"Esta aventura poética testimonia todo cuanto he sentido y soñado, mi rebeldía a los cercos, al dominio, a todo lo carcelario que nos confunde, a todo el desamor generalizado por su causa".
Esta aventura señala mi encuentro con la tragedia, oculta, deformada por la razón (tan mitificada).
Y es la crónica del encuentro con la Belleza, de mi descubrimiento y recreación de lo que llamo el mundo poético, del proceso creativo de mi mente, el misticismo libertario, porque en ella se reúnen el sentido contemplativo (no condicionado por la razón y sus abstracciones) y la rebeldía (no derivada en violencia, en lucha por el Poder), la consciencia de nuestra condena al espacio y al tiempo, de nuestra servidumbre al mundo real salvaje, del que procedemos y dependemos (mitificado como naturaleza …) y al mundo real político (mitificado como sociedad…), en el que nos debatimos y, a la vez, la certeza de que lo mismo que un ser humano concreto, desde su cotidianidad, el mundo real y su ascesis creativa (la auténtica ascesis) puede avanzar hacia su plenitud, la especie se dirige igualmente a ese mundo real poético, a nuestra plenitud real, en nada tan señalada y viva como en la Poesía (como síntesis de lo consciente y de lo sensible).
Eso sí, en su camino de imperfección, todo lo que señala nuestra razón perdida en su sed de dominio. Porque la mente debe evolucionar libremente, instintivamente, para que su energía sea creativa, para que cada ser humano sea un mundo -¡consciente!- y la razón debe equilibrarse, poner su energía al servicio de lo creativo, superando su inclinación al dominio, su fácil adaptación a lo mecánico, a la división entre dominantes y dominados y el alma, todo el mundo de sentimientos y pasiones (necesitados de su coordinación con lo creativo) debe extenderse superando su dependencia a la razón y a los contextos destructivos.
La tierra que yo he descubierto (exploro y describo) a la que nos lleva lo creativo, es el mundo real poético. Habla de cómo la soledad, en el mundo real salvaje y político que nos protagoniza y domina, es la materia de lo creativo, la inocencia. Esta aventura, en fin, es una obra poética, llena de mensajes, de caminos, de vuelos, de imágenes e ideas, una vibración de la energía, un canto como todo el Arte, a lo diverso, a la Belleza y a la Tragedia. Porque lo creativo tiene una doble dimensión: la evidente de embellecer y enriquecer el sentir y la de sensibilizar para resistir y enfrentarse al dominio, a la destrucción (la temporal y la definitiva) al poder, en fin.
Jesús Lizano.