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domingo, 8 de abril de 2012

GOYA - LUCES Y SOMBRAS - EXPOSICIÓN CAIXAFORUM BARCELONA


EL QUITASOL, 1777

Estas son algunas de las obras que se pueden ver en la exposición "Goya. Luces y Sombras" (16 de marzo - 24 de junio) en CaixaForum Barcelona.





Francisca Sabasa y García


La Lechera de Burdeos


La Vendimia, 1787


Las Brujas, el conjuro, 1798

Los Fusilamientos del 3 de Mayo, 1808

El Coloso, entre 1808 y 1812

La carga de los Mamelucos ó el 2 de Mayo, 1814

La Duquesa de Abrantes
AVES MUERTAS, 1806

EL PELELE, 1791
 
LA MAJA VESTIDA, 1800/1807

VUELO DE BRUJAS, 1797


LA GALLINA CIEGA, 1788


LA FERIA DE MADRID, 1778




Lápiz litográfico y lápiz negro sobre papel verjurado grisáceo.


Capricho, El sueño de la Razón

EL TORO MARIPOSA, 1824

G. 54. Aún aprendo, 1824/28 

Joven barriendo, 1795



Todos los cuadros provienen del Museo del Prado en Madrid. 






FRANCISCO DE GOYA Y LUCIENTESnació en el año 1746, en Fuendetodos, localidad de la provincia española de Zaragoza, hijo de un dorador de origen vasco, José, y de una labriega hidalga llamada Gracia Lucientes. Muere en 1828 en Burdeos. 

Nadie fue más sordo que Goya al siglo XIX, pese a haber cumplido en él casi tres décadas y haber sobrevivido a sus feroces guerras. Se quedó sordo de verdad cuando amanecía la centuria, pero no ciego. Y a fuer de mirar a su aire se convirtió en un visionario. Ese hombre cabal, lúcido y baturro gestó las pesadillas que creemos tan nuestras afincado en un Versalles provinciano y en una Ilustración de pueblo. La dieciochesca, acanallada España que le tocó vivir le valió para todo y para nada. Su tozudez y brío fueron su patrimonio: con tales alforjas saltó desde su infancia hasta la infancia de las vanguardias, que en el siglo XX lo reivindicaron como maestro. Nadie se explica aún ese raro fenómeno: fue un pintor y un profeta solitario venido desde antiguo hasta ahora mismo sin pasar por la Historia.


viernes, 6 de abril de 2012

DESAYUNO EN LA HIERBA - MANET




Desayuno sobre la hierba, de Edouard Manet. (1863) Se encuentra en el Museo de Orsay (París)

Esta obra fue presentada por Manet al Salón de París de 1863 con el título de El Baño. El jurado elegido al efecto la rechazó, junto a otras 2.000 obras de diferentes artistas, considerando vencedora al Nacimiento de Venus de Cabanel. 

Pero, en un acto propagandístico de Napoleón III, se creó con estos cuadros el Salon des Refusés (de los Rechazados) precisamente para que el público pudiera dar fe de por qué habían sido defenestrados. Los críticos fueron muy tajantes con la escena de Manet, mientras que los jóvenes artistas (quienes, más tarde, conformarán el grupo impresionista) consideraron la obra como una muestra de vanguardismo, animando a Manet a crear imágenes de esas características y agrupándose en torno a él.

Por lo tanto, El Baño se considera punto de ruptura con el arte académico y tradicional. El título de Desayuno en la hierba sustituyó al original cuatro años después. Manet pareció inspirarse en una jornada de baño en el Sena para realizar un desnudo en un paisaje, el sueño de todo pintor según el escritor Émile Zola. Para ello empleó a su modelo favorita, Victorine Meurent, luego su mujer.


La pintura representa una escena campestre. En primer plano, tres personajes se encuentran sentados en la hierba: una mujer desnuda y dos hombre vestidos a la moda de la época. La mujer, cuyo cuerpo está fuertemente iluminado, dirige su mirada fuera del cuadro y observa sin reservas al espectador. Los dos hombres parecen hablar entre ellos ignorando la desnudez de la dama. Delante del grupo, a la izquierda, encontramos la vestimenta de la mujer, una cesta de frutas y una pieza de pan, dispuestos como una naturaleza muerta. 




LA CLARA TORRE - ANDRÉ BRETÓN



ANDRÉ BRETON



La clara torre


por André Breton 
(Texto publicado en Le Libertaire , 11 de enero de 1952).

Fue en el negro espejo del anarquismo donde el surrealismo se reconoció por primera vez, mucho antes de definirse a sí mismo y cuando todavía no era sino asociación libre entre individuos que rechazaban espontáneamente y en bloque las opresiones sociales y morales de su tiempo. Entre las fuentes de inspiración en que abrevamos, al concluir la guerra de 1914, cuyo poder de convergencia era a toda prueba, se hallaba este final de la Balada de Solness  de Laurent Tailhade:

            Golpea nuestros corazones a la deriva, despedazados

            ¡Anarquía!¡Oh, portadora del luz!

            ¡Expulsa a la noche!¡Aplasta a los gusanos!

            ¡Y levanta hacia el cielo, así fuese con nuestras tumbas,

            La clara torre que domina sobre las olas!

En ese momento, la impugnación surrealista es total, absolutamente contraria a dejarse canalizar en el plano político. 
Todas las instituciones en las que se funda el mundo moderno y que han demostrado sus resultados en la Primera Guerra Mundial, son consideradas por nosotros aberrantes y escandalosas. 
Para comenzar, nos oponemos contra todo el aparato defensivo de la sociedad: Ejército, «justicia», policía, religión, medicina mental y legal.
Tanto las declaraciones colectivas como los textos individuales del Aragon de entonces, de Artaud, Crevel, Desnos, del Eluard de entonces, de Ernst, Leiris, Masson, Péret, Queneau, y yo mismo, testimonian la voluntad común de hacer que fueran reconocidos como flagelos y, en esa misma medida, combatidos. 

No obstante, para combatirlos con alguna posibilidad de éxito, es preciso que se ataque su armadura, que es, en última instancia, de orden lógico y moral . La pretendida «razón» de uso corriente que, bajo una etiqueta fraudulenta, disimula el «sentido común» más obstruso y la moral falseada del cristianismo, con la finalidad de desalentar cualquier resistencia contra la explotación del hombre.