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miércoles, 24 de agosto de 2011

JORGE LUIS BORGES...UN DÍA COMO HOY NACIÓ, MI HOMENAJE

Jorge Luis Borges


Nació el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, Argentina. Por influencia de su abuela materna, de origen inglés, Borges aprendió a leer ese idioma antes que el castellano convirtiéndose en bilingüe desde su infancia. Fue educado en Buenos Aires y en Ginebra y cuando tenía apenas seis años le dijo a su padre que quería ser escritor. A los siete años escribió -en inglés- un resumen de la mitología griega; a los ocho años escribió "La vísera fatal", inspirado en un episodio del Quijote y a los nueve tradujo del inglés al español la obra "El príncipe feliz" de Oscar Wilde. Fue escritor, poeta, ensayista y creador de historias cortas. Murió en Ginebra el 14 de junio de 1986.

"...Debo fingir que hay otras. Es mentira. Sólo tú eres.
Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura..."


Y uno aprende...

Después de un tiempo, uno aprende la sutíl diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, y uno aprende que el amor no significa acostarse y una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes...y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.

Con el tiempo te das cuenta que aunque seas felíz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser humano, tarde o temprano sufrirá las mismas humillaciones o desprecios multiplicados al cuadrado.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas o forzarlas a que pasen ocasionará que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro, sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante (...)

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo... 

 Jorge Luis Borges

Excelente artículo ha publicado "Páginas Árabes" sobre Borges, os invito a leerlo, aquí os dejo el link:
http://paginasarabes.wordpress.com/2011/08/24/borges-el-islam-y-la-busqueda-del-otro/

LA LEYENDA DE LA CARA DEL MORO DEL CASTILLO DE ALICANTE


Fotografía de Alfredo Ribelles



Esta leyenda se remonta a las primeras décadas de la dominación árabe y cuando la fortaleza del Benacantil era la morada de un poderoso Príncipe musulmán, cruel y déspota y dueño y señor de la comarca. La sumisa población cristiana de la ciudad no dejaba de hostigarle, por lo que su odio hacia ellos hacía imposible la convivencia de las dos confesiones.

No obstante, el Príncipe tenía una debilidad, su hija Zahara, hermosa e inteligente para la que su ambicioso padre, que se llamaba Ben-Abed-el Hacid, tenía previstos prestigiosos pretendientes que le pudieran aportar alianzas y riquezas para beneficio propio pero Zahara, no se sentía para nada interesada con las pretensiones de su padre.

Se vivía por entonces una época tranquila y próspera debido a la tregua pactada con la población cristiana, lo que propiciaba que se sucedieran las celebraciones y fiestas, organizadas por el Príncipe, en el Castillo, con el objeto de invitar a prestigiosos y audaces pretendientes para que pudieran demostrar sus habilidades ante su hija Zahara a lo que la hermosa joven siempre mostraba indiferencia.

En una de estas fiestas Zahara, cansada y aburrida, paseaba por su jardín particular cuando escuchó entre los árboles un ruido y vio esconderse una sombra. La valiente y curiosa Princesa no dudó en dirigirse al intruso y exclamar -¿quién anda ahí?-. De su escondite apareció un apuesto joven cristiano que se quedó inmóvil observándola. Zahara le interpeló y le hizo saber que si era descubierto por sus guardias dentro del recinto, sería condenado a la pena de muerte. El joven le contestó que ya nada le importaba después de haber admirado su belleza y hermosura y haber conseguido su objetivo que era poder verla y mirarle a los ojos. Zahara se encontraba nerviosa y turbada por la presencia del joven, pues estaba acostumbrada a que todo el mundo se humillara ante ella.

Iniciaron una conversación y el joven le evidenció su amor hacia ella, lo que provocó la emoción de la Princesa y comenzó a tener curiosidad y aprecio por aquél joven, que se llamaba Fernando y era el primogénito del Conde García de Oñate, enemigo acérrimo de su padre, el Príncipe musulmán Ben-Abed-el-Hacid.
Zahara le dijo. –Yo no deseo que mueras.- y le tomó la mano y lo dirigió hacia un secreto pasadizo, escondido tras unos rosales, y que lo conduciría fuera de las murallas. –Volveré-, le dijo Fernando.

Los días transcurrían y Zahara no podía apartar de su mente a aquél apuesto y osado joven que puso su vida en peligro sólo por conocerla. Su tristeza y melancolía eran evidentes hasta tal punto, que su nodriza no tardó tiempo en percatarse. La princesita estaba enamorada. Su nodriza le advirtió del peligro que correría Fernando si su padre llegara a sospecharlo.

En esos días, Ben-Abed-el Hacid, hacía gestiones con el Sultán de Damasco, pues