Google Translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

viernes, 6 de julio de 2012

LA EXTRAÑA Y DURADERA RELACIÓN ENTRE JEAN PAUL SARTRE Y SIMONE DE BEAUVOIR ...


La extravagante y turbia alianza entre Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir duró cincuenta y un años. Ambos disfrutaron de diferentes amantes, generalmente jóvenes discípulas que acostumbraban a compartir. Se trataban entre ellos de usted y nunca llegaron a vivir juntos. A menudo elegían cuartos contiguos en los hoteles o vivían en apartamentos separados dentro del mismo barrio parisino. No se sabe claramente cómo Sartre llegó a engatusarla y mantener su dominio durante tanto tiempo; su control sobre ella era fundamentalmente de carácter intelectual. 

Según Paul Johnson, Sartre pensaba en las mujeres en términos de victoria y ocupación. En los últimos años han visto la luz cartas y otros papeles íntimos que revelan nuevos y sorprendentes matices de la personalidad de ambos. La correspondencia entre la escritora feminista Simone y el padre del existencialismo, que el propio Sartre quería ver publicada después de su muerte, nos muestra una imagen del autor de El ser y la nada no excesivamente favorecedera, por no decir bastante ruin. 

También la guapa e inteligente Simone resulta ser una mujer mucho más vulnerable y frágil de lo que permitía intuir su ideología feminista y su aspecto de mujerona fría y voluntariosa. Sin embargo, desde joven supo que "mis apetitos físicos eran mayores de lo que yo hubiera querido" y descubrió entonces que, ante la llamada del cuerpo, cualquier hombre serviría, lo que parece turbador. Pasión y cabeza se enfrentaban. Fue esta lucha, según escribe Appignanesi, lo que "la condujo a sus tempranas relaciones homosexuales, a menudo durante las ausencias de Sartre". 

Simone era una mujer altiva, y se consideraba superior a casi todo el mundo menos a Sartre. Su talón de Aquiles fue, única y exclusivamente, "su querido pequeño" Sartre. De hecho, no tuvo ningún reparo en sacrificar su amor transatlántico y maduro con el escritor norteamericano Nelson Algreen cuando Sartre le pidió que regresara a Francia para ayudarle a corregir un manuscrito. Simone, sin pensarlo dos veces, acudió a la llamada de su amado amo, dejando atónito y compungido a Algreen. El escritor norteamericano fue una de sus muchas víctimas; murió a los setenta y dos años debido al sofocón que le produjo el impudor y el mal uso que Simone había dado a su relación, publicándola en sus memorias y convirtiéndola en novela en Los mandarines, obra que obtuvo el Premio Goncourt..

PAULA IZQUIERDO, Sexoadictas o amantes, Belacqva, Barcelona, 2007, págs. 132 y 133

miércoles, 4 de julio de 2012

UNA NEGRA - STEPHANE MALLARMÉ


Mujer morena andaluza, con los ojos de misterio y el alma llena de penas

Una negra por el demonio sacudida
Quiso en un niño triste gustar de nuevos frutos
Y criminales bajo su veste agujereada.
Esta voraz prepara sus trabajos astutos;

Con su vientre compara los airosos pezones
Y allá donde la mano no consigue ascender
Eleva el golpeteo sordo de sus tacones
Como una rara lengua torpe para el placer.

Contra la desnudez miedosa de gacela
Que tiembla, sobre el dorso, como un gran elefante
Enajenada aguarda y se admira y encela
Y ríe con sus dientes ingenuos al infante.

Y entre sus piernas donde su victima se acuesta,
Bajo la crin la negra piel abierta al azar,
La extraña boca su paladar manifiesta

Pálido y rosa como un caracol de mar.

MALLARMÉ


EL SABOR PLACENTERO DE ALCANZAR ESAS UTOPÍAS QUE FLAMEAN EN EL HORIZONTE - BÉCQUER

J. Romero de Torres, 1913

Rima XI

Yo soy ardiente, yo soy morena, 
Yo soy el símbolo de la pasión; 
De ansia de goces mi alma esta llena. 
¿A mí me buscas? – No es a ti, no. 


Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro; 
Puedo brindarte dichas sin fin; 
Yo de ternura guardo un tesoro. 
¿A mí me llamas? – No, no es a ti. 


Yo soy un sueño, un imposible, 
Vano fantasma de niebla y luz; 
Soy incorpórea, soy intangible; 
No puedo amarte. - ¡Oh ven; ven tú! 


GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER