Zure begiak ain dire eztiak, / zeren beit-dira eniak zuriak, zuriak-eniak.
(Tan dulces son tus ojos, que los míos son tuyos, y los tuyos, míos)
A Amparitxu
Ser poeta no es vivir
a toda sombra, intimista.
Ser poeta es encontrar
en otros la propia vida.
No encerrarse; darse a todos;
ser sin ser melancolía,
y ser también mar y viento,
memoria de las desdichas
y eso que fui y he olvidado,
aunque sin duda sabía.
Cuando menos pienso en mí,
más se me ensancha la vida:
Soy un pájaro en el bosque
y Amparitxu si me mira.
He asesinado mi yo,
¡porque tanto me dolía!,
y al hablar como si fuera
lo que escapa a la medida,
mis ecos en el vacío
retumban sabidurías.
Con todo me identifico
y respiro por la herida,
y digo que mis poemas
son un vivir otras vidas
y un recrecerme en lo vasco
de Amparitxu y su delicia.
Cuanto más me meto en mí,
más me duelen las esquinas.
Cuanto más abro las alas,
bien de dolor, bien de dicha,
más descubro unas distancias
que, voladas, pacifican.
Cuando lean estos versos
no piensen en quien los firma,
sino en mi Euzkadi y mi Amparo,
y en un pasado que aún vibra,
y en cómo tiemblas las ramas
cuando las mueve la brisa.
Gabriel Celaya
Cuando Gabriel Celaya y Amparo Gastón se conocieron, en 1946, Amparitxu, que provenía de una familia comunista, se convirtió en la compañera y musa del poeta porque a través de ella (decía él) he encontrado razones para vivir.
[..] En Amparo desembocan los ríos de mis versos
en sus ojos parados, terriblemente abiertos,
y en el misterio cierto del amor y el suspenso.
¡Amor, tan sólo amor! ¿Qué importa ahora la rima?
Te quiero. Me recrezco. Tú enriqueces mi vida.
Amar es no soñar según lo que se espera
y ver cómo es milagro la luz de cada día;
Milagro y amenaza, descubrimiento loco [..]
[..] En Amparo desembocan los ríos de mis versos
en sus ojos parados, terriblemente abiertos,
y en el misterio cierto del amor y el suspenso.
¡Amor, tan sólo amor! ¿Qué importa ahora la rima?
Te quiero. Me recrezco. Tú enriqueces mi vida.
Amar es no soñar según lo que se espera
y ver cómo es milagro la luz de cada día;
Milagro y amenaza, descubrimiento loco [..]
En su libro Itinerario poético (1975) Celaya nos dejó escrito cómo se conocieron. Fue un 8 de octubre en una librería de San Sebastián. Él iba a entregar ejemplares de su libro Tentativas, ella estaba junto al escaparate, se miraron e iniciaron una conversación que duró 45 años, hasta 1991.
Amparo Gastón y Gabriel Celaya, escribieron y firmaron tres libros juntos: Ciento volando (1953) Coser y cantar (1955) y Musica celestial (1958)
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