Amedeo Modigliani |
Los hombres que me amaron saben de la facilidad que tengo
para destruir un mañana.
Saben que duermo con la boca abierta
despidiendo hasta la última luz
que intenté robar de sus cuerpos
y qué poco obtuve.
que intenté robar de sus cuerpos
y qué poco obtuve.
Los hombres que me amaron
saben como es el hilo de mi llanto
y el terco caer de mi baba,
lo escucharon al dejarme
y algunas veces y como una maldición
quizá lo descubren intentando la nostalgia vana
y pueden volver a oírlo como una
canción errante y volver a amarme y dejarme
con la misma facilidad con la que
abren los ojos
para convertirme en una pieza
frágil en su memoria.
Y qué es la ceniza sino el presagio de mis ojos en el espejo,
y qué son mis ojos sino mi destino escrito y la sentencia,
y cuál es la sentencia de esta mujer que escribe sobre el amor
como un cansado error
que se reitera sino la inevitable soledad,
y dónde están ahora los que me desterraron
(porque tuvieron miedo de mi locura y de mi amor)
sino escondidos en estas líneas vanas
conservados como viejas canciones
y es que este no es otra cosa que un poema
que destruye con facilidad otro mañana
y recibe conmigo el rechazo
del que va en busca de un corazón puro.
saben como es el hilo de mi llanto
y el terco caer de mi baba,
lo escucharon al dejarme
y algunas veces y como una maldición
quizá lo descubren intentando la nostalgia vana
y pueden volver a oírlo como una
canción errante y volver a amarme y dejarme
con la misma facilidad con la que
abren los ojos
para convertirme en una pieza
frágil en su memoria.
Y qué es la ceniza sino el presagio de mis ojos en el espejo,
y qué son mis ojos sino mi destino escrito y la sentencia,
y cuál es la sentencia de esta mujer que escribe sobre el amor
como un cansado error
que se reitera sino la inevitable soledad,
y dónde están ahora los que me desterraron
(porque tuvieron miedo de mi locura y de mi amor)
sino escondidos en estas líneas vanas
conservados como viejas canciones
y es que este no es otra cosa que un poema
que destruye con facilidad otro mañana
y recibe conmigo el rechazo
del que va en busca de un corazón puro.
Cecilia Podestá, (Perú), (de Oraciones, canciones y maldiciones de mujeres impuras)