Delphin Enjolras |
Una de las escenas más impresionantes de Cien años de soledad es el momento en que Remedios la bella asciende por los cielos. No se puede decir que Remedios la bella muera, porque en ningún momento se menciona la palabra “muerte”. Lo que ocurre es que asciende a los cielos, como el ángel que siempre fue, demostrando una vez más que no era de este mundo:
"Remedios, la bella, se quedó vagando por el desierto de la soledad, sin cruces a cuestas, madurándose en sus sueños sin pesadillas, en sus baños interminables, en sus comidas sin horarios, en sus hondos y prolongados silencios sin recuerdos, hasta una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa.
Apenas habían empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
— ¿Te sientes mal? —le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
—Al contrario —dijo—, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud.
Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerinas y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo la serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y que pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria".
Delphin Enjolras |
*.- De Remedios la bella, personaje que Gabriel García Márquez perfila maravillosamente en Cien años de soledad, lo primero que se destaca es su belleza.
El hecho de que García Márquez utilizara la palabra "bella" o no otras como "hermosa" o "preciosa" no es casual, ya que "bella" apunta etimológicamente a la belleza del alma.
Para referirse a la belleza física se utiliza la palabra "hermosura".
En efecto, a Remedios la bella se la describe como la criatura más bella que se había visto en Macondo.
En un primer momento el lector puede caer en un error común y pensar que se refiere únicamente a una belleza física, pero después de leer algunas páginas encuentra la respuesta evidente:
Remedios la bella debe su belleza física a la belleza de su alma.