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viernes, 25 de julio de 2014

PAUL SÉRUSIER - PINTOR NABI MARAVILLOSO

El pintor simbolista francés, diseñador y teórico del arte, Paul Sérusier, (1848-1903) fue socio y seguidor de Paul Gauguin y de Emile Bernard, en la colonia de artistas de Pont-Aven, en Bretaña.

Pero es más conocido como miembro fundador de Los Nabis, un grupo francés de pintores post-impresionistas, influenciado por el uso de Gauguin del color en la pintura. 



El Talismán es su obra más importante. El verano de 1888 Paul Sérusier coincide con Paul Gauguin en Pont-Aven (Bretaña francesa) y allí pinta esta obra influenciado por el consejo de Gauguin: «Si ves amarillo elige el amarillo más estridente que tengas en la paleta y aplicalo al cuadro».



El Talismán, 1888

Esta obra pintada en la tapa de una caja de cerillas causó gran expectación a su vuelta a París (de ahí su nombre El Talismán porque la enseñaban como si tuviesen un tesoro) y alrededor de tal concepto apareció el grupo de los Nabis. Las características básicas de este grupo son: el espíritu de síntesis, la ornamentalidad y sobre todo la aplicación de colores intensos que no se corresponden con la realidad.

Este cuadro tiene detrás un significado y una anécdota muy curiosos. Paul Sérusier tenía muchas dudas con respecto a la pintura; no sabía qué hacer ni cómo avanzar y enfocar su obra. Gauguin le da una caja de cerillas y le dice que pinte algo en ella. Serusier pintará en esta caja de cerilla esta obra denominada El talismán. El grupo acabará llamando a la caja de cerillas La caja mágica. 

Gauguin le aconseja en este momento a Serusier que pinte lo que él quiera, sin necesidad de ser algo que se refiera a la realidad, pintándola tal y como él la ve. «Arte es lo que tú ves, la emoción que te produce», esto es lo que le dice Gauguin a Serusier. Algo que cala entre los artistas del grupo que en ese momento están todavía comenzando a fraguar el camino que van a seguir en su producción. De ahí que esta caja de cerillas se convierta en la clave del grupo Nabi, en su caja mágica. La obra es además una obra con cierta tendencia a la abstracción. Representa un paisaje, con árboles, una casa y agua donde se refleja todo. 


Otras obras suyas que me encantan:



Tríptico de Pont-Aven

El encantamiento del bosque sagrado

Susana y los viejos

Bañistas con velos blancos, 1908

Naturaleza muerta

Las lavanderas de la Laïta (1892)

Los comedores de la serpiente, 1894


"Los colores en la pintura están para persuadir a los ojos".

¡Qué maravilla! espero que os haya gustado tanto como a mí.



*.- La anécdota del Talismán la saqué de este blog:


http://pensaipinta.blogspot.com.es/

jueves, 24 de julio de 2014

NO QUIERO, TRISTE ESPÍRITU, VOLVER - LUIS CERNUDA

Como un golpe de viento
que deshace la sombra,
caí en lo negro,
en el mundo insaciable.
He sido.

La Ola y la Perla (1862), de Paul-Jacques-Aimé Baudry 

No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.

No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.

Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niña,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.

No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.

LUIS CERNUDA, poeta sevillano, nació en 1902 y murió en 1963 en México, exiliado.


miércoles, 23 de julio de 2014

VIRGINIA WOOLF - SU VIDA, OBRAS Y FRAGMENTOS DE SUS LIBROS QUE MÁS ME GUSTAN - ¡QUÉ GRAN MUJER!

"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente."


(Virginia Woolf retratada por su amigo Roger Fry) 

Adeline Virginia Stephen, nació el 25 de enero de 1882 en Londres, Inglaterra. 

En 1895, cuando Virginia tenía 13 años de edad, su madre Julia murió de una enfermedad. A partir de este momento, Virginia empezó a sufrir estados anímicos depresivos que se hicieron crónicos, y que con frecuencia variaban del júbilo a la tristeza, lo que hoy se conoce como "trastorno bipolar de la personalidad". En adelante toda su vida estaría marcada por este vaivén emocional, que influiría decisivamente en su obra. Con frecuencia pasaría temporadas en "casas de reposo", eufemismo con el que se conocía a los hospitales psiquiátricos de entonces.


La depresión que constantemente la invadía, no la dejaba respirar con tranquilidad. 


Desde sus inicios como escritora Virginia Woolf manifiestó su determinación de ampliar las perspectivas de la novela más allá del mero acto de la narración. 


Los escritos de Woolf tienen un hilo conductor guiado por el proceso mental del ser humano: su pensamiento, su consciencia, sus visiones, sus deseos y sus olores. Son todos esos detalles que ocurren en cada instante de la existencia, que son invisibles ante la mayoría y que a veces terminan pareciendo extraños.


"Empiezo a desear un lenguaje parco como el que usan los amantes, palabras rotas, palabras quebradas, como el roce de las pisadas en la acera, palabras de una sílaba como las que usan los niños cuando entran en un cuarto donde su madre está cosiendo y cogen del suelo una hebra de lana blanca, una pluma, o un retal de chintz. Necesito un aullido, un grito."

En 1912, a pesar de sus dudas sobre el matrimonio, se casó con el economista e historiador Leonard Woolf, del que se hizo amiga durante las charlas intelectuales en Bloomsbury, y de él tomó su apellido.

El 28 de marzo de 1941 desapareció de su casa y el día 31 la encontraron ahogada en el río Ouse.

Obras:

- Fin de viaje, 1915
- Noche y día, 1919
- El cuarto de Jacob, 1922
- La señora Dalloway, 1925
- Al faro, 1927
- Orlando, 1928
- Una habitación propia, 1929
- Las olas, 1931
- Flush, 1933
- Diario de una escritora, 1931
- Carta a un joven poeta, 1931
- Los años, 1937
- Tres guineas, 1938
- Roger Fry: la biografía, 1940
- Entre actos, (inacabada), 1941




Una habitación propia es un ensayo, en parte novelado, que tradicionalmente ha sido considerado el legado de Virginia Woolf a la causa feminista. 


"¿Por qué los hombres bebían vino y las mujeres agua? ¿Por qué era un sexo tan prospero y el otro tan pobre?, Si los hombres tienen dinero y poder ¿Por qué son pobres las mujeres?"


La historia es bella, desde luego, no sé si la más bella jamás narrada, pero sí una de las más tristes e injustas. Si el poeta varón, añade Woolf, había sufrido la indiferencia del mundo, la mujer que mostrara pretensiones literarias debía soportar además la hostilidad y las burlas del género masculino.




Desde 1925, año de su publicación, Las olas ha sido considerada una de las obras capitales del siglo XX, tanto por la original belleza de su prosa como por la perfección de su revolucionaria técnica narrativa.

La novela desarrolla, al compás del batir de las olas en la playa, seis monólogos interiores, a veces discrepantes, aislados, otras veces casi en coloquio concordante, en los que se formulan, desde su infancia hasta sus últimos años, seis vidas múltiples y dispares. 

Los distintos momentos de esas biografías líricas (que van desde la niñez hasta la madurez) están separados por una especie de interludios poéticos en los que se describen paisajes en distintos momentos del día, símbolo de las distintas etapas de la vida.

Os dejo un fragmento de uno de los monólogos de Rhoda, el personaje que más se parece a la autora; como ella, Virginia tenía extrañas experiencias de despersonalización en las que no sentía su cuerpo, o se sentía alejada de él y tenía que golpear los nudillos contra algo duro para volver a sentir su cuerpo.


" ..Me sentaré en la temblorosa orilla del río y contemplaré los nenúfares, anchos y luminosos, que con su aguda luz de luna iluminan en haces el roble que se cierne sobre el agua. Cogeré flores. Formaré con ellas un ramo, lo tomaré en la mano y lo ofreceré, ¡oh! ¿a quién? Hay un obstáculo en el fluir de mi vida. Una profunda corriente tropieza con algo. Y ese algo se estremece. Tira. Un nudo en el centro opone resistencia. Es dolor. Es angustia.

No sé cómo pasar de un minuto a otro, de una hora a otra, resolviendo minutos y horas gracias a cierta fuerza natural, hasta que constituyan esa masa indivisible y unitaria a la que vosotros denomináis vida. No tengo rostro, soy como la espuma que se desliza sobre la playa.. "


"Quería escribir sobre todo, sobre la vida que tenemos y las vidas que hubiéramos podido tener. Quería escribir sobre todas las formas posibles de morir."





La novela "Orlando" se desarrolla entre la era isabelina y el siglo XX, y además, a mitad de camino, cambia el sexo de su protagonista. Sólo una agilidad narrativa como la de Woolf podía trenzar un juego literario semejante, y sólo un autor como Borges estaba en condiciones de verterla a nuestra lengua. 
Orlando sigue siendo como una de las mejores novelas de Virginia Woolf debido a su modernidad y a la presencia de todos los temas básicos de la obra de la autora inglesa: la condición de la mujer, el paso del tiempo y la recreación literaria de la realidad. 

Novela difícilmente clasificable en la que (como escribió en su día Jorge Luis Borges, traductor de la obra) «colaboran la magia, la amargura y la felicidad». 

Orlando (1928) narra los avatares a lo largo de cerca de trescientos años del que empieza siendo un caballero de la corte isabelina inglesa y a los 30 años se convierte en mujer y sigue siéndolo hasta el final.


Fragmentos:


"Por diversos que sean los sexos, se confunden. No hay ser humano que no oscile de un sexo a otro, y a menudo sólo los trajes siguen siendo varones o mujeres, mientras que el sexo oculto es lo contrario del que está a la vista". (capítulo 4.).

"Habiendo interrogado al hombre y al pájaro y a los insectos (porque los peces, cuentan los hombre que para oírlos hablar han vivido años de años en la soledad de verdes cavernas, nunca, nunca lo dicen, y tal vez lo saben por eso mismo), habiendo interrogado a todos ellos sin volvernos más sabios, sino más viejos y más fríos -porque, ¿no hemos, acaso, implorado el don de aprisionar en un libro algo tan raro y tan extraño, que uno estuviera listo a jurar que era el sentido de la vida?-, fuerza es retroceder y decir directamente al lecto que espera todo trémulo escuchar qué cosa es la vida: ¡ay!, no lo sabemos."


"Porque parece -su caso era una prueba- que escribimos, no con los dedos, sino con todo nuestro ser. El nervio que gobierna la pluma se enreda en cada fibra de nuestro ser, entra en el corazón, traspasa el hígado."





La novela fue un éxito y vista desde nuestros días, una obra maestra. En ella ya aparece el tema principal de la escritora: la escisión entre el deber ser y el querer ser de la mujer de su época; así como sus temas menores: el saber envejecer y la sexualidad. Tiene una narrativa radial y no lineal; busca muchos caminos para explorar la personalidad de Clarissa Dalloway. 

Como el Ulises de James Joyce (1922), La Sra. Dalloway se desarrolla en un solo día, desde las diez de la mañana hasta las tres de la madrugada. Las campanadas del Big-Ben señalan el paso de las horas. Es un día en la vida de Clarissa Dalloway, esposa de Richard Dalloway, miembro del Parlamento. Es una mujer de cincuenta y dos años, que, como otras, vive agobiada por una serie de tareas impuestas: visitas, comidas, labores domésticas; que ha de seguir, como requiere su posición. Pero ella siente que la vida es otra cosa, una hermosa y gran aventura. 


Fragmentos:


"La señora Dalloway decidió que ella misma compraría las flores". 

"En los ojos de la gente, en el ir y venir y el ajetreo; en el griterío y el zumbido; los carruajes, los automóviles, los autobuses, los camiones, los hombres-anuncio que arrastran los pies y se balancean; las bandas de viento; los organillos; en el triunfo, en el campanilleo y en el alto y extraño canto de un avión en lo alto, estaba lo que ella amaba: la vida, Londres, este instante de junio". 

"Caminando hacia Bond Street, se preguntó si acaso importaba que forzosamente tuviera que dejar de existir por entero; todo esto tendría que proseguir sin ella; se sintió molesta. ¿O quizá se transformaba en un consuelo el pensar que la muerte no terminaba nada, sino que, en cierto modo, en las calles de Londres, en el ir y venir de las cosas, ella sobrevivía, Peter sobrevivía, vivían el uno en el otro, y ella era parte, tenía la certeza, de los árboles de su casa, de la casa misma, a pesar de ser fea y destartalada; parte de la gente a la que no conocía, que formaba como una niebla entre la gente que conocía mejor, que la alzaban hasta dejarla posada en sus ramas, como había visto que los árboles alzan la niebla, y que su vida y ella misma se extendían hasta muy lejos? ¿En qué soñaba, mientras contemplaba el escaparate de Hatchards? ¿Qué pretendía recobrar? Qué imagen de blanco amanecer en el campo, mientras en el libro abierto leía "No temas más al ardor del sol ni las furiosas rabias invernales"

Esta reciente experiencia del mundo había formado en todos, todos los hombres y todas las mujeres, un pozo de lágrimas. Lágrimas y penas, valor y aguante, una apostura perfectamente erguida y estoica. Bastaba pensar, por ejemplo, en la mujer a quien ella más admiraba, a Lady Bexborough inaugurando la tómbola"


Cansada, doblegada y (aunque suene paradójico) firme, Virginia Woolf tomó acción contra su propia vida. Se suicidó. 

Y a pesar de que fue una novelista, ensayista, editora y feminista reconocida en la Inglaterra de su tiempo, fue olvidada por algunas décadas. Luego, allá por los años 70 se le revivió y se volvió una bandera de causas a favor de las mujeres. 

Desde entonces se mantiene como una autora de consulta permanente en todo el mundo. 






Suyas son dos frases de culto: "Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción" o "Las mujeres han servido todos estos siglos de espejos que poseían el poder mágico y delicioso de reflejar la figura de un hombre el doble de su tamaño natural".


Fuentes