LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE (1561 – 1627) cuadro atribuido a Velázquez
Luis de Góngora y Argote (1561-1627) nació en Córdoba de una familia noble, acaso de conversos. Se educó en la casa paterna y, después, estudió Cánones, en Salamanca hasta 1581. Fue racionero de la Catedral de Córdoba en 1585, herencia que recibió de su tío, y viajó por Madrid, Valladolid y Cuenca. Por su conocida generosidad, precisó la protección del marqués de Ayamonte y del duque de Lemos. Es posible que dedicara parte de su juventud a aventuras amorosas de tono menor y otras diversiones, como el juego, a juzgar por la amonestación que, en 1588, recibe del Obispo.
En Madrid, en 1617 fracasó en sus aspiraciones cortesanas, pero, tras ganar una capellanía en Palacio, se ordena sacerdote e intenta proteger a sus familiares con cargos parecidos. Pretende favores del duque de Lerma, a quien dedica su Panegírico (1617) y de Rodrigo Calderón, sin éxito.
Arruinado y enfermo, logró la protección de su familia en Córdoba, en 1626, donde muere un año después.
Despreciada por críticos como Menéndez Pelayo, su poesía fue revalorizada por la generación poética de 1927.
Poemas:
" De la brevedad engañosa de la vida"
Menos solicitó veloz saeta
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,
destinada señal, que mordió aguda;
agonal carro por la arena muda
no coronó con más silencio meta,
que presurosa corre, que secreta
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa.
a su fin nuestra edad. A quien lo duda,
fiera que sea de razón desnuda,
cada sol repetido es un cometa.
¿Confiésalo Cartago y tu lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.
Peligro corres, Licio, si porfías
en seguir sombras y abrazar engaños.
Mal te perdonarán a ti las horas;
las horas, que limando están los días,
los días, que royendo están los años.
las horas, que limando están los días,
los días, que royendo están los años.
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"De la ambición humana"
Mariposa, no sólo no cobarde,
mas temeraria, fatalmente ciega,
lo que la llama el Fénix aún le niega.
quiere obstinada que a sus alas guarde:
mas temeraria, fatalmente ciega,
lo que la llama el Fénix aún le niega.
quiere obstinada que a sus alas guarde:
pues en su daño arrepentida larde,
del esplendor solicitada, llega
a lo que luce, y ambiciosa entrega
su mal vestida pluma a lo que arde.
del esplendor solicitada, llega
a lo que luce, y ambiciosa entrega
su mal vestida pluma a lo que arde.
¡Yace gloriosa en la que dulcemente
huesa le ha prevenido abeja breve,
suma felicidad a yerro sumo!
huesa le ha prevenido abeja breve,
suma felicidad a yerro sumo!
No a mi ambición contrario tan luciente,
menos activo, si cuanto más leve,
cenizas la hará, si abrasa el humo.
menos activo, si cuanto más leve,
cenizas la hará, si abrasa el humo.
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