El capitalismo, más allá de ser un sistema económico, es una forma de vida. Es la forma de vida, de “buena vida”, que puede permitirse adoptar quien dispone de mucho dinero y de poca moral. Pero también es la forma de vida, de “mala vida” que tienen que sufrir la gran mayoría de las personas. Entre los muy pocos que poseen casi todo el dinero y los miles de millones de personas que poseen casi toda la pobreza, hay un colchón de población que sirve a los propósitos de aquellos, para desesperación y mayor desgracia de los derechos de éstos.
Para toda las personas integrantes de ese colchón, que se creen capitalistas por el simple hecho de que disponen de cantidades irrisorias de dinero que gastar, va dirigida esta humilde reflexión: El capitalismo se cura viajando.
Solo hay que darse una vuelta por Mato Grosso, el estado brasileño donde mayor deforestación ha sufrido la selva amazónica en lo que va de año 2011, ese pulmón mundial que unos pocos no tienen reparo en rapiñar hasta hacerlo desaparecer si les resulta rentable.
Para aquellos románticos que aún tienen, de lugares como Alaska, una imagen idealizada, sepan que la compañía Big Problem (BP, por sus siglas en inglés), ha sido sancionada con una (ridícula) multa de 25 millones de dólares por derramar más de 5.000 barriles de crudo en la región ártica del norte de Alaska.
Solo hay que ver con detenimiento una fotografía aérea del Golfo de México en la que apreciar los irreparables daños que causó el vertido de petróleo desde la plataforma que BP (una vez más ellos) tenía en el Golfo. Después de desastres como este, la mano del hombre solo alcanza a imponer multas económicas que, por muy cuantiosas que sean, resultan de todo punto insuficientes para reparar todo el daño causado.
Tampoco hay que olvidar que, por cada Coca-Cola que se bebe en el mundo, un acuífero se ve amenazado en algún lugar del mundo, privando de agua en muchos casos a grupos sociales que ya se encuentran al borde delprecipicio humanitario.
Aunque muchos crean que todo esto se puede arreglar con dinero, habría que preguntarse ¿a quién le compraremos el siguiente barril de petróleo cuando hayamos consumido el último?, ¿a quién le compraremos el siguiente litro de agua cuando hayamos consumido o contaminado hasta la última gota?, ¿a quién le compraremos un nuevo planeta cuando hayamos arruinado cada uno de los recursos que éste nos ofrece?
Puede que solo sean impresiones mías, pero creo que el capitalismo tiene la capacidad sobrenatural de detectar recursos naturales, viéndolos incluso a través de las personas, sin llegar nunca a ver a éstas, como ocurre con el pueblo saharaui, que grita en el desierto denunciando el expolio de SUS recursos naturales.
Fuente: Víctor J. Sanz
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