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miércoles, 8 de julio de 2020

CLARICE LISPECTOR - CERCA DEL CORAZÓN SALVAJE


Citas: 
¿Qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?
¿Por qué hablas de cosas difíciles, por qué empujas cosas enormes en un momento simple?
En el momento en el que intento hablar, no sólo no expreso lo que siento, sino que lo que siento se transforma lentamente en lo que digo.



"Sé lo que quiero: una mujer fea y limpia, con senos grandes, que me diga: ¿qué es eso de andar inventando cosas?, nada de dramas, ¡venga aquí inmediatamente! –y me dé un baño tibio, me ponga un camisón blanco de lino, trence mi cabello y me meta en la cama, muy enfadada, diciendo: ¿qué es eso?, andar por ahí sola, comiendo fuera de horas, que hasta va a coger una enfermedad, déjese de inventar tragedias, piense que es grande y buena la vida, tómese esa taza de caldo caliente. 
Me alza la cabeza con la mano, me cubre con una sábana grande, aparta algunos mechones de mi frente ya blanca y fresca, y me dice, antes de que yo me duerma mansamente: 

va a ver qué pronto engorda esa carita, olvide tonterías y quédese ahí, como una niña buena. Alguien que me recoja como un perro humilde, que me abra la puerta, me regañe, me alimente, me quiera severamente como a un perro, eso es lo que quiero, como a un perro, como a un hijo".


Clarice Lispector


"Cerca del corazón salvaje" es un libro tan especial que es difícil creer que Clarice Lispector pudiera escribirlo con tan sólo 17 años. 

Se trata de un libro poco habitual, que en un principio no fue comprendido y llegó a tacharse de ser denso e introspectivo. Sin embargo, al poco tiempo fue haciéndose cada vez más conocido, buscado y valorado, convirtiéndose en una obra estandarte de la escritora brasileña más importante del siglo XX. 

Las primeras páginas cuestan, resultan extrañas, distintas a todo lo leído anteriormente, dan la sensación de encontrarse en otra dimensión. 

Nada más alejado de la realidad: las palabras de Clarice Lispector nacen justo del núcleo del corazón. Provienen de lo más profundo del ser humano, de su espíritu. Son vida en estado puro. Por eso cuesta acceder a ellas: se trata de un fabuloso viaje interior. Una vez se conoce esto entrar en el universo de Clarice Lispector es tan sencillo como dejarse llevar, dejarse invadir por el libro. El viaje es peligroso, nos conduce a rincones fundamentales aunque poco explorados, pero es imprescindible no tener miedo asentir. 




"Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario" 

"Lo que siente nunca dura, lo que siente siempre acaba, y puede no volver nunca. Se encarniza entonces sobre el momento, se traga el fuego, y el fuego dulce arde, arde, flamea. Entonces, ella, que sabe que todo va a acabar, coge la mano libre del hombre, y la enlaza con la suya, ella dulce arde, arde, flamea"


¡Sublime!

lunes, 15 de julio de 2019

CLARICE LISPECTOR - DE SILENCIO

"He venido a escribirte. Es decir, a ser.."
C. Lispector

Florine Stettheimer


"En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamen­ta. Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.
Yo al lado del viento. La colina de los vientos aullan­tes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto.
Oh, cachorro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero len­tamente.
¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.."
 

Clarice Lispector (Brasil, 1920-1977)
De Silencio
(Traducción: Cristina Peri Rossi) 



sábado, 8 de abril de 2017

¿QUÉ SOY? ¿HACIA DÓNDE VOY? - CLARICE LISPECTOR NOS DESNUDA SU ALMA


Tengo varias caras.
Una es casi bonita, otra es casi fea.
¿Qué soy? Un casi todo.




En la punta del lápiz el trazo. Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de la alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí donde voy.
En la punta del pie el salto. Parece la historia de alguien que fue y no volvió: es allí donde voy.
¿O no voy? Voy, sí. Y vuelvo para ver cómo están las cosas. Si continúan mágicas. ¿Realidad? Yo os espero. Es allí donde voy.




En la punta de la palabra está la palabra. Quiero usar la palabra "tertulia", y no sé ni dónde ni cuándo. Al borde de la tertulia está la familia. Al borde de la familia estoy yo. A la orilla de mí estoy yo. Es hacia mí adonde voy.
Y de mí salgo para ver. ¿Ver qué? Ver lo que existe. Después de muerta es hacia la realidad adonde voy.

