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martes, 17 de enero de 2012

HIERBA MORA



"CONSTRUYENDO UN SUEÑO", GLORIA MORÁN



Considero que una mujer sin complicaciones, es decir, previsible, puede llegar a ser más cómoda para los hombres que una mujer inteligente o una mujer crítica o una que deja al descubierto los puntos débiles y exactos de sus conciencias, que va sacando las capas de sus almas.

Con esto quiero decir que una mujer "corriente" es mucho más fácil de controlar, yo me imagino que para muchos hombres es como apartar un insecto, como cerrar una ventana cuando entra demasiada luz o aire, como apagar la luz cuando escuecen los ojos...


Se dice que la simplicidad es enemiga del amor, pero muy conveniente para muchos hombres.
¿Cómo pueden amarse dos personas que tienen un total conocimiento el uno del otro? ¿Es posible? ¿Es tóxico? ¿Es viable?


Hace poco cayó en mis manos un libro sobre Descartes que tiene un título precioso, "Hierba Mora", es de la escritora Teresa Moure, trata sobre los tres grandes amores que tuvo en su vida el filósofo. La hierba mora es una planta, una mala hierba común que comparte con la literatura el poder de mitigar el dolor y con las mujeres la mala fama, ya que de una y de otras se ha ido diciendo a lo largo de los siglos que son tóxicas y de mala ralea, muy inclinadas a las malas pasiones. La metáfora con el libro me gustó, que intenta devolver a la vida privada el protagonismo que le corresponde, tomando como pretexto la figura de Descartes. Las tres mujeres, de distintas épocas, muestran el perfil más íntimo del filósofo, el de un hombre que no supo amar y vivió en ese hueco triste que deja la pasión mal cuidada.


Después de leerlo sigo pensando que mantendré una actitud utópica, esa que me lleva a creer que el mundo no está construido por las tres grandes bestias, la soberbia, la codicia y la ambición, que nombra de forma tan sublime Tomás Moro en su Utopía, y no olvidar a Proust que mantuvo durante toda su vida una actitud utópica y luchó para que el ser humano fuera feliz, pero como siempre pasa, cuando murió todo se terminó, ya no quedaba la voz que clamaba para conseguir lo imposible, y digo imposible porque a nadie le gusta ser bueno o demasiado bueno porque creen que lo tomarían por tonto o por un loco de atar, ahora se lleva más el cinismo, el despotismo, en fin, se lleva la ambigüedad, querer ser más listo que nadie, creer que ya se sabe todo, con lo bonito que es aprender, cada día aparece algo que sorprende y emociona....mucho más si se comparte...mucho más en el amor.



Por ahora, me quedaré con mis sueños... 



2 comentarios:

José Manuel Lebrón dijo...

Y es que la inteligencia, a veces, es una condena, una maravillosa condena. En cuanto a cambiar el rumbo de este tinglado, teniendo en cuenta la condición humana, no deja de ser una quimera, pero... Soñemos.

Inma dijo...

Hola amigo, no me hagas mucho caso, hay días que me entra mucha pena o rabia o desidia ... y ni sé lo que escribo.
Aunque sí te digo que me gustaría poder tener una varita mágica y poder cambiar este mundo tan feo, hacerlo más justo.

Soñemos pues ...