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domingo, 9 de agosto de 2015

5 POEMAS DE GABRIELA MISTRAL - TODA CORAZÓN

" (..) Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado."


Dante Gabriel Rossetti


ÍNTIMA

Tú no oprimas mis manos.
Llegará el duradero
tiempo de reposar con mucho polvo
y sombra en los entretejidos dedos.

Y dirías: «No puedo
amarla, porque ya se desgranaron
como mieses sus dedos».

Tú no beses mi boca.
Vendrá el instante lleno
de luz menguada, en que estaré sin labios
sobre un mojado suelo.

Y dirías: «La amé, pero no puedo
amarla más, ahora que no aspira
el olor de retamas de mi beso».

Y me angustiara oyéndote,
y hablaras loco y ciego,
que mi mano será sobre tu frente
cuando rompan mis dedos,
y bajará sobre tu cara llena
de ansia mi aliento.

No me toques, por tanto. Mentiría
al decir que te entrego
mi amor en estos brazos extendidos,
en mi boca, en mi cuello,
y tú, al creer que lo bebiste todo,
te engañarías como un niño ciego.

Porque mi amor no es sólo esta gavilla
reacia y fatigada de mi cuerpo,
que tiembla entera al roce del cilicio
y que se me rezaga en todo vuelo.

Es lo que está en el beso, y no es el labio;
lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
el gajo de las carnes, volandero!




Dante Gabriel Rossetti


COPLAS

Todo adquiere en mi boca
un sabor persistente de lágrimas;
el manjar cotidiano, la trova
y hasta la plegaria.

Yo no tengo otro oficio
después del callado de amarte,
que este oficio de lágrimas, duro,
que tú me dejaste.

¡Ojos apretados
de calientes lágrimas!,
¡boca atribulada y convulsa,
en que todo se me hace plegaria!

¡Tengo una vergüenza
de vivir de este modo cobarde!
¡Ni voy en tu busca
ni consigo tampoco olvidarte!

Un remordimiento me sangra
de mirar un cielo
que no ven tus ojos,
¡de palpar las rosas
que sustenta la cal de tus huesos!

¡Carne de miseria,
gajo vergonzante, muerto de fatiga,
que no baja a dormir a tu lado,
que se aprieta, trélmulo,
al impuro pezón de la Vida!




Dante Gabriel Rossetti


VERGÜENZA

Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa
como la hierba a que bajó el rocío,
y desconocerán mi faz gloriosa
las altas cañas cuando baje al río.

Tengo vergüenza de mi boca triste,
de mi voz rota y mis rodillas rudas;
ahora que me miraste y que viniste,
me encontré pobre y me palpé desnuda.

Ninguna piedra en el camino hallaste
más desnuda de luz en la alborada
que esta mujer a la que levantaste,
porque oíste su canto, la mirada.

Yo callaré para que no conozcan
mi dicha los que pasan por el llano,
en el fulgor que da a mi frente tosca
en la tremolación que hay en mi mano...

Es noche y baja a la hierba el rocío;
mírame largo y habla con ternura,
¡que ya mañana al descender al río
lo que besaste llevará hermosura!




Dante Gabriel Rossetti


DAME LA MANO Y DANZAREMOS


Dame la mano y danzaremos,
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más.

El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.

Te llamas Rosa y yo Esperanza,
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más.



Gabriela Mistral (Vicuña 1889 - Nueva York 1957). Lucila Godoy (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. 

Gabriela Mistral fue una de las poetas más notables de la literatura chilena e hispanoamericana. Se le considera una de las principales referentes de la poesía femenina universal. 



"Te espero sin plazo ni tiempo. No temas noche, neblina ni aguacero. Acude con sendero o sin sendero. Llámame a donde tú eres, alma mía, y marcha recto hacia mí, compañero."


sábado, 8 de agosto de 2015

¿QUÉ IMPORTA? - CHARLES BAUDELAIRE

¿Vienes del cielo profundo o surges del abismo,
Belleza? Tu mirada, infernal y divina,
confusamente vierte la buena acción y el crimen, 
por lo que se te puede comparar con el vino.





Contienes en tus ojos el poniente y la aurora;
derramas perfumes como noche de tormenta,
tus besos son un filtro y un ánfora tu boca
que hace cobarde al héroe y valeroso al niño.


¿Sales del negro abismo o bajas de los astros?
El Destino hechizado sigue tu falda como un perro;
siembras al azar la dicha y los desastres,
y todo lo gobiernas sin responder a nada.


El deslumbrado insecto vuela hacia ti, candela.
Crepita, arde y dice: ¡Bendigamos la antorcha!
El amante jadeando inclinado sobre su bella
es como un moribundo que acaricia su tumba.






