Google Translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

lunes, 12 de mayo de 2014

RYSZARD KAPUSCINSKI - VIAJES CON HERÓDOTO


"Es allí
dijo una voz,
miré a mi alrededor
no veo nada, respondí
creo que quiso decir
escucha la voz que hay en tu interior
no la silencies
con tus propias palabras"




Ryszar Kapuscinskiperiodista, escritor, historiador y ensayista. Nació en Pinsk, hoy Bielorrusia, el 4 de marzo de 1932 y  falleció el 23 de enero de 2007, a los 75 años de edad, en Varsovia.

Nació lo suficientemente pronto como para ser testigo ¿privilegiado? del desolador panorama socio-político que nos ha ofrecido casi todo el siglo XX. Guerras civiles, mundiales, pactos incumplidos, invasiones, en una palabra: dolor. 

En su dilatada y absolutamente intensa carrera periodística fue testigo, y principal informador, entre otros hechos, de la llegada de la descolonización y la consiguiente independencia del Tercer Mundo, el golpe de estado en Chile o la revolución en Irán; presente en 27 revoluciones, vivió en primera persona 12 frentes de guerra y fue condenado en 4 ocasiones a ser fusilado. Un auténtico periodista de vocación; honesto, comprometido, arriesgado, audaz, un curioso insaciable, un maestro para muchos, ejemplo para casi todos.

Y habiendo sido poseedor de una mente lúcida y un criterio ecuánime, aunque sobre todo honesto, creo que no es mucho suponer que estamos ante uno de los testimonios más interesantes y valiosos que actualmente poseemos para entender el mundo en que vivimos e incluso vislumbrar el que nos tocará vivir.

Su última obra Viajes con Heródoto, publicada en 2006, en la que en un complicado ejercicio, viaja a través del tiempo y las culturas de la mano del historiador (compañero de vocación) griego.

                  "Los cínicos no sirven para este oficio"


Viajes con Heródoto


RESEÑA:


Años cincuenta: mientras recorre la Polonia profunda, un Kapuscinski aprendiz de reportero vive obsesionado con cruzar la frontera. No viaja a Checoslovaquia, pero, a cambio, la redacción del diario en el que trabaja lo envía a… la India. El flamante corresponsal parte con un sólo libro, la Historia de Heródoto, que resultará decisivo para la formación (profesional y personal) del futuro gran autor. 

Viajes con Heródoto se revela como un libro de difícil clasificación. ¿Es un reportaje? A ratos. ¿Un estudio etnográfico-antropológico? En parte sí. ¿Un libro de viajes? También lo es. ¿Un homenaje al Heródoto protorreportero y a la calidad de su prosa? Desde luego.

Y todo plasmado en magníficas historias no ficticias en las que los soldados de Salamina conviven con un niño sin zapatos en la Varsovia de 1942, Jerjes con Dostoievski, Creso con Louis Armstrong. Y el maestro Heródoto con su discípulo Kapuscinski, el mejor reportero de nuestro tiempo y un grandísimo escritor.


"La guerra es una derrota para la humanidad porque, además de poner en tela de juicio la bondad y la inteligencia, manifiesta el fracaso del ser humano: su incapacidad de entenderse con otros"


domingo, 11 de mayo de 2014

TODOS SOMOS MÁSCARAS

Hoy pensé en este mundo llamado civilizado, para mí no es más que una inmensa mascarada con forma de planeta, todos somos máscaras, nos guste o no, y hay tantas y tan diversas. Personas disfrazadas, sea un político, tu vecino o tu pareja. Nos la ponemos y así podemos mostrarnos a los demás con la imagen que cada uno quiere. Yo, como Benedetti, no me gustan las máscaras. ¡Y es tan difícil encontrar a un ser humano que tenga el coraje de mostrarse tal cual es!


Francis Picabia


Quiero arrancar la máscara de los astros y el tiempo, de las personas y de los gobernantes, quiero desentrañar el fuego de la común hoguera de la vida y la muerte, y poseer la esencia, lo absoluto, lo eterno. Quiero tener delante a alguien que se muestre en su inmensidad natural, quiero que este mundo cambie y que el futuro sea más bonito. Lo sé, quiero una utopía. Ojalá que no.



Carlos Orduña




No me gustan las máscaras.

Me gusta la indefensa gente que da la cara
Y le ofrece al contiguo su mueca más sincera
Y llora con su pobre cansancio imaginario
Y mira con sus ojos de coraje o de miedo.

Me gustan los que sueñan sin careta
Y no tienen pudor de sus tiernas arrugas
Y si en la noche miran/ miran con todo el cuerpo
Y cuando besan/besan con sus labios de siempre.

No hay piel falsa que supla la piel de la lascivia
Las máscaras alegres no curan la tristeza
No me gustan las máscaras, he dicho.

Mario Benedetti





Así quise siempre vivir, sin máscaras, y con la verdad como bandera. Y digo todo esto a sabiendas de lo complicado que está el mundo en que, por infinidad de intereses, la gente suele ponerse sus máscaras con la finalidad de lograr sus objetivos. Pocos son los que son y esta es la triste realidad en este mundo en que vivimos. Y digo los que son porque casi todo el mundo pretende lo que no es y, lo que es peor, lo que no le pertenece. Vivir, por momentos se convierte en un conflicto de intereses. La máscara citada sigue teniendo vigencia. Es lamentable, pero es una realidad.