Mientras tanto, lo que hay es el sueño. Sueño fatídico. Pero después, después todo es real. Y el alma libre busca un rincón para acomodarse. Soy un yo que anuncia. No sé sobre qué estoy hablando. Estoy hablando de nada. Yo soy nada. Después de muerta me agrandaré y me esparciré, y alguien dirá con amor mi nombre. Es hacia mi pobre nombre adonde voy.






En el extremo de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamenta. Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo. Yo a la orilla del viento. La colina de los vientos aullantes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto. Oh, cachorro ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.


[..]


(Traducción de Cristina Peri Rossi)


Clarice Lispector (Es allí donde voy, fragmento)



*.- Todas las pinturas son del querido pintor Guillermo Martí Ceballos.



*.- Más allá de la oreja existe un sonido, en el extremo de la mirada Clarice Lispector: es allí donde voy. 

Los escritores plasman sus palabras de distinta forma y sentido, Lispector se encuentran entre los que escriben por la necesidad, no sólo de contar, sino de querer transformar el mundo que contemplan, de darle la vuelta, de vivir en una búsqueda perenne de lenguaje para crear otro mundo que tenga sus propias normas, su propio modo de expresión. 

Es la existencia que duele, que duele porque a través del dolor uno percibe que es responsable y libre. El hombre es libre, en primer lugar, porque es él quien da un significado a las cosas, y por consiguiente lo es por naturaleza, (que ya dijo sabiamente Sartre) puesto que el sentido del mundo depende de él. Pero si se niega a usar esta libertad, si se contenta con el sentido convencional de las cosas, si se deja impresionar por las comedias de la vida y representa un papel en lugar de vivir verdaderamente, enajena su voluntad.

Por eso es importante su lectura, pues nos invita a ser cómplices de la búsqueda de otro mundo, que todos podemos crear. Nos invita a pensar y vivir de otra manera.

jueves, 26 de mayo de 2016

CRÓNICAS DE CLARICE LISPECTOR - DESCUBRIMIENTOS


"No entiendo. Esto es tan vasto que supera cualquier entender. Entender es siempre limitado. Pero no entender puede no tener fronteras. Siento que soy mucho más completa cuando no entiendo. No entender, del modo en que lo digo, es un don. No entender, pero no como un simple de espíritu. Lo bueno es ser inteligente y no entender. Es una bendición extraña, como tener locura sin ser demente. Es un manso desinterés, es una dulzura de estupidez. Sólo que de vez en cuando viene la inquietud: quiero entender un poco. No demasiado: pero por lo menos entender que no entiendo".

(Descubrimientos, Crónicas inéditas)








Entre el 19 de agosto y el 29 de diciembre, Clarice Lispector escribió crónicas para el Jornal do Brasil. 

El primer volumen en castellano fue publicado por Adriana Hidalgo editora bajo el título Revelación de un mundo en el 2004 y posteriormente el segundo volumen, Descubrimientos, fue publicado en el 2010. 

Estos Descubrimientos completan sus crónicas publicadas en el Jornal do Brasil, cada sábado, entre el 19 de agosto de 1967 y el 29 de diciembre de 1973. 

Redactadas a continuación del accidente que la desfigura y casi despoja de una de sus manos y poco antes del diagnóstico del cáncer de ovarios que la mata. "Lo que pasó fue muy triste y prefiero no pensar en ello".

Ella misma confesó que no le fue fácil adaptarse al género, dado que no sabía bien si la crónica era una historia, una conversación o una especie de revelación. Temía que el hecho de escribir tanto y tan a menudo "contaminara sus palabras". Temía volverse demasiado personal, y la demanda de cumplir las condiciones de una columna semanal la preocupaban. Pero a medida que tomó confianza, se terminó adaptando al género.

Textos heterogéneos, muchas veces inclasificables e inesperados, que revelan en cada línea la compleja escritura y personalidad de su autora.

El amor, el tiempo, la muerte, bajo dimensiones pocas veces exploradas con tanta maestría, son algunos de los temas que aparecen en estos textos que permanentemente desafían el concepto de crónica o, más bien, que las convierten en un género cuyas fronteras Clarice ha borrado por su propia escritura. 

En Revelación de un mundo Clarice afirma "Avísenme si empiezo a convertirme en demasiado yo misma. Es mi tendencia. Pero soy también objetiva. Tanto que logro volver lo subjetivo de los hilos de la araña en palabras objetivas".







A continuación, algunas crónicas del segundo volumen que fueron recopiladas en el libro Descubrimientos:


19 de agosto

No sentir

"El hábito le ha amortiguado las caídas. Pero sintiendo menos dolor, perdió la ventaja del dolor como aviso y síntoma. Hoy en día vive incomparablemente más sereno, pero su vida corre gran peligro: puede estar a un paso de estar muriendo, a un paso de haber muerto ya, y sin el beneficio de su propio aviso previo".


