Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
Vicente Aleixandre
William Etty |
Lo sabíamos ambos,
por eso era superfluo repetirlo (también eso sabíamos),
aunque a veces la noche se encarnizara en darnos
las palabras más bellas, por si acaso crecían.
Esas veces que faltaba un mal minuto
para que hubiese chispas rodando por el suelo,
y había que apartar los ojos, y amarrarse
los lazos casi sueltos de la triste cordura.
Porque también sabíamos que era cosa de locos,
desvarío extremado (aunque, sí, delicioso)
y que era necesario extirparlo de golpe,
o sacarle los ojos, o cortarle las manos,
para que no saliese
a la luz y mostrase
su inocencia perfecta, que no iba a entender nadie.
Josefa Parra, De "Elogio a la mala yerba" 1996
1 comentario:
Por si las palabras crecían...
Y crecen, acostumbradas a los versos tan bellos como estos.
Inma, una belleza de palabras las que escogistes para quienes acudimos a tu sensibilidad esperando una dosis insustituible de creatividad y alama.
Un besazo!
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