JULIO CORTÁZAR |
Transcribo un poema de Cortázar, que no es muy conocida o recordada su tarea de poeta, debido a que él mismo profesaba que sus poemas eran muy “íntimos”. Debido a esto me pareció muy interesante reproducir aquí una de sus creaciones poéticas ya que considero que deja translucir mucho de la esencia y personalidad fascinante de Cortázar, el mítico y eterno Cronopio que siempre estará aguardando en sus libros nuestro guiño de ojo, nuestra eterna complicidad que es, sin duda, suya por siempre.
Qué vanidad imaginar que puedo darte todo, el amor y la dicha, itinerarios, música, juguetes. Es cierto que es así: todo lo mío te lo doy, es cierto, pero todo lo mío no te basta como a mí no me basta que me des todo lo tuyo. Por eso no seremos nunca la pareja perfecta, la tarjeta postal, si no somos capaces de aceptar que sólo en la aritmética el dos nace del uno más el uno.
Por ahí un papelito que solamente dice: Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte. Y este fragmento: La lenta máquina del desamor los engranajes del reflujo los cuerpos que abandonan las almohadas las sábanas los besos y de pie ante el espejo interrogándose cada uno a sí mismo ya no mirándose entre ellos ya no desnudos para el otro ya no te amo, mi amor.
Julio Cortázar
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