Tus penas eran mis penas, las mías, tuyas.
Si no estabas tú contenta, yo no lo estaba.
Sé sabia, pena mía, y permanece en calma.Si no estabas tú contenta, yo no lo estaba.
Reclamabas la noche; ya desciende, hela aquí:
Envuelve a la ciudad una atmósfera oscura
a unos la paz trayendo y a los más la zozobra.
Mientras que la gran masa de los viles mortales,
del placer bajo el látigo, ese verdugo impávido,
cosecha sinsabores en la fiesta servil,
ofréceme tu mano, pena mía, ven aquí
Lejos de ellos. Mira balancearse los años transcurridos
con vestidos ridículos, sobre las balaustradas
del cielo; la nostalgia burlona ya emerge de las aguas;
Descansa bajo un arco el moribundo sol
y, tal enorme sudario rezagado, hacia Oriente,
oye, querida, oye cómo avanza la noche.
CHARLES BAUDELAIRE