Niño geopolítico mirando el nacimiento del hombre nuevo (1943) Salvador Dalí |
Un grito profundo por la deshumanización de la humanidad.
Un grito lleno de angustia, rabia, impotencia.
Un grito que llama a no olvidar la memoria histórica de toda Europa y, en lo que nos concierne, de nuestro país.
Un grito para que la cordura se implante en los corazones de todos los seres humanos.
Un grito para remover conciencias y despertar de este letargo que vivimos dentro de un mundo deshumanizado.
Un grito para que dejemos de mirar para otro lado cuando vemos injusticias.
Un grito por la paz, la empatía, la generosidad.
Un grito.
Solo un grito de cada uno, que hará que se convierta en un estruendo, una sola voz de todos juntos para intentar y permitir que vivamos en un mundo más tolerable.
Un grito de libertad y dignidad,
un grito de solidaridad ante tanta crueldad humana,
un grito,
solo un grito de cada uno, que salga del corazón y de las entrañas.
Un grito lleno de angustia, rabia, impotencia.
Un grito que llama a no olvidar la memoria histórica de toda Europa y, en lo que nos concierne, de nuestro país.
Un grito para que la cordura se implante en los corazones de todos los seres humanos.
Un grito para remover conciencias y despertar de este letargo que vivimos dentro de un mundo deshumanizado.
Un grito para que dejemos de mirar para otro lado cuando vemos injusticias.
Un grito por la paz, la empatía, la generosidad.
Un grito.
Solo un grito de cada uno, que hará que se convierta en un estruendo, una sola voz de todos juntos para intentar y permitir que vivamos en un mundo más tolerable.
Un grito de libertad y dignidad,
un grito de solidaridad ante tanta crueldad humana,
un grito,
solo un grito de cada uno, que salga del corazón y de las entrañas.
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