Vanguardista de oficio, la artista yugoslava empuja los límites mediante performances que ponen a prueba la resistencia del cuerpo y la mente. Su propia historia y la del mundo, son los materiales de exploración de esta gran mujer, Marina Abramovic.
Si hay alguna artista que ponga los vellos de punta y que no deje indiferente a nadie, esa es Marina Abramovic. Esta artista serbia nacida en Belgrado es una de las pioneras en la realización de performance.
Ritmo 0, 1974 |
Transgresora, rupturista, radical, son algunos de los adjetivos que conforman la obra y el papel de esta artista que desde sus inicios denuncia la opresión y el retraso de su realización como ser por culpa del sistema educativo establecido en su país, utilizando su propio cuerpo como elemento fundamental de la experiencia en la que basa su estudio comunicativo entre su ser y en entorno que le rodea, incluyendo al público en su propia performance y haciéndolo partícipe fundamental.
En una performance nocturna en la que exploraba la dinámica de la agresión pasiva, Abramovic aparecía junto a una mesa y se ofrecía a los espectadores, que podían hacer lo que quisieran con una serie de objetos y su cuerpo.
En la pared había un texto que rezaba: "Hay setenta y dos objetos en la mesa que pueden usarse sobre mí como se quiera. Yo soy el objeto".
Entre dichos objetos se contaba una pistola, una bala, una sierra, un hacha, un tenedor, un peine, un látigo, un pintalabios, una botella de perfume, pintura, cuchillos, cerillas, una pluma, una rosa, una vela, agua, cadenas, clavos, agujas, tijeras, miel, uvas, tiritas, sulfuro y aceite de oliva.
Al final de su performance, los espectadores le habían rasgado las ropas con cuchillas, le habían cortado, pintado, limpiado, decorado, coronado con espinos y encañonado con el arma cargada. Al principio el público actuaba con timidez, pero transcurridas seis horas, empezó a comportarse violentamente y algunos espectadores, consternados, pusieron fin a la performance. Abramovic describió esta obra como la conclusión de la investigación en su propio cuerpo.
En esta obra la artista es el propio objeto del arte. Pasa de sujeto activo (artista) o sujeto pasivo (modelo) a sujeto-objeto, trasladando el rol de artista al público. Su cuerpo como lienzo, pero en él se pueden hacer más cosas que pintar, es un cuerpo sobre el que experimentar lo que uno, por norma general no experimentaría en su propio cuerpo. Transgrede las leyes físicas y psíquicas y se experimenta con otro el ¿hasta dónde se puede llegar con mi cuerpo pero sin ser en mi cuerpo?
Los límites de la sociedad están muy delimitados y lo correcto y lo incorrecto, si se da manga ancha, a veces sobrepasan esos límites, es la consciencia de uno mismo la que debe poner fin a los hechos pero es uno mismo, como artista, el que debe establecer las líneas de sus investigaciones.
“Estoy interesada en un arte que perturbe y rompa ese momento de peligro; por eso, el público tiene que estar mirando aquí y ahora. Deja que el peligro te concentre; esta es la idea, que te concentres en el ahora.”
Su ambicioso y profundo proyecto se encamina a descubrir un método, a través del arte, que haga a la gente más libre.
A pesar de lo que pudiera parecer en un primer golpe de vista, el trabajo de Marina huye del sensacionalismo; es un trabajo de un profundo trasfondo filosófico donde el miedo, la incomunicación o la soledad, algo aparentemente (pero sólo en apariencia) contradictorio con la necesaria presencia del público, que llega a ser una parte activa con la que la artista dialoga y obliga a enfrentarse a las mismas sensaciones que Marina experimenta en muchos de sus trabajos.
Recuerdo que en abril pasado actuaba en el Teatro real junto a Antony Hegarty, Willem Dafoe y Bob Wilson , interpretaba su biografía, "Vida y muerte de Marina Abramovic", que me hubiera encantado ver. Os dejo un vídeo sobre esa actuación, impresionante, irrepetible, para entenderla y conocerla.
"Lo que estoy haciendo es inventar hechos que me dan miedo, dice ella cuando se le pregunta, un sentimiento demasiado profundo que es imposible explicarlo con palabras”. Es la forma de canalizar su vida, es su mecanismo de supervivencia. "Convertir mi vida en un espectáculo para distanciarme del dolor"