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viernes, 12 de agosto de 2011

GEORGIA O'KEEFFE - LA PINTORA DE LA SEXUALIDAD FEMENINA

             GEORGIA O'KEEFFE

georgia o'keeffe


Georgia O’Keeffe es un caso curioso en el mundo del arte, porque aun siendo una de las mujeres que demostró su valía artística de forma más precoz, le costó mucho exhibir su obra y tardó por ello mucho tiempo en ser reconocida como una gran artista. En todo caso su condición de mujer influyó en este aspecto, aunque también su personalidad y la educación recibida desde pequeña, en la que un principio básico de austeridad y modestia presidió su infancia.



La casa que habito, 1937.






Flores grandes y en primeros planos, lirios, orquídeas, amapolas, en las que parece que el espectador quede envuelto completamente. Flores aisladas sin ninguna referencia espacial. Flores ante las que nosotros parezcamos meros insectos y que combinan sus formas abstractas con un naturalismo singular, que algunos han relacionado con el surrealismo. 


Para otros, las flores de O’Keeffe son metáforas sexuales por su sensualidad y sus formas, pero en cualquier caso, la pintura de O’Keeffe trasciende todo simbolismo y se afianza como una expresión plástica tan genuina y personal que no puede asociarse a ningún movimiento artístico. 


















Nació en Wisconsin, en Estados Unidos, en una familia de granjeros que vivían humildemente, lo que no impidió que muy niña aún recibiera clases de dibujo y que a los veinte años ya estuviera estudiando en el Art Institut de Chicago y muy poco después en la Universidadde Virginia y en la Art Students League de Nueva York. Desde Nueva York daría el salto hasta Texas, donde se encontraría dando clases de dibujo en un pequeño pueblo de vaqueros, Amarillo, quintaesencia del auténtico oeste americano, cuyo paisaje e idiosincrasia le inspiraron profundamente.























Fue a partir de entonces, hacia 1916, cuando empezaría a realizar sus primeras acuarelas abstractas, cuyos motivos se basaban en el paisaje del lugar aunque transformados por su peculiar visión pictórica. 

Fueron precisamente estas acuarelas las que empezarían a labrarle el camino de la fama, especialmente cuando las descubre el fotógrafo y marchante Alfred Stieglitz que las expone sin el permiso de la artista. No le importó esta negativa y continuó exponiendo las obras, iniciándose desde entonces un idilio entre ambos que acabaría en matrimonio. 

El apoyo de Stieglitz y la originalidad de su obra fueron multiplicando sus exposiciones y aumentando su fama. Sobre todo cuando en estos años comienza a pintar sus famosas flores, que se han convertido en su seña de identidad.



Alfred Stieglitz con Georgia O'Keeffe






A finales de los años veinte empezarán sus problemas matrimoniales, agravados por las continuas infidelidades de su marido y por el cansancio también que éste le provocaba. 

Descubre entonces un nuevo entorno que la fascinará, las tierras de Nuevo México: su luz cegadora, su amplias extensión, los tonos rojizos del paisaje la encantarán lo suficiente como para quedarse a vivir allí. De esa época serán sus vastos paisajes americanos y también sus pinturas de cráneos y huesos, que junto con sus flores son la otra imagen más conocida de esta pintora. 

De nuevo se analizaron bajo una interpretación simbólica, entendidos como una metáfora de la desesperación y la muerte, pero también en esta ocasión es suficiente con verlo como una imagen del desierto que a ella tanto le atraía.








Georgia O'Keeffe ha obtenido la fama como la pintora de la sexualidad femenina. Invitando al espectador a mirar las texturas interiores y suaves de los pétalos y que las formas queden entre boca y vagina, lengua y clítoris, labios de la boca y labios de la vulva. Esta lectura es consistente con la imagen de la flor, el órgano reproductor de la flor es un símbolo de lo femenino.



















A la muerte de su marido en 1946, O’Keeffe iniciaría una amplia etapa de exposiciones y retrospectivas que harían definitivamente justicia a su obra. También empezaría a viajar: en realidad no había salido de los Estados Unidos hasta que tuvo una cierta edad, por lo que para muchos representa una artista genuinamente americana y al contrario que otros muchos artistas estadounidenses, sin apenas influencias extranjeras, ni de las vanguardias europeas. 
Viaja por todas partes, pero son frecuentes sus viajes a México, tan próximo a su lugar de residencia, donde entablará amistad con Frida Kahlo y Diego Rivera.

Pintará con asiduidad hasta 1975 en que una creciente ceguera le irá impidiendo poco a poco su trabajo, pero vivirá hasta 1986, año en que muere a los 99 años de edad.













" (...) Su fuerza destructora era tan grande como su fuerza constructiva, los extremos coexistían. He experimentado y sobrevivido a ambas..." Alfred Stieglitz.