¿Y qué más da que vengas del cielo o del infierno,
¡oh Belleza! ¡monstruo enorme, espantoso e ingenuo!,
si tus ojos, tu sonrisa, tus pies, me abren la puerta
de un infinito amado que nunca he conocido?


De Satán o de Dios, ¿qué importa? Ángel o Sirena,
¿que importa, si tú haces -hada de ojos de terciopelo,
ritmo, perfume y luz, ¡oh, tú, mi única reina!-
más cortos los instantes, menos horrible el mundo?




(Fotografías de Jacques Henri-Lartigue, Renée Perle)


viernes, 7 de agosto de 2015

EL BRINDIS DE LA DESESPERANZA - VOLTAIRINE DE CLEYRE


La Exquisita Rebelde: Voltairine de Cleyre





Hemos llorado y los dioses callan
Hemos confiado y sido traicionados
Hemos amado y el fruto fue cenizas
Hemos dado y el regalo fue medido.

Sabemos que los cielos están vacíos,
que la amistad y el amor son nombres
que la verdad es una escoria ceniza,
las llamas quemadas del fin de la vida.

Largo y en vano hemos esperado,
tras la noche de la crepitación humana,
por una sola canción en el harpa de la Esperanza,
o un rayo de amanecer en la costa.

Sí, vienen canciones flotando, dulce maravilla,
y centellas teñidas cual flechas destellan;
pero lo dulce es mentira, y los pies cansados
corren tras un rayo de luz-pantano.

En la hora de nuestra necesidad, la canción se va,
y el quejido del mar se hincha de pena.
La sirena se burla con su risa en gorgoteo
la cual se ahoga en el profundo tañer de la muerte.

La luz que perseguimos con nuestros torpes pies
como las metas de años mejores,
oscila alto y bajo y desaparece,
de nuestras lágrimas eran las centellas teñidas.

Dios es mentira, y la fe es mentira,
y diez veces más es el amor;
la vida es un problema sin razón,
y nunca algo que probar.

Añade y resta y multiplica,
y divide sin propósito o fin.
Todas sus respuestas falsas, aun falsamente verdad,
esposa, esposo, amante, amigo.

Lo sabemos ahora, y ya no preocupa
¿Qué importa la vida o la muerte?
Pequeños insectos, emergemos de la tierra,
sufrido y ofrecido es nuestro aliento.

Como hormigas nos arrastramos en nuestra breve arena,
soñando "cosas grandiosas"
He aquí que crujen, cual cáscaras en un océano de ira,
en el apuro de las terribles alas del Tiempo.

El sol sonríe dorado, y las plantas blanco,
y un billón de estrellas sonríen, todavía;
Aún, feroz cual nosotros, cada uno gira hacia la tierra,
y no puede mantener su voluntad.

Construidas, vosotros tontos, sus cosas grandiosas,
El tiempo las dejará en nada;
Crece abrigada con la canción la dulce Mentira canta,
y la flecha falsa sus lágrimas han forjado.

Para nosotros, una tregua para los dioses, amores, y esperanzas,
y una plegaria de fuego y flujo;
Una ligera vuelta en el baile de la muerte,
y un fuerte hurra para la tumba!



El brindis de la desesperanza, poema escrito en 1892.





(Estados Unidos, 1866–1912). Poeta y ensayista anarquista, procedía de una familia natural de Flandes (Bélgica) que llegó a Estados Unidos en 1854.

Su padre, admirador de Voltaire, le puso el nombre de Voltairine. 

El martirio de los anarquistas de Chicago en 1886 hace de Voltairine una anarquista.

Fue la más bella flor de esa evolución libertaria entre estadounidenses, que, sin preocuparse de las escuelas socialistas y anarquistas europeas, trataba simplemente de combinar el máximo de libertad, de solidaridad y de sentimiento tan revolucionario como abnegado para los trabajadores explotados, para las mujeres enfeudadas a las costumbres de la familia, para la humanidad sometida a los gobernantes.

Amiga y co-pensadora de Pedro Kropotkin, Errico Malatesta, Louise Michel, Alexander Berkman y Emma Goldman, fue publicista de la revolución mexicana (Mantuvo correspondencia con Ricardo Flores Magón para el periódico Regeneración) y miembro de la I. W. W. (Internacional Workers of the World), se le conoció como una gran oradora.


jueves, 6 de agosto de 2015

TRES POEMAS DE NAZIM HIKMET Y UNA BIOGRAFÍA

Giorgio de Chirico, Armonía de la soledad


Nostalgia

Cien años han pasado sin ver tu cara
enlazar tu cintura
detenerme en tus ojos
preguntar a tu clarividencia
acercarme al calor de tu vientre.

