Mercedes Fitipaldi |
Ella siempre le pedía que cerrara la ventana.
Entonces él, riéndose, la estrechaba entre sus brazos y le repetía que era hermoso estar juntos y ver los jazmines bajo los tilos. Entre besos y caricias calmaba su frío y sus miedos.
Cada noche, cada mañana, ella insistía. Y él volvía a rechazar amorosamente la idea.
Paulatinamente los jazmines llegaron a su máximo esplendor; luego empezaron a marchitarse; al fin murieron.
Con la primera lluvia de otoño él no tuvo a quién abrigar. Entonces comprendió que ella nunca había tenido frío ni miedo. Sólo se resistía, por amor, al llamado natural que sienten los pájaros por la libertad.
4 comentarios:
Esa Libertad que estaba tras esas ventanas y tiñeron de ocre esas ansiedades permanentes.
Precioso, Inma.
Un abrazo.
Ella amaba pero se sentía en una cárcel y deseaba colarse por la ventana y volar.
Volar lejos y desprenderse de ese abrazo insensato. Ahora mismo puede estar pasando, en algún lugar de este mundo.
Gracias Pedro Luis, un besote grandee
Me ha gustado mucho, Inma, dice tanto...
Cientos de abrazos!!
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Graciass..me gusta que te guste. Reflexiones a media noche, las peores o las mejores.
Pero qué guapo eres jobarrr...besos a ambos y pa'lante genio!!
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