5 de febrero

En busca del placer


"Y tanto sufrimiento por estar, a veces sin ni siquiera saber, a la caza de placeres. No sé cómo esperar que ellos vengan solos. Y es tan dramático: basta mirar en una boite a media luz a los otros: la búsqueda del placer que no viene solo y de sí mismo. La búsqueda del placer me ha sido como agua mala: pego la boca y siento el pico herrumbrado, caen dos gotas de agua tibia: es el agua seca. No, antes el sufrimiento legítimo que el placer forzado".


Darse por fin


"El placer es abrir las manos y dejar correr sin avaricia el pleno vacío que encarnizadamente se estaba prendiendo. Y de súbito el sobresalto: ¡ah, abrí las manos y el corazón, y no estoy perdiendo nada! Y el susto: ¡despierta, pues existe el peligro de que el corazón esté libre!

Hasta que se percibe que en ese explayarse está el muy peligroso placer de ser. Pero llega una seguridad extraña: siempre ha de tenerse que gastar. No tener, pues, avaricia con ese vacío pleno: gastarlo".







Hay un tipo de llanto bueno y hay otro malo. El malo es aquel en el que las lágrimas corren sin parar y, sin embargo, no dan alivio. Sólo escurren y se agotan. Una amiga, entonces, me preguntó si no sería ese llanto como el de un niño con la angustia del hambre. Sí. Cuando se está cerca de ese tipo de llanto, es mejor buscar contenerse: no servirá de nada.Es mejor intentar hacerse fuerte y enfrentar. Es difícil, pero aun menos que ir quedando exangüe hasta el punto de empalidecer. Pero no siempre es necesario hacerse fuerte. Tenemos que respetar nuestra debilidad. Entonces, son lágrimas suaves, de una tristeza legítima a la que tenemos derecho. Ellas corren despacio y cuando pasan por los labios se siente ese gusto salado, límpido, producto de nuestro dolor más profundo. Que el hombre llore, conmueve. Él, el luchador, reconoció su lucha a veces inútil. Respeto mucho al hombre que llora. Yo vi a un hombre llorar".

(Descubrimientos. Crónicas Inéditas)


***


11 de mayo de 1968

Las tres experiencias

[…]
Y nací para escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo. Yo tuve desde la infancia varias vocaciones que me llamaban ardientemente. Una de las vocaciones era escribir. Y no sé por qué, fue ésta la que seguí. Tal vez porque para las otras vocaciones necesitaría un largo aprendizaje, mientras para escribir el aprendizaje es la propia vida viviendo en nosotros y alrededor de nosotros. Es que no sé estudiar. Y, para escribir, el único estudio es el escribir mismo. Me adiestré desde los siete años de edad para tener un día la lengua en mi poder. Y, sin embargo, cada vez que voy a escribir, es como si fuera la primera vez. Cada libro mío es un estreno penoso y feliz. Esta capacidad de renovarme toda a medida que el tiempo pasa es lo que yo llamo vivir y escribir.







[…]
Siempre me quedará amar. Escribir es algo tremendamente fuerte pero que me puede traicionar y abandonar: puedo un día sentir que ya escribí lo que es mi parte en este mundo y que debo aprender también a parar. En escribir no tengo ninguna garantía.
[…]
Quiero renacer siempre. Y en la próxima reencarnación voy a leer mis libros como una lectora común e interesada, y no sabré que en esta reencarnación fui yo quien los escribió.
Me está faltando un aviso, una señal. ¿Llegará como intuición? ¿Vendrá al abrir un libro? ¿Vendrá esta señal cuando yo me encuentre escuchando música?
Una de las cosas más solitarias que conozco es carecer de la premonición.


(Descubrimientos. Crónicas Inéditas)







Tanta mansedumbre


" Pues en la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, ocurrió esa cosa que no quiero siquiera intentar definir. En pleno día era noche, y esa cosa que no quiero todavía definir es una luz tranquila dentro de mí, y la llamaría alegría, alegría mansa. Estoy un poco desorientada como si me hubieran arrancado el corazón, y en lugar de él estuviera ahora la súbita ausencia, una ausencia casi palpable de lo que antes era un órgano bañado de oscuridad, de dolor. No estoy sintiendo nada. Pero es lo contrario del sopor. Es un modo más leve y más silencioso de existir.

Pero también estoy inquieta. Yo estaba organizada para consolarme de la angustia y del dolor. Pero cómo es que me arreglo con esa simple y tranquila alegría. Es que no estoy acostumbrada a no necesitar de mi propio consuelo. La palabra consuelo me llegó sin sentir, y no lo noté, y cuando fui a buscarla, ella se había transformado ya en carne y espíritu, ya no existía más como pensamiento.

Voy entonces a la ventana, está lloviendo mucho. Por hábito estoy buscando en la lluvia lo que en otro momento me serviría de consuelo. Pero no tengo dolor que consolar.

Ah, lo sé. Ahora estoy buscando en la lluvia una alegría tan grande que se torne aguda, y que me ponga en contacto con una agudeza que se parezca a la agudeza del dolor. Pero es una búsqueda inútil. Estoy frente a la ventana y sólo ocurre eso: veo con ojos benéficos la lluvia, y la lluvia me ve de acuerdo conmigo. Ambas estamos ocupadas en fluir. ¿Cuánto durará mi estado? Percibo que, con esta pregunta, estoy palpando mi pulso para sentir dónde está el latir dolorido de antes. Y veo que no está el latido de dolor.

Sólo eso: llueve y estoy mirando la lluvia. Qué simplicidad. Nunca creí que el mundo y yo llegáramos a este punto de acuerdo. La lluvia cae no porque me necesite, y yo la miro no porque necesite de ella. Pero nosotras estamos tan juntas como el agua de lluvia está ligada a la lluvia. Y no estoy agradeciendo nada. Si, después de nacer, no hubiera tomado involuntaria y forzadamente el camino que tomé, yo habría sido siempre lo que realmente estoy siendo: una campesina que está en un campo donde llueve. Sin siquiera dar las gracias a Dios o a la naturaleza. La lluvia tampoco da las gracias. No hay nada que agradecer por haberse transformado en otra. Soy una mujer, soy una persona, soy una atención, soy un cuerpo mirando por la ventana. Del mismo modo, la lluvia no está agradecida por no ser una piedra. Ella es la lluvia. Tal vez sea eso lo que se podría llamar estar vivo. No es más que esto, sólo esto: vivo. Y sólo vivo de una alegría mansa".


(Descubrimientos. Crónicas de Clarice Lispector (1920 Ucrania - 1977 Rio de Janeiro)







domingo, 11 de mayo de 2014

TODOS SOMOS MÁSCARAS

Hoy pensé en este mundo llamado civilizado, para mí no es más que una inmensa mascarada con forma de planeta, todos somos máscaras, nos guste o no, y hay tantas y tan diversas. Personas disfrazadas, sea un político, tu vecino o tu pareja. Nos la ponemos y así podemos mostrarnos a los demás con la imagen que cada uno quiere. Yo, como Benedetti, no me gustan las máscaras. ¡Y es tan difícil encontrar a un ser humano que tenga el coraje de mostrarse tal cual es!


Francis Picabia


Quiero arrancar la máscara de los astros y el tiempo, de las personas y de los gobernantes, quiero desentrañar el fuego de la común hoguera de la vida y la muerte, y poseer la esencia, lo absoluto, lo eterno. Quiero tener delante a alguien que se muestre en su inmensidad natural, quiero que este mundo cambie y que el futuro sea más bonito. Lo sé, quiero una utopía. Ojalá que no.



Carlos Orduña




No me gustan las máscaras.

Me gusta la indefensa gente que da la cara
Y le ofrece al contiguo su mueca más sincera
Y llora con su pobre cansancio imaginario
Y mira con sus ojos de coraje o de miedo.

Me gustan los que sueñan sin careta
Y no tienen pudor de sus tiernas arrugas
Y si en la noche miran/ miran con todo el cuerpo
Y cuando besan/besan con sus labios de siempre.

No hay piel falsa que supla la piel de la lascivia
Las máscaras alegres no curan la tristeza
No me gustan las máscaras, he dicho.

Mario Benedetti





Así quise siempre vivir, sin máscaras, y con la verdad como bandera. Y digo todo esto a sabiendas de lo complicado que está el mundo en que, por infinidad de intereses, la gente suele ponerse sus máscaras con la finalidad de lograr sus objetivos. Pocos son los que son y esta es la triste realidad en este mundo en que vivimos. Y digo los que son porque casi todo el mundo pretende lo que no es y, lo que es peor, lo que no le pertenece. Vivir, por momentos se convierte en un conflicto de intereses. La máscara citada sigue teniendo vigencia. Es lamentable, pero es una realidad.