Decía José Saramago una frase que lo resume todo al respecto de las máscaras. "Vivamos desnudos en nuestras almas, que nos sobran todos los trajes". La frase no puede ser más bella. Aquel que ha sabido desnudarse en el alma ante su prójimo, esa desnudez es la que viene a certificar que no se usan máscaras de ningún tipo. Así debe ser la vida, un torrente de luz que nos ilumine hasta el fondo de nuestro ser.


Emil Nolde


"Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario". Clarice Lispector



viernes, 9 de mayo de 2014

LA SALA NÚMERO 6 - CUENTO DE ANTÓN CHÉJOV

Los hipócritas pretenden ser palomas, políticos, literarios, águilas. Pero no se deje engañar por su apariencia, no son águilas, son ratas.


"¿Por qué no ha de ser el hombre inmortal? -se pregunta-. ¿Para que sirve entonces el cerebro con su admirable mecanismo, para qué la vista, el don de la palabra, los sentimientos, el genio, si todo ha de estar predestinado a mezclarse con la tierra y dar vueltas después durante millones de años y sin ningún objeto preciso, alrededor del sol? 

Para eso no valía la pena sacar al hombre de la nada (al hombre con su espíritu elevado y casi divino) si después se lo había de transformar, como en burla, en miserable puñado de tierra. 

Por miedo a la muerte muchos buscan un sustitutivo de la de la inmortalidad y se consuelan pensando que su cuerpo se perpetuará en una planta, en una roca, y hasta una rana: ¡triste consuelo, que equivale a decirle a la caja de un violón roto que le espera un porvenir envidiable!"

- ¿Y por qué me tiene usted aquí metido?

- Porque está usted enfermo.

- Bien, admitámoslo. Pero hay cientos y miles de locos que se pasean con toda libertad, por la sencilla razón de que es usted demasiado ignorante para acertar a distinguirlos de los cuerdos. ¿Por qué, pues, sólo a mí y a estos desdichados han de tenernos aquí en calidad de chivos expiatorios? Usted, su enfermero, su administrador, y toda esa canalla, todos ustedes son, desde el punto de vista moral, infinitamente inferiores a nosotros, y sin embargo somos nosotros y no ustedes los condenados al encierro perpetuo. ¿Es lógico esto?

- Nada tienen que hacer aquí la moral ni la lógica. Es el azar el que decide. El que ha sido encerrado aquí, aquí se queda, y los otros siguen en libertad. El hecho de que el médico sea yo y el enfermo usted nada tiene que ver con la moral ni la lógica: no es mas que un azar .

- En ese porvenir que tanto le entusiasma a usted no habrá manicomios ni prisiones, ni rejas ni cadenas; en suma, como usted dice, triunfará la verdad. Pero las leyes de la naturaleza seguirán su camino invariable y las cosas no cambiarán en el fondo. Los hombres padecerán enfermedades, se envejecerán y pararán, lo mismo que hoy, en la muerte. La aurora que alumbra la vida podrá ser muy hermosa; pero eso no impedirá que se meta a los hombres en la caja y la caja se meta en la fosa .

Soy un organismo vivo, y como tal reacciono necesariamente ante toda irritación exterior. Reacciono y no puedo menos de hacerlo. Cuando me hacen mal grito y lloro; ante una cobardía me sublevo; ante una mala acción siento asco. Esto es lo que llamamos la vida, según mi entender. A organismo menos perfeccionado, reacción menor. Y al contrario, los organismos superiores son más accesibles a los sentimientos de dolor, de alegría, etc., y reaccionan más enérgicamente a todo lo que pasa en el exterior. Me parece que esta es una verdad elemental. Para despreciar el sufrimiento, estar siempre contento y no asombrarse de nada hay que haber caído muy abajo, haber llegado a un estado de brutalidad como el de ese, por ejemplo.

Los sufrimientos, como los gozos, son pasajeros; no se hable más de ellos. Lo esencial es que usted y yo ambos somos seres pensantes, y eso es lo que nos une y hace solidarios , a pesar de la divergencia de nuestras opiniones. ¡Si supiera usted, querido amigo, hasta que punto estoy harto de la locura general, de la maldad, de la estupidez de la gente que me rodea, y que alivio experimento hablando con usted!"


Antón Pávlovich Chéjov, (fragmento del cuento La sala nº 6). 



Hijo de un comerciante que había nacido siervo, Chéjov vio la luz el 29 de enero de 1860 en Taganrog (Ucrania) y estudió Medicina en la Universidad Estatal de Moscú. 

Cuando aún no había terminado sus estudios universitarios, ya comenzaba a publicar relatos y algunas descripciones humorísticas en revistas. Su fama rápida como escritor y su delicada salud (padeció de tuberculosis, enfermedad incurable en esos tiempos, que finalmente lo llevó a la tumba a los 44 años), hicieron que ejerciera muy poco su profesión de médico. 

Durante su vida inició campañas contra el hambre y el abandono social. Creó escuelas y centros agrícolas en los que se acogieron niños de escasos recursos a los cuales quizo inculcar ideales de formación y proporcionarles alimentación y vivienda.

Murió de tuberculosis en el balneario alemán de Badweiler la madrugada del 15 de julio de 1904.


Descarga de todos sus cuentos: