Aprendí a quererme
una tarde de golpe.
Cuando de un bofetón de vida
aterricé en mis pieles.
Camille Corot |
[..] Aprendí a quererme
en un viejo café
mientras tragaba a sorbos
mi dignidad recién batida.
Había pedido al camarero
mezclar mis esperanzas rotas,
con el zumo de una naranja amarga
y el tallo de un apio desabrido.
Una cucharada de aterrizar
la realidad, era fundamental,
para que el batido tuviera un punto
de verdad.
Después me supo amargo,
pero dulce.
Empecé a degustarme
las entrañas.
Me recordé cuando nací
tan nueva y virgen.
Tan sin preguntas,
sin futuros, ni caminos.
Tan sin fríos, sin amores,
ni dolores.
Tan sin deberes, lesiones
ni desilusiones.
Y me volvía a nacer
saltándome las reglas.
Me volví a descubrir la que tenía.
Me volví a construir
entre las ruinas.
Encontré mis cimientos
y mis vigas.
Despejé el corazón
de los tormentos fríos.
Me descubrí los ojos
de las vendas.
Y me empapé con luz
de sus ventanas mías.
Me dejé de mirar por los que
"más me amaban",
para empezar a verme
y a quererme con mis ojos
2 comentarios:
Suerte tuvo que aprendió a quererse una tarde, a mi me llevó muchos años y todavía me desplomo en tantas cuestiones de estas "heredadas" que te asaltan de improvisto.
Poemazo.
Besos
Y a mi me queda mucho aún, sigo con unos tics de esos que arden por dentro. Es un proceso lento y laborioso y más cuando has tenido personas a tu alrededor que te decían lo contrario.
Esta mujer me gusta mucho, sus libros son también estupendos, tiene una forma de expresarse que me encanta.
Muchos besos guapa, que pases una tarde de domingo bonita.
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