Jane Spakowsky |
Fui al médico del cerebro,
del alma,
los médicos
con su uniforme blanco,
los curas
con su uniforme negro,
los militares
con su uniforme verde,
el papa
con su uniforme blanco.
Ya vemos
lo que les pasa a los dominantes
cuando prescinden de sus uniformes.
Qué ha sido, por ejemplo,
de los reyes
sin su uniforme...
Por no hablar del uniforme
de los bomberos, de los policías,
de los conserjes,
de los mayordomos,
de las monjitas, de los presos,
de los jueces,
vaya uniforme el de los jueces...
¿Y los burgueses?
¿Y su uniforme de señores?
¿Y el de los cocineros?
Pobres cocineros:
hasta los cocineros
revestidos... Y las novias
vestidas de blanco
cuando se dirigen
a firmar con los novios
el contrato...
¡plaga de contratos!
Y qué seria este mundo sin uniformes:
sería
el mundo real poético...
El caso es que fui al médico
del alma, del cerebro...
¡qué pretensión salvar el alma
con la teología,
o la química
y otros derivados
de la Razón! Y cómo
va a curar con su locura
la Razón al alma
si liberarse de su dominio
es lo único
que puede salvarla.
El caso es que fui al médico,
con su uniforme blanco,
llamado bata,
como los farmacéuticos,
como los fantasmas...
hundido por aquél
desamor que había
herido gravemente y, cómo no,
mi alma
y me dio una medicina
como si el alma
fuera un intestino
o una garganta.
Y yo le dije: no necesito
medicina, necesito
cariño...
Y pensé:
lo que yo necesito,
lo que todos necesitamos,
es que se acaben todos los uniformes,
que todo cambie de sentido
Y las órdenes,
que se acaben las órdenes,
las recetas, los específicos,
los sermones, sobre todo
los sermones.
Recuerdo que cuando yo
era un niño
-un niño niño-
íbamos a la escuela
con uniforme.
¡Venga! ¡Todos uniformados!
Qué educativo...
Y qué son las ideas
sino uniformes malditos
si lo que necesitamos
es cariño, mucho cariño...
Y al cabo de cierto tiempo
volví al médico y me preguntó
si me había tomado la medicina.
Y le dije que no
Y él, indignado, me dijo:
¡No sé
ni cómo le recibo!
JESÚS LIZANO, BARCELONA 1931, POETA LIBERTARIO