Decía José Saramago una frase que lo resume todo al respecto de las máscaras. "Vivamos desnudos en nuestras almas, que nos sobran todos los trajes". La frase no puede ser más bella. Aquel que ha sabido desnudarse en el alma ante su prójimo, esa desnudez es la que viene a certificar que no se usan máscaras de ningún tipo. Así debe ser la vida, un torrente de luz que nos ilumine hasta el fondo de nuestro ser.


Emil Nolde


"Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario". Clarice Lispector



jueves, 10 de octubre de 2013

CLARICE LISPECTOR - ME AGACHO, ME QUEDO AHÍ

Ya escondí un amor por miedo de perderlo. Ya perdí un amor por esconderlo. Ya me aseguré en las manos de alguien por miedo. Ya he sentido tanto miedo, hasta el punto de no sentir mis manos. Ya expulsé a personas que amaba de mi vida, ya me arrepentí por eso. Ya pasé noches llorando hasta quedarme dormida. Ya me fui a dormir tan feliz, hasta el punto de no poder cerrar los ojos. Ya creí en amores perfectos, ya descubrí que ellos no existen. Ya amé a personas que me decepcionaron, ya decepcioné a personas que me amaron.

Ya grité cuando debía callar, ya callé cuando debía gritar. Muchas veces dejé de decir lo que pienso para agradar a unos, otras veces hablé lo que no pensaba para molestar a otros. Ya fingí ser lo que no soy para agradar a unos, ya fingí ser lo que no soy para desagradar a otros. Ya conté chistes y más chistes sin gracia, sólo para ver a un amigo feliz. Ya inventé historias con finales felices para dar esperanza a quien la necesitaba. Ya soñé de más, hasta el punto de confundir la realidad. Ya tuve miedo de lo oscuro, hoy en lo oscuro me encuentro, me agacho, me quedo ahí.
Clarice Lispector


Hoy, más que nunca, me quedo ahí, ya grité desde la profundidad de mi ser yo también, mi sol se apagó, ya no hay lumbre alguna dentro, me agoté, soñé de más, confundí la realidad, lloré de más, el mundo y nosotros, los llamados seres inteligentes, (cuánto echo de menos a mi gato Siño, él sí era inteligente), los llamados humanos y sus egos que ya me empachan, destruyendo el mundo a gusto, a la carta. 


miércoles, 21 de agosto de 2013

CLARICE LISPECTOR

Verás que todo es mentira,
veras que nada es amor,
que al mundo nada le importa,
yira... yira...Enrique Santos Discépolo


No me den fórmulas ciertas, porque no espero acertar siempre. No me muestren lo que esperan de mí porque voy a seguir mi corazón! No me hagan ser lo que no soy, no me inviten a ser igual, porque sinceramente soy diferente! No sé amar por la mitad, no sé vivir de mentira, no sé volar con los pies en la tierra. Soy siempre yo misma, pero con seguridad no seré la misma para siempre!


Me gustan los venenos más lentos, las bebidas más amargas, las ideas más insanas, los pensamientos más complejos, los sentimientos más fuertes. Tengo un apetito voraz y los delirios más locos. Pueden hasta empujarme de un risco y yo voy a decir: ¿Qué más da? ¡Me encanta volar!

lunes, 13 de mayo de 2013

QUÉ POCO NECESITO


Necesito poco y lo poco que necesito, lo necesito poco...qué bonito sonreír a tiempo




Tal vez empiezo a entender. Será porque a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación (al menos la sensación) de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.

Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.

Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas (y nunca mejor dicho). A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.

Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.

También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada o todo.


*.- No recuerdo quién escribió esta reflexión bellísima, me viene Ángeles Mastretta, pero igual me equivoco, también podría ser Clarice Lispector o Gioconda Belli, da igual, el caso es que es un pensamiento contundente y veraz, que viene desde el mismo centro del alma.


sábado, 9 de febrero de 2013

TE ESCRIBO A LA MEDIDA DE MI ALIENTO - CLARICE LISPECTOR

Te escribo entera y siento un sabor en ser y el sabor-a-ti es abstracto como el instante. También con todo el cuerpo pinto mis cuadros y en el lienzo fijo lo incorpóreo, yo cuerpo-a-cuerpo conmigo misma.

Medo, Clarice Lispector

Y en mi noche siento el mal que me domina. Lo que se llama un bello paisaje no me causa más que cansancio. Lo que me gusta son los paisajes de tierra reseca, con árboles retorcidos y montañas hechas de roca y con una luz alba y suspensa. Allí, sí, allí está la belleza recóndita. Sé que tampoco te gusta el arte. Nací dura, heroica, solitaria y de pie. Y he encontrado mi contrapunto en el paisaje sin elementos pintorescos y sin belleza. La fealdad es mi estandarte de guerra. Yo amo lo feo con un amor de igual a igual.

Voy a hacer un adagio. Lee lentamente y en paz. Es un amplio fresco.

Sol de medianoche, Clarice Lispector


No existe nada más difícil que entregarse al instante. Esta dificultad es dolor humano. Es nuestra. Yo me entrego en palabras y me entrego cuando pinto.

Abstracto, Clarice Lispector

Te escribo a la medida de mi aliento. ¿Soy hermética como en mi pintura? Porque parece que hay que ser terriblemente explicita. ¿Soy explícita? Poco me importa. Ahora voy a encender un cigarrillo. Quizás vuelva a la máquina o quizás me pare aquí mismo para siempre. Yo, que nunca soy adecuada.


Fragmentos extraídos de Agua VivaClarice Lispector

martes, 16 de octubre de 2012

DE SILENCIO - CLARICE LISPECTOR


He venido a escribirte. Es decir, a ser
C. Lispector



Georgia O'Keeffe

En la extremidad de mí estoy yo. Yo, implorante, yo, la que necesita, la que pide, la que llora, la que se lamen­ta. Pero la que canta. La que dice palabras. ¿Palabras al viento? Qué importa, los vientos las traen de nuevo y yo las poseo.
Yo al lado del viento. La colina de los vientos aullan­tes me llama. Voy, bruja que soy. Y me transmuto.
Oh, cachorro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero len­tamente.
¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros. 

Clarice Lispector (Brasil, 1920-1977)
De Silencio
(Traducción: Cristina Peri Rossi) 



lunes, 17 de septiembre de 2012

ALEGRÍA DE SER - CLARICE LISPECTOR

Leonid Frechkop



"Mirarse en el espejo y decirse deslumbrada: qué misteriosa soy. Soy tan delicada y fuerte. Y la curvatura de los labios conservó la inocencia.

No hay hombre ni mujer que no se haya mirado en el espejo y no se haya sorprendido consigo mismo. Por una fracción de segundo nos vemos como un objeto a observar. A esto lo llamarían tal vez narcisismo, pero yo lo llamaría: alegría de ser. Alegría de encontrar en la figura exterior los ecos de la figura interna: ah, entonces es cierto que no me imaginé, yo existo."


Clarice Lispector






jueves, 21 de junio de 2012

DIEZ MUJERES REVOLUCIONARIAS

El siglo XX fue testigo de un boom de la literatura creada por mujeres, que no es lo mismo que femenina, que refrescó y modificó el paisaje cultural.

Valientes y feroces, las escritoras contemporáneas demostraron con creces que el sitio que se les había negado en el medio intelectual les pertenecía por derecho propio. Mujeres que contribuyeron a revolucionar el arte literario con obras de indiscutible calidad.





Virginia Woolf (1882-1941)

Aunque Nicole Kidman obtuvo un Oscar por este papel, la Virginia Woolf retratada en Las horas (2002), filme que adapta la notable novela homónima de Michael Cunningham, no logra captar toda la complejidad del personaje de carne y hueso. Tristemente célebre por el desequilibrio mental que la condujo a ahogarse en el río Ouse con los bolsillos llenos de piedras, Woolf revolucionó la narrativa de su tiempo gracias a “un lenguaje capaz de fingir persuasivamente la subjetividad humana, los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia”.

Parte del brillante grupo literario llamado Círculo de Bloomsbury, la autora inglesa supo ordenar las voces de la locura en monólogos interiores que exploran la sensibilidad femenina en clásicos como Las olas, Orlando y La señora Dalloway, llevados al cine por Annette Apon (1982), Sally Potter (1992) y Marleen Gorris (1997). Qué leer:

La señora Dalloway (novela, 1925), Al faro (novela, 1927), Las olas (novela, 1931). 






Marguerite Yourcenar (1903-1987)

Historiadora-poeta y novelista, según ella misma se definía, Marguerite de Crayencour también descolló como ensayista, crítica y traductora; en este rubro sobresale su versión al francés de Las olas, de Virginia Woolf. Apoyada por su padre Michel, que participó en la elección de su seudónimo –un anagrama de su apellido–, Yourcenar nació para la literatura a los 18 años con El jardín de las quimeras, libro de poesía que sienta las bases de una obra proclive al refinamiento y al buceo en el pasado familiar, mitológico e histórico.

Aunque no renunció a su idioma natal, la escritora se nacionalizó estadunidense en 1947, 13 años después de conocer a Grace Frick, con la que entabló un vínculo profundo. En 1980 se convirtió en la primera mujer que ingresó a la Academia Francesa; su fama se debe en buena medida a Memorias de Adriano y Opus Nigrum, esta última filmada por André Delvaux. Qué leer:

El tiro de gracia (novela, 1939), Memorias de Adriano (novela, 1951), Opus Nigrum (novela, 1968).




Simone de Beauvoir (1908-1986)

“El problema de la mujer siempre ha sido un problema de hombres.” Esta frase podría resumir la postura de Simone Lucie-Ernestine-Marie-Bertrand de Beauvoir, gran baluarte del feminismo contemporáneo. Nacida en París en el seno de una familia burguesa y católica, la autora de esa punta de lanza titulada El segundo sexo, libro que disecciona el rol de la mujer en las comunidades occidentales, demostró su carácter progresista al entrar en la Sorbona para estudiar filosofía.

Justo en la universidad conoció a la figura que la marcaría para siempre: Jean-Paul Sartre, padre del existencialismo, con quien De Beauvoir fincó un amor libre que a veces llamó al escándalo pero que no le impidió relacionarse con otros intelectuales como el escritor Nelson Algren. Tres de sus obras han sido llevadas al cine: La sangre de los otros (1984), La mujer rota (1988) y Todos los hombres son mortales (1995).

Qué leer:

El segundo sexo (ensayo, 1949), Los mandarines (novela, 1954), La mujer rota (novela, 1967). 




Marguerite Duras (1914-1996)

“Un día, ya entrada en años, en el vestíbulo de un edificio público, un hombre se me acercó. Se dio a conocer y me dijo: ‘La conozco desde siempre. Todo el mundo dice que de joven era usted hermosa, me he acercado para decirle que en mi opinión la considero más hermosa ahora que en su juventud.’”

Así inicia El amante, novela autobiográfica ganadora del Premio Goncourt que fue filmada por Jean-Jacques Annaud y afianzó el éxito mundial de Marguerite Duras, seudónimo de Marguerite Donnadieu. Originaria de Indochina pero avecindada en París desde 1932, Duras se caracterizó por un talento prolífico que vagó a sus anchas lo mismo por la literatura que por el teatro y el cine; en esta disciplina destaca su labor como directora de una veintena de cintas y guionista de varios clásicos (Hiroshima mi amor, de Alain Resnais). Fue una de las representantes de la corriente llamada nouveau roman.

Qué leer:

Moderato cantabile (novela, 1958), El vice-cónsul (novela, 1965), El amante (novela, 1984). 




Clarice Lispector (1920-1977)

En el prólogo a los Cuentos reunidos, Miguel Cossío Woodward establece las coordenadas que rigen la obra siempre estimulante de Clarice Lispector: el vuelo ensayístico, la fulguración poética, el golpe de la realidad cotidiana y la historia interrumpida que podría continuar más allá de la anécdota: “En todo cuanto escribió está la misma angustia existencial, similar búsqueda de su identidad femenina y, más adentro, de su condición plena de ser humano.”

Desde que debutó a los 23 años con Cerca del corazón salvaje, esta narradora nacida en Ucrania, afincada en Río de Janeiro y casada con un diplomático –su vida, por tanto, fue itinerante– hizo gala de un interés por la indagación filosófica y psicológica que renovó la literatura brasileña. Hay adaptaciones fílmicas de una de sus novelas (La hora de la estrella) y de dos de sus relatos (“Una estrella nueva” y “El cuerpo”).

Qué leer:

La pasión según G. H. (novela, 1964), Aprendizaje o el libro de los placeres (novela, 1969), Cuentos reunidos (relato, 2001). 





Patricia Highsmith (1921-1995)

Con Extraños en un tren, su primera novela convertida por Alfred Hitchcock en un clásico del cine (1951), Patricia Highsmith fundó una obra fértil que no sólo modificaría el rostro del género policiaco y del thriller psicológico, sino que constituiría uno de los ejemplos más perturbadores de la narrativa contemporánea en lengua inglesa.

Oriunda de Texas pero exiliada en Suiza, Highsmith triunfó en lo que otras autoras fracasan: diseñar un personaje masculino verosímil. Impostor por excelencia, paradigma de la amoralidad que odia el asesinato salvo que sea absolutamente necesario, Tom Ripley protagoniza una saga inolvidable: El talento de Ripley (1955), La máscara de Ripley (1970), El juego de Ripley (1974), Tras los pasos de Ripley (1980) y Ripley en peligro (1991). Entre los actores que lo han encarnado están Alain Delon y Dennis Hopper, Matt Damon y John Malkovich, sin duda el mejor.

