Javi Piruleta |
(Javier Soria) La última carta. Para ti:
La verdad es que hoy no tengo ninguna gana de escribir. Ni siquiera sé por qué “lanzo al mundo” todas mis miserias. Supongo que apetece decir, sacar de dentro parte de lo que se tiene, de lo que corroe las entrañas. Hoy todo se desmorona, y las ilusiones han volado. Pero prometí cuidar algo que para mí es lo más valioso que existe, y lo haré, aunque empiece de esta manera, con este texto infame. Ni siquiera sé de qué hablar, qué contar, qué escribir. Sólo tengo un puñado de sentimientos clavados como puñales en lo más hondo del dolor. Se desvanece la luz y sólo florecen negros nubarrones que tapan el arcoíris. Las palabras también se rompen, como se rompieron de nuevo aquellas miradas que, como por hechizo, habían dejado de estar rotas, y empezaron a brillar radiantes, mostrándose al mundo con toda su intensidad.
Hoy solo tengo miedo. Miedo por mí, pero más por ti. La gratitud es un sentimiento noble, pero puede volverse amargo si se fuerza con el chantaje emocional. Llegarás a culpar. Y no será bueno. Espero que nunca llegues a odiar, que la felicidad esté en el horizonte cercano.
Hoy no sé nada. No sé si trataré de borrar. Nadie conoce los recovecos de la mente y del corazón hasta que no se enfrenta a ellos. Alguna vez pensé que se podían borrar cosas pinchando un botón en una pantalla, pero nunca se podrá, nunca podrás, borrar del todo (o quizá del nada) lo que, escrito, plasmado en una canción o en una imagen… había salido del alma. Eso está grabado a fuego, y es imposible eliminarlo.
Imposible: qué palabra. La palabra que vino y se fue, para volver de nuevo, insistente, para mostrarse, para hacerse irreal, para decir “aquí estoy”… para luego volver a desvanecerse, haciéndose entonces real. Mientras estaba no existía, y cuando desapareció apareció.
Hoy es un día triste, el más triste. La amargura llega del corazón a la boca, empastándola con su sabor. Mañana también será triste, y solo espero que haya un pasado mañana donde aquéllo que decía pueda volverse realidad. ¿Será verdad que todo mereció la pena?
Hoy ni siquiera lo sé. Se me ha perdido cualquier rastro de certeza. Tuvimos miedo al miedo y no fuimos capaces de subir al tren que pasaba, bien es cierto que quizá demasiado deprisa. Pero podríamos haber dado el salto al vacío, haber intentado agarrarnos a una escalerilla para haberlo cogido. Total, para morir igual, mejor hacerlo de forma heroica. Ya sé que no había red, pero ya estoy tejiendo una para la próxima vez que pase el tren.
Hoy brilla el sol, pero no brilla. Hace un espantoso día radiante, que invita a la felicidad. Y yo quiero mi entrada vip a la tristeza.
Hoy toca pedir perdón por haberte llevado hasta aquí. Hoy toca dar las gracias por haberme enseñado a volar. Hoy toca lamentar haber perdido todo.
Hoy, como diría Calderón, la vida es una mierda.
[para quien haya llegado hasta aquí, no te preocupes, solo es literatura... o quizá no]
Su maravilloso blog:
*.- Grande la sensibilidad de Javier, escribe y se siente plenamente, parece que me leyó el pensamiento, porque es así cómo me siento, y nunca lo hubiera expresado tan bien como él. Hay que tener un alma grande para poder sufrir, eso creo, no lo hace todo el mundo, qué más quisiéramos. Sentir el miedo dentro de las entrañas, que corroe, eso sólo lo sienten los seres inmensos, los que son capaces de llorar, los cercanos.
Este post lo publiqué en 2011, y el 19 de diciembre de 2014 perdimos a este gran compañero. Esto escribí cuando me enteré:
Javi Piruleta, ¡Un bellísimo ser humano!. Esta mañana me desperté con la triste noticia de que se nos fue. Aún estoy noqueada. Era admirable.
"Cada palabra que pronunció, quedará sellada en nuestros labios
cada gesto que hizo, quedará grabado en nuestra retina
cada mirada amorosa que nos brindó, quedará en nuestro corazón
No hay palabras para expresar lo que has significado para tanta gente, solamente hay miles de corazones llenos de ese amor que tú nos diste".
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