Hace cien años que en una ciudad
una mujer me espera.

Estábamos en la misma rama, en la misma rama.
Caímos de la misma rama, nos separamos.
Cien años nos separan
cien años de camino.

Hace cien años que en la penumbra
corro detrás de ella.


Rosa mía, tu alma es un río...


Rosa mía, tu alma es un río
que corre entre altas montañas,
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, sin conseguir llegar hasta él,
sin conseguir llegar hasta el sueño de los sauces,
hasta el remanso bajo los grandes ojos del puente,
hasta los cañaverales y los patos de verde cabeza,
sin conseguir llegar hasta la blanda tristeza de la llanura
ni hasta los campos de trigo al claro de luna,
corre hacia el valle,
corre entre altas montañas,
arrastrando las nubes que se amontonan y dispersan,
las grandes estrellas y las noches,
las estrellas de las montañas
y los azules soles de las nevadas cumbres,
corre levantando espuma,
revolviendo en el fondo las piedras negras con las blancas,
corre con los peces que nadan contra corriente,
inquieto en los meandros,
cae encabritado en los precipicios
espantado del propio fragor,
corre entre altas montañas
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, persiguiéndolo,
sin conseguir llegar hasta él.



Ya llega mi hora...

Ya llega mi hora
saltaré de repente al vacío
sin conocer el estado de putrefacción de mi carne
ni cómo los gusanos socavan mis ojos

sin tregua ni descanso pienso en la muerte

eso quiere decir que mi hora está próxima.




Nazim Hikmet (Salónica, 1901- Moscú, 1963)


Autobiografía escrita en Berlín en el 1961:

Nací en 1902.
Jamás he vuelto a mi ciudad natal.
No me gusta volver atrás.
A los tres años, en Halep, ejercité la profesión de nieto de pachá,
a los diecinueve la de estudiante en la universidad de Moscú,
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú:
y desde los catorce años escribo poesías.
Hay hombres que conocen mil variedades de hierbas, otros
conocen variedades de peces,
yo, de separaciones.
Hay hombres que saben de memoria el nombre de cada estrella,
yo, el de las nostalgias.
He dormido en las cárceles y en los grandes hoteles.
He pasado hambre. Casi no existe plato que no haya probado
incluido el de la huelga de hambre.
A los treinta años han querido ahorcarme,
a los cuarenta y ocho quisieron concederme la medalla de la Paz
y me la concedieron.
A los treinta y seis, necesité seis meses para recorrer
cuatro metros cuadrados de sombrío hormigón.
A los cincuenta y nueve, en dieciocho horas, volé
desde Praga a La Habana.
En 1951, en un mar, en compañía de un amigo,
anduve sobre la muerte.
En 1952, con un corazón cascado, tendido sobre la espalda,
esperé la muerte más de cuatro meses.
Fui locamente celoso de las mujeres a las que amé.
No le tuve ninguna envidia a nadie, ni siquiera a Charlot.
Engañé a mis mujeres.
Nunca hablé mal detrás de mis amigos.
He bebido, sin llegar nunca a borrachín.
Siempre con el sudor de mi frente
gané mi dinero. ¡Qué suerte para mí!
Sentí vergüenza ajena. Mentí.
Mentí por piedad.
Pero nunca dije mentiras porque sí.
He montado en tren, en avión, en coche.
La mayoría no lo consigue.
He ido a la ópera.
La mayoría no consigue ir
a la mezquita, la iglesia, el templo, la sinagoga, los hechiceros;
ni siquiera ha oído hablar de la ópera.
Sin embrago, desde los veintiún años no voy
a muchos sitios adonde va la mayoría,
pero suelo hacerme leer el porvenir
en los posos del café.
Mis escritos están impresos en cuarenta idiomas
y prohibidos en mi Turquía, en mi propia lengua.
No tengo aún el cáncer,
tampoco es obligación padecerlo.
Nunca seré primer ministro ni cosa parecida,
tampoco me gustaría serlo.
No fui a la guerra
Pero tampoco bajé a los refugios en medio de la noche.
No me arrastré en las carreteras
huyendo de los aviones que vuelan a ras de tierra.
Cerca de los sesenta me enamoré locamente.
En pocas palabras, amigos míos
Aunque esté hoy en Berlín muriendo de nostalgia,
puedo afirmar
que he vivido como un hombre.
En el tiempo que me queda por vivir
¿qué podrá ocurrirme aún?


***