Kees van Dongen |
Llevo dentro una profunda tristeza y siento que algo está muriendo dentro de mí. Y el caso es que me dejo llevar, no tengo ganas ni fuerzas para atacarla y vencerla. Qué fáciles son las palabras de los demás.
Decía Emil Michel Cioran, podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos.
Trato de hablarles de un agobio de tristeza, de un dolor intransmisible que me absorbe a veces, y a menudo, perdurablemente, al punto de hacerme perder el gusto por toda palabra, por todo acto, el gusto mismo por la vida, y al punto también de hacer que estalle y explote toda esa negrura en arte.
Trato de decirles que ser río que corre, ser nube que pasa, sin dejar recuerdos ni rastro ninguno, es triste, y más triste para la que se siente nube en lo elevado y río en lo profundo.
Conozco mil maneras de calmar tristezas ajenas pero no hallo ni una sola que calme la mía.
Os quiero
Os quiero
Guillermo Martí Ceballos |
Ya tuve esta neblina que pesa como un monte,
ya tuve este delirio,
ya tuve este fantasma y lo creí persona,
ya tuve casi el sueño,
y agonicé de pronto sin cerrar la ventana
y me quedé dormida con los ojos abiertos.
Bien sabéis que respiro apenas por milagro,
que estoy de adiós radiante,
de hasta pronto
y no vuelvo.
que estoy de adiós radiante,
de hasta pronto
y no vuelvo.
Dejadme pues alzar este rato de música,
este paisaje breve donde hago maromas,
esta ilusión que tiene un misterio imponente.
Dejadme dar la vuelta de la flor contra el viento
o ser sencillamente una mujer cualquiera
a quien salvó el demonio.
este paisaje breve donde hago maromas,
esta ilusión que tiene un misterio imponente.
Dejadme dar la vuelta de la flor contra el viento
o ser sencillamente una mujer cualquiera
a quien salvó el demonio.