Qué leer:

La saga de Tom Ripley (cinco novelas), El diario de Edith (novela, 1977), Pájaros a punto de volar y Una afición peligrosa (relato, 2002). 




Janet Frame (1924-2004)

Casi desconocida en nuestro idioma aunque con un reconocimiento cada vez mayor a nivel mundial –en fechas recientes fue candidata al Premio Nobel de Literatura–, Janet Paterson Frame llevó una existencia silenciosa, alejada del ruido que suele campear en el medio intelectual.

Signada por la pobreza y la tragedia –un hermano fue epiléptico; dos hermanas murieron ahogadas–, la vida de esta narradora, poeta y ensayista neozelandesa dio un giro brusco en 1945, cuando por un colapso nervioso se le diagnosticó esquizofrenia y empezó un periplo por diversos hospitales psiquiátricos que incluyó electrochoques y la posibilidad de una lobotomía, cancelada gracias a que La laguna, su primer libro de cuentos, fue premiado en 1952. Esta experiencia es la base de la trilogía autobiográfica que Jane Campion filmó bajo el título Un ángel en mi mesa (1990).

Qué leer:

Hacia la isla (novela, 1982), Un ángel en mi mesa (novela, 1984) y El mensajero de la ciudad de los espejos (novela, 1985). 




Rosario Castellanos (1925-1974)

Indudablemente una de las principales protagonistas de la vida cultural mexicana del siglo XX, Rosario Castellanos fue dueña de una versatilidad literaria que le permitió deambular con soltura por la narrativa, la poesía, el teatro, el ensayo, la crítica y el periodismo.

Nacida en la Ciudad de México, su infancia y pubertad transcurrieron no obstante en Chiapas, la tierra de sus antepasados que se volvería una presencia fundamental en su obra. Así lo constata la trilogía indígena integrada por Ciudad real, Oficio de tinieblas y Balún Canán, novela reeditada en múltiples ocasiones, traducida a varios idiomas y llevada al cine por Benito Alazraki en 1977. Editorialista de Excélsior, Castellanos fue una aguerrida defensora del feminismo en nuestro país; nombrada embajadora de México en Israel en 1971, murió en Tel Aviv debido a una descarga eléctrica.

Qué leer:

Balún Canán (novela, 1957), Poesía no eres tú. Obra poética 1948-1971 (poesía, 1972), Mujer que sabe latín… (ensayo, 1973). 






Susan Sontag (1933-2004)

El estatus de icono cultural alcanzado por esta mujer orquesta oriunda de Nueva York queda ratificado en Gremlins 2 (1990), donde el líder de los duendecillos maléficos dice: “Sí, la civilización.

La convención de Ginebra, la música de cámara, Susan Sontag: queremos ser civilizados.” Novelista, ensayista, crítica, directora de escena y cineasta, Sontag puso su sagacidad al servicio de un activismo político que la mantuvo en el centro de la polémica y la condujo a montar Esperando a Godot –obra clave del teatro del absurdo– en pleno conflicto de los Balcanes en Sarajevo, ciudad a cuyos residentes ayudó y que en muestra de gratitud bautizará una calle con su nombre. En Contra la interpretación, libro capital, hay una frase que sintetiza su pensamiento: “Lo que ahora importa es recuperar nuestros sentidos. Debemos aprender a ver más, a oír más, a sentir más.”

Qué leer:

Contra la interpretación (ensayo, 1966), Bajo el signo de Saturno (ensayo, 1980), El amante del volcán (novela, 1992).





Elfriede Jelinek (1946)

Según el comunicado de prensa, la Academia Sueca otorgó el Premio Nobel de Literatura 2004 a esta narradora y dramaturga nacida en Mürzzuschlag, pequeña ciudad de la provincia austriaca de Estiria, “por el flujo musical de voces y contravoces patente en novelas y obras de teatro que con insólito fervor lingüístico revelan el absurdo de los clichés sociales y su poder subyugante”.

Partidaria de una misantropía que le ha valido infinidad de críticas en su país, cuya “barbarie cultural” se ha empeñado en fustigar sin clemencia, Elfriede Jelinek se negó a asistir a la ceremonia de premiación, lo que alimentó el fuego de una controversia desatada por el fallo del jurado.

Lejos de los reflectores, sin pelos en la lengua, la escritora persiste en un análisis del resquebrajamiento humano que rinde frutos inquietantes en libros como La pianista, llevado al cine por Michael Haneke en 2001.



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En otra entrada hablaré de otras mujeres excepcionales e imprescindibles, como Anaïs Nin, Gioconda Belli, Alejandra Pizarnik y un largo ecétera..