Héctor Acevedo (1963), es un pintor figurativista, con características surrealistas, creador de pinturas de gran riqueza cromática. Inspira su obra en algunos mitos y rituales tradicionales.
La mata que no mata
Cuenta una leyenda ancestral andina que cuando comenzó la conquista en América, los indígenas pidieron a sus dioses fortaleza para sobrevivir a lo que se avecinaba.
Los dioses los enviaron a la montaña más alta a buscar una planta con determinadas características.
Con ella obtendrían alimento, fortaleza, salud y consuelo para el dolor. Pero los dioses también lanzaron una maldición: si los blancos la tocan, la planta será su perdición.
Desde entonces, la planta de coca ha sido para los indígenas de la región andina un símbolo sagrado.
Héctor Acevedo |
El peruano Héctor Acevedo aborda el tema de la coca inspirado en los mitos y rituales tradicionales. En sus cuadros el artista alude a la capacidad adivinatoria que adquieren los chamanes cuando mastican la planta, que también establece un vínculo de comunicación con las almas. Su obra refleja los rituales campesinos de agradecimiento a la madre tierra por una buena cosecha y la tradición de colocar a los muertos una hoja de coca en la boca para prepararlos para el viaje al más allá.
Y Acevedo nos dice al respecto: " y eso era justo lo que yo estaba buscando, es decir, una forma de comunicación más profunda que la terrestre o la humana...No pretendo callar a las mujeres ni a nadie, es solo que mis personajes expresan más sin boca, todo está en la mirada".
Los artistas quieren dejar en claro que la coca no es cocaína, que eso hay que diferenciarlo. Sostienen que la planta es parte de su cultura y que tiene propiedades beneficiosas para el individuo, posee efectos medicinales como analgésico, es rica en nutrientes y es utilizada en rituales religiosos, es una planta considerada sagrada entre los pueblos indígenas andinos.
Cada cuadro es un universo en sí mismo, en donde emergen las figuras, las casas, nubes, iglesias, ventanas y, sobre todo, ojos que escudriñan, que parecen establecer su propia comunicación más allá de la intención del pintor. Eso genera enigmas, sentimos que hay cosas escondidas, situaciones secretas.
"Generalmente los personajes fueron perdiendo la boca a través de procesos de creación. Todo parte de los ojos, incluso rebusco en las manchas, una mirada. Es que siempre he sentido que he estado buscando otro modo de comunicación, algo que vaya más allá de lo oral. Quizás, indagar en el plano onírico, en los sueños. Tengo la impresión de que en los sueños no hay voces, sino certezas."
En muchos de sus cuadros, la imagen femenina se mezcla y yuxtapone con árboles y animales, reales e imaginarios, internándose con vehemencia en lo surrealista, pero sin dejarnos al margen, nos involucra e invita a pertenecer, a ser parte del hecho artístico que pone ante nuestra mirada y por la que no podemos permanecer indiferentes.
Por la simbología utilizada, se deduce que tanto hombres como mujeres, anhelan establecer contacto, buscan la cercanía en medio de una naturaleza habitada por criaturas disimiles, reales o soñadas. Sí percibo soledad, y si afinara mi intención interpretativa de lo que observo, advierto una especie de forzada regla del silencio (más allá de las anteriores explicaciones del propio Acevedo) que parece decirnos que en el juego del amor, las palabras sirven para mentir y que más vale callar.
Aunque los indígenas conocían desde hace siglos las propiedades curativas, alimenticias y medicinales de la hoja de coca, fue hasta el siglo XIX que el científico alemán Albert Niemann descubrió las bondades de esta planta incomprendida, cuyo mal uso desató la maldición de los dioses contra millones de seres humanos que han caído en la perdición.
(*) Nombre de la exposición que hizo el pintor en Berlin. "La mata que no mata."
Fuentes:
http://www.hectoracevedo.com/
http://archivo.elheraldo.hn/
http://miradadebruja.blogspot.com.es/
http://www.hectoracevedo.com/
http://archivo.elheraldo.hn/
http://miradadebruja.blogspot.com.es/