No es bueno que todo el mundo lea las páginas que siguen; sólo algunos saborearán sin peligro ese fruto amargo.
Lautréamont
[..] Hay horas en la vida en que el hombre de melena piojosa lanza, con los ojos fijos, miradas salvajes a las membranas verdes del espacio, pues le parece oír delante de sí, el irónico huchear de un fantasma. Él menea la cabeza y la baja; ha oído la voz de la conciencia.
A veces, en noches de tormenta, cuando legiones de pulpos alados, que de lejos parecen cuervos, se ciernen por encima de las nubes, dirigiéndose con firmes bogadas hacia las ciudades de los humanos, con la misión de prevenirles que deben cambiar de conducta, el guijarro de ojo sombrío ve pasar, uno tras otro, dos seres a la claridad de un relámpago, y, enjugando una furtiva lágrima de compasión que se desliza desde su párpado helado, exclama: Por cierto que lo merece, no es más que un acto de justicia [..]
Conde de Lautreamont ("Cantos de Maldoror").
Isidore Ducasse, mejor conocido por su seudónimo “El Conde de Lautréamont”, nace el 4 de abril de 1846 en Montevideo, Uruguay. (Maldoror, abreviatura de "Mal d'aurore"), sus 6 cantos describen el absurdo de la existencia humana.