Una de las escritoras más fascinantes de Portugal es Florbela Espanca, (1894/1930). Es una poetisa portuguesa de principios del siglo XX. Conocida en el país vecino como "la poetisa de la saudade", la realidad es que sus versos tienen como tema principal el amor en todas sus variantes.
Femenina, coqueta, inteligente y apasionada, Florbela Espanca fue una mujer adelantada a su época que tuvo que soportar la incomprensión del mundo que la rodeaba.
De espíritu aventurero y soñador, la vida no le permitió poner alas a sus sueños y volcó sus ansias de libertad en el papel. Fue la primera mujer en Portugal que cursó estudios de Derecho y el poeta luso Fernando Pessoa la llamó "alma soñadora, hermana gemela de la mía".
Gracias al escritor José Carlos Fernández, ahora podemos disfrutar de la obra poética de la escritora traducida al español.
Paseo en el campo
¡Amor mío! ¡Mi amante! ¡Mi amigo!
Coge la hora que pasa, la hora divina,
¡Bébela dentro de mí, bébela conmigo!
¡Me siento alegre y fuerte! ¡Soy una niña!
Yo tengo, Amor, la cintura esbelta y fina
Piel dorada de alabastro antiguo
Frágiles manos de madona florentina
¡Vamos a correr y reír por entre los trigos!
Hay encajes de gramíneas por los montes
Amapolas rojas en los trigales maduros
Agua azulada cintilando en las fuentes
Y a la vuelta, Amor… convirtamos, en las alfombras
De los caminos salvajes y oscuros,
¡En un astro sólo nuestras dos sombras!
No es tan conocida como Pessoa o Torga, pero a nadie le ha pasado inadvertida su figura, tan atormentada, tan infeliz y tan lúcida, ni mucho menos su obra poética que alcanza su cumbre en el soneto y, en cierto modo, en su copioso epistolario. Como le sucedió a Rilke. Por su existencia, tan llena de sombras y de espantos, Florbela Espanca pertenece a ese grupo de mujeres herido por el dolor, la soledad y la desesperación.
Pensemos en Delmira Agustina, en Alfonsina Storni, en Rosalía de Castro, en Anne Sexton, en Silvia Plath o Alejandra Pizarnik, cuyas existencias fueron un combate constante contra las circunstancias adversas que les rodearon y contra sus propios fantasmas. Contra las negras sombras.
Florbela estudió pintura, música, fue una gran lectora y con sólo ocho años compuso su primer soneto, que iba a ser su modalidad preferida. Tuvo una vida presidida por la insatisfacción y el amor: se casó tres veces y, salvo en los momentos iniciales del fervor, siempre se sintió desgraciada.
Padeció numerosas enfermedades, varios abortos que acentuaron su sentido melancólico y, en medio de las vanguardias, eligió un camino personal, solitario: la lírica amorosa, en cierto modo intemporal, intensa, ardiente, de una sensualidad tangible, que acabó desplazándose del paisaje y de la cosmovisión hacia el placer, la carne y la entrega.
Intentó suicidarse por dos veces en octubre y noviembre de 1930, en vísperas de la publicación de su obra maestra, Charneca em Flor. Tras el diagnóstico de un edema pulmonar se suicida el día de su cumpleaños.
Espera
No me digas adiós, ¡oh sombra amiga!,
Ablanda más el ritmo de tus pasos;
Siente el perfume de la pasión antigua,
¡De nuestros buenos y cándidos abrazos!
Soy la dueña de místicos cansancios,
La fantástica y extraña niña
Que un día quedó presa en tus brazos
¡No te vayas aún, oh sombra amiga!
Tu amigo hizo de mí un lago triste:
¡Cuántas ondas riendo que en él no oíste,
Cuánta canción de ondinas allí en el fondo!
Espera, espera ¡oh sombra amada!
Mira que más allá de mí ya no hay nada
¡Y nunca más me encuentras en este mundo!