del guardián. 

Por último, su vista, ya débil, no sabe reconocer si oscurece a su alrededor o si son sólo sus ojos los que lo engañan. Pero ahora advierte en la oscuridad un brillo que irrumpe indeleble a través de la puerta de la Ley. Ya no vivirá mucho más. 

Antes de su muerte se concentran en su mente todas las experiencias pasadas, que toman forma en una sola pregunta que hasta ahora no había hecho al guardián. Entonces le guiña un ojo, pues ya no puede mover su cuerpo entumecido. 

El guardián tiene que agacharse mucho porque la diferencia de tamaños ha variado en perjuicio del hombre de la provincia. 

"¿Qué quieres saber ahora?" pregunta el guardián, "eres insaciable". 

"Si todos buscan la Ley", dice el hombre, "¿Cómo es posible que durante todos estos años, sólo yo haya solicitado la entrada?". 

El guardián comprende que el hombre se encuentra en sus últimos instantes de vida y, para que su débil oído pueda percibirlo, le grita: 

"Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues está entrada estaba reservada sólo para ti. Me iré ahora y la cerraré".

(...) 


(Fragmento admirable del libro)


FRANZ KAFKA, (1883-1924)

El proceso es una novela inacabada de Franz Kafka, publicada de manera póstuma en 1925 por Max Brod, basándose en el manuscrito inconcluso de Kafka. 

El libro cuenta la historia de Joseph K., un empleado de un banco que una mañana es detenido por unos policías. Los cargos de los que se le acusa se desconocen, como tampoco se sabe ante quién ha de comparecer o quiénes son los miembros del tribunal que le va a juzgar.
A través del arresto surrealista de este personaje, el genio checo critica la estructura opresora de la sociedad de entonces y obliga al lector a reflexionar sobre lo loco y absurdo que resulta el mundo moderno.




Cartel oficial en español de: El proceso



Orson Welles hizo en el año 1962 una película extraordinaria.


martes, 13 de junio de 2017

IDA VITALE - MARAVILLOSA ESCRITORA URUGUAYA

"La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.

Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.

Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire,
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.

¿Es más que su sabor el gusto de la vida ? "





Ida Vitale (Montevideo, 1923) Poeta, traductora, ensayista y crítica literaria uruguaya. Considerada integrante de la Generación del 45 con otros escritores uruguayos como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi o Idea Vilariño.

De familia culta y cosmopolita fue lectora precoz y su descubrimiento de dos poetas uruguayas de entresiglos, Delmira Agustini y, de María Eugenia Vaz Ferreira, la inclinó a la poesía lírica, aunque sus dos grandes referentes fueron José Bergamín, su profesor en Montevideo, y Juan Ramón Jiménez, a quien también conoció en persona. 

Estudió Humanidades en Uruguay y ejerció la profesión docente. Colaboró en el semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario uruguayo Época. Fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror.





Se exilió a México en 1974 y, tras conocer a Octavio Paz, este la integró en el comité asesor de la revista Vuelta

Además participó en la fundación del periódico Uno más Uno y continuó dedicada a la enseñanza, impartiendo además un seminario en El Colegio de México. 

Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Uruguay en 2010. Lee y traduce particularmente del francés y del italiano, y entre los autores de sus versiones se cuenta a Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jacques Lafaye, Jean Lacouture y Luigi Pirandello.





CONTRA ENGAÑOS

Los guardadores de la nostalgia
rememoran en los días de oro
con la baraja expiatoria
de sangre sepia y claroscuro.
Si la cuenta de puentes canta,
la lluvia del tiempo les llora
y condice con catedrales
anegadas en ciegos vinos.
Mejor, a espaldas las imágenes,
probar el vidrio de los versos
con el rigor del ser a solas.
Y si están muertos de mentiras,
si otra lluvia del tiempo les llora,
penitenciarlos, aunque luego
andemos un campo vacío.


SE ELIGE

Diezmada, desangrada,
cortada en tantas partes
como sueños,
quiero,
no obstante,
ésta y no otra manera
de estar viva;
ésta y no otra manera de morir;
este sobresalto
y no más la habitual
duermevela.
Como una sombra de uno mismo
o como incendiado fósforo violento.
No hay otra alternativa,
ni más signo de identificación.
No otra muerte.
No mayor vida.


CUADRO

Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión,
un festín de luces y sombras,
la apariencia del viaje en la inmovilidad.
Tensamos un blanco campo
para que en él esplendan
las reverberaciones del pensamiento
en torno del ícono naciente.
Luego soltamos nuestros perros,
azuzamos la cacería,
la imagen serenísima, virtual,
cae desgarrada.


SUMAS

Uno más uno, decimos. Y pensamos:
una manzana más una manzana,
un vaso más un vaso,
siempre cosas iguales.

Qué cambio cuando
uno mas uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.



VÉRTIGO

Varada velocísima en
tu borde,
veraz de veras,
en vilo, en vela
virando hacia,
en ti guarecida,
guarnecida quiero seguir
imaginando cómo se amanece,
capaz de maullar
por las azoteas del frío
o del ardor final,
feliz naciendo
de la diaria muerte.


RESIDUA

Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?


***




Algunas de sus obras fueron:

La luz de esta memoria (1949)
Palabra dada (1953)
Cada uno en su noche (1960)
Oidor andante (1972)
Jardín de sílice (1980)
Parvo reino (1984)
Sueños de la constancia (1988)
Procura lo imposible (1998)
Reducción del infinito (antología)
Fieles (antología)






Ida Vitale tiene un amor que es su compañero de vida desde hace más de 50 años: Enrique Fierro, también poeta, también uruguayo. 
Se conocieron alrededor de 1970, cuando él era alumno de uno de los grandes intelectuales uruguayos, Ángel Rama, primer esposo de Ida y padre de sus hijos. 
Después, en 1973, Enrique e Ida partieron al exilio en México, huyendo de la dictadura. Él tenía 22 años; ella, 40.






Una belleza de mujer

MARIE LAURENCIN - EL LADO FEMENINO DEL CUBISMO Y SU ENFOQUE PARA LA ABSTRACCIÓN

​"La subjetividad que caracterizó a la obra de Marie Laurencin se debió en gran parte a la preocupación de la artista por su propia fisonomía, que explotó repetidamente a través de la pintura"


Autorretrato, 1908


Marie Laurencin (París, 31 de octubre de 1883 - 8 de junio de 1956) fue una pintora y grabadora.

Expuso por primera vez en 1907 en el Salón de los Independientes. Ese mismo año, Picasso la presentó a Guillaume Apollinaire, con el que mantendría una relación tan apasionada como tumultuosa que duraría hasta 1912.



Les jeunes filles


Apollinaire y sus amigas, 1909


"Las horas pasan lentamente
Como el desfile de un entierro
Llorarás la hora en que lloras
Que huirá también rápidamente
Como pasan todas las horas ..."


(Guillaume Apollinaire)




Picasso, 1908


En 1914 se casó con el barón Otto von Wätjen, al que había conocido el año anterior. Después de la declaración de la Primera Guerra Mundial, la pareja se exilió en España, primero en Madrid y después en Barcelona. Asociada con Sonia y Robert Delaunay gracias a un encuentro organizado por Francis Picabia, Marie Laurencin compuso varios poemas para revistas artísticas durante 1917. 



Las dos españolas, 1915

Guillaume Apollinaire, Pablo Picasso, Marie Laurencin y Fernande Olivier (abajo a la derecha), pintados por Laurencin.

La Danse à la campagne, 1913


En 1920 volvió a París después de divorciarse de Otto von Wätjen y comenzó a trabajar en la ilustracion de libros de autores como Paul Morand, René Crevel, Paul Verlaine y André Gide, para quien ilustró una edición de lujo de Alicia en el País de las Maravillas y La tentative Diaghilev. 









Les jeunes femmes, 1911

Las dos amigas 1913-1914

Les trois graces, 1926

Autorretrato con gato, 1912

La poetisa Marguerite Gillot, 1.912.

Femme à l'éventail, 1912


Su estilo pictórico comprende un empleo particular de colores fluidos y suaves, una creciente simplificación de la composición, una predilección por ciertas formas femeninas alargadas y graciosas que le permiten ocupar un lugar privilegiado en el París mundano de los años 1920.

Su estilo artístico, aunque se vinculó al Círculo Vanguardista del "Bateau-Lavoir", fue más refinado. Recibió la influencia de los cubistas Pablo Picasso y Georges Braque; aunque desarrolló un enfoque único para la abstracción.


Le baiser, 1927
Jeune Fille à la Guirlande de Fleurs, 1935

Mujer con turbante, 1941


Convertida en retratista oficial del mundo del estilismo femenino desde 1920, Marie Laurencin ejerció además como decoradora para el ballet Las ciervas (1924), de Francis Poulenc, y también para las compañías de la Opéra-Comique, La Comédie Française y los ballets de Roland Petit en el Teatro de los Campos Elíseos.






*.- Fragmento de un artículo de Francisco Umbral dedicado a ella - publicado en EL CULTURAL el 31/10/2002


"Marie Laurencin se pasó la vida mirando y pintando mujeres, amando ninfas que querían ser ella y se burlaban un poco de ella .."


La ninfa en la sombra, con risa y sarcasmo, la ninfa que sólo viste unas rayas para adentrarse en la noche, la ninfa que despierta la melancolía y la curiosidad de la mujer adulta, la mujer de gran flequillo triste y escote triangular en mitad del pecho, con un lazo en un hombro, la mujer de nariz grácil y boca dibujada que es como el sello de su personalidad, como el beso congelado en la cara, vivo pero sin destino. 

La mujer adulta está hecha de transparencias y la esbeltez picuda de sus pies asciende, reconocible, hacia unos muslos densos, dormidos, a punto de abrirse en un ramo de flores. La ninfa ríe burlona y diablesa noche adentro, pero mira a la gran dama, a la elegante dama que sólo tiene, para acompañarse y consolarse, su caballo también femenino, no yegua pero femenino, y que de alguna manera participa en el juego de las dos o de los tres. Caballo de orejas breves y picudas, femeninas orejas de gato, caballo de una borrosidad cálida y una boca pequeña, infantil, bajo la esbeltez de su nariz y sus ojos pequeños y dibujados, también femeninos, que miran la escena de la ninfa, la dama y el caballo..."


Trois jeunes femmes-1953



*.- Entrada que hice en 2015 y que actualizo hoy.



lunes, 12 de junio de 2017

WILLIAM MORRIS - ARTE Y SOCIALISMO - AGITADOR SOCIAL QUE ANHELABA LA CONSTANTE ASPIRACIÓN A LA BELLEZA


"Además del deseo de producir cosas hermosas, la pasión rectora de mi vida ha sido y sigue siendo el odio hacia la civilización moderna". (William Morris)

Esta frase lapidaria, es la que nos saluda nada más coger este libro de William Morris (1934-1896). En él, el lector encontrará tres conferencias de este peculiar inglés: "Cómo vivimos y cómo podríamos vivir", "Trabajo útil o esfuerzo inútil" y "El arte bajo la plutocracia". 

William Morris, hijo inequívoco y rebelde de la revolución industrial, es un caso privilegiado. Nacido en 1834 y muerto en 1896, su vida transcurrió paralela al victorianismo que convirtió a Inglaterra en la fábrica del mundo y consagró la hipocresía como sustento moral de la sociedad.


En el siglo XIX, en Inglaterra, se levantaban cientos de fábricas que anunciaban la entrada a un nuevo mundo lleno de máquinas y humo, y donde muchos oficios quedarían desposeídos de su cometido de crear arte popular, belleza y satisfacción. De esto habló durante gran parte de su vida William Morris. Este renacentista se reveló ante el paisaje que veía que estaba construyendo el nuevo capitalismo industrial y denunció la vulgaridad que suponía la producción en masa y el imperio del diseño estandarizado.


Diseño textil de William Morris


El esteta y agitador social hablaba de la constante aspiración a la belleza, la realización personal a través del trabajo, la justicia social y la plenitud de la vida. 

El sistema de producción capitalista, como predijo, no ha prestado la más mínima atención a estos valores. Por eso el pensamiento de Morris tiene hoy la misma vigencia que el día que lo expresó en sus conferencias y lo escribió en sus ensayos hace casi dos siglos. Su aspiración a un trabajo que ennoblezca la vida humana en vez de empobrecerla y esclavizarla es, también, absolutamente actual.







Releyendo el libro he encontrado el siguiente texto que, a pesar de que tiene más de 100 años, me parece de lo más vigente:



".. Y de nuevo la palabra arte me lleva a plantearme mi última exigencia, y es que el ambiente material que nos rodee sea agradable, generoso y bello; sé que es una exigencia ambiciosa, pero les diré que, si no puede ser satisfecha, si toda comunidad civilizada no puede proporcionar ese ambiente a todos sus miembros, no quiero que el mundo prosiga; la existencia del hombre habrá sido mera miseria. No creo que, bajo las actuales circunstancias, sea posible hablar con demasiada vehemencia sobre este asunto. Pero estoy seguro de que llegará el día en que la gente encuentre difícil de creer que una comunidad rica como la nuestra y con tal dominio sobre la naturaleza exterior, haya podido someterse a una vida tan mezquina, andrajosa y sucia como la nuestra.

Y, de una vez por todas, no hay nada en nuestras circunstancias, salvo la persecución del beneficio, que nos arrastre a ello. Es el beneficio el que amontona a los hombres en enormes e imposibles aglomeraciones llamadas ciudades, por ejemplo; es el beneficio el que allí los hacina en barrios cerrados, sin jardines ni espacios abiertos; es el beneficio el que no toma la más mínima precaución contra la inmersión de distritos enteros en nubes de humos sulfurosos, que transforman hermosos ríos en inmundas cloacas; el que condena a vivir a todos, salvo a los ricos, apretujados en viviendas estúpidamente reducidas en el mejor de los casos, porque en el peor, no hay ni siquiera palabras para designar tal ruindad.

Me parece casi increíble que podamos soportar tan crasa estupidez; pero sé que no lo haríamos si pudiéramos remediarlo. No la soportaremos cuando los obreros se quiten de la cabeza que son un mero apéndice del proceso de creación de beneficios, que cuanto más beneficios se obtengan, mayores empleos y salarios más altos tendrán y que, por lo tanto, toda la inmundicia increíble, el desorden y la degradación de la civilización moderna son signos de su prosperidad; lejos de ello, son los signos de su esclavitud. 

Cuando hayan dejado de ser esclavos exigirán, como lo más natural del mundo, que cada hombre y que cada familia sea alojada con holgura; que cada niño pueda jugar en un jardín cercano a la casa de sus padres; que las casas, por su evidente decencia y orden, puedan ser ornamentos de la naturaleza y no desfiguraciones de ella, porque es casi seguro que la decencia y el orden mencionados, cuando lleguen a ser habituales, llevarán con casi toda certeza a la belleza en la construcción. 

Todo esto supondría, por supuesto, que las gentes –es decir, la sociedad en su conjunto- debidamente organizadas, en posesión plena de los medios de producción, no como propiedad individual, sino empleados por todos según lo exija la ocasión; y no sólo en esos términos es posible; en cualesquiera otros la gente será arrastrada a acumular riquezas privadas para sí misma, y la consecuencia será una vez más el derroche de los bienes de la comunidad y la perpetuación de la división de clases, lo que significa guerra y despilfarro continuos.." 


(William Morris. fragmento del libro Cómo vivimos y cómo podríamos vivir)




William Morris, escritor, poeta y artesano inglés, reformador social, diseñador y artista inglés que a través de su obra literaria, teórica y artística intentó la renovación de la cultura recuperando el espíritu de las artes y oficios medievales. Como diseñador y artesano, su obra ejercería gran influencia en el diseño de libros, en el arte de la impresión, en las artes visuales y en el diseño industrial del siglo XIX. Su ideario social, de signo utopista, quedó recogido en escritos teóricos y en novelas como "Noticias de ninguna parte". Fue un destacado activista del movimiento Arts and Crafts y simpatizante del prerrafaelismo.

Estuvo casado con Jane Morris (Jane Burden), musa de casi todos los cuadros de su amigo y pintor Dante Rossetti, musa de los prerrafaelitas.

En 1885 fundó la Liga Socialista y dirigió un diario de la misma, The Commonweal; pero, poco a poco, se convenció de que su buena fe era incompatible con la vida política. Abandonó entonces la Liga, apoyándola, sin embargo, románticamente hasta su muerte. De estos años son sus trabajos de tema social: dos novelas (una de ellas utópica, Noticias de ninguna parte) y los Chants for Socialists, que son una historia del socialismo.
El autor de estos tres libros fue un hombre que se caracterizó por una fuerza germinadora y generadora que es inevitable no admirar: poeta, articulista, ensayista, conferenciante, activista político, pintor y pionero en el diseño de tejidos. 

Facetas todas ellas, que en distintos niveles trabajaban al servicio de un mismo ideal: enfrentarse a la revolución industrial, reaccionar contra lo que ella estaba generando. Y es que Morris la acusa de haber convertido todo trabajo, toda producción, en un ejercicio que aniquila al individuo: de él sólo se espera que cubra su función en el engranaje de la fábrica, que repita siempre los mismos movimientos, que destierre toda creatividad. El resultado es una maquinización de la carne y del espíritu, un embrutecimiento que sólo es explicable desde los beneficios que aquel que no trabaja recoge.


Retratos, muebles, libros, carteles, textiles, joyas y poemas

Poema:

El amor es suficiente: 
aunque el mundo disminuya, y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena,
aunque el cielo sea demasiado negro para que los débiles ojos perciban el rubor dorado de las flores creciendo debajo,
aunque las colinas sean pilares de sombras, y el mar una maravilla oscura, y ese día dibuje un velo sobre todos los hechos pasados,
sus manos no harán temblar, sus pies no harán vacilar; el vacío no agotará ni el miedo alterará estos labios y estos ojos de amante y amado.


William Morris 



La bella Isolda (1858), mejor conocida como La reina Ginebra, es la única pintura al óleo conservada de William Morris


Diseños textiles





Alfombra de Lana Diseño William Morris

Tipografía de William Morris. Morris funda Kelmscott Press en 1891 donde produce trabajos originales así como reimpresiones de los clásicos, siendo su obra más conocida The Chaucer.


Walter El Dorado decide escapar de una vida de frustraciones y llega a una lejana y extraña tierra habitada por seres enigmáticos, enanos, doncellas, hombres, osos... al frente de una pequeña expedición de robinsones. Una genuina historia fantástica.





Manifiesto de la Socialist League (1885)


Morris comparte con los socialistas su idea de que la clase privilegiada, poseedora de los medios de producción, debe desaparecer: "Todos deben trabajar según su capacidad y producir así lo que consumen".

Incluso el autor propone una definición de socialismo, que retomará en numerosas ocasiones:

"Un estado de la sociedad en que no haya ni ricos ni pobres, ni dueños ni esclavos, ni ociosos ni oprimidos, ni intelectuales de mente enferma ni trabajadores de espíritu decaído; en una palabra, en la que todos los hombres vivan en igualdad de condiciones, se ocupen de sus asuntos si desperdiciar nada y con la convicción plena de que dañar a uno significa dañar a todos…, la realización de la palabra comunidad"


Diseño de William Morris (1862)


"El arte que he estado ayudando a crear se hundiría al morir los pocos que realmente nos preocupamos de él, y que una reforma artística basada en el individualismo está llamada a perecer con los individuos que la hayan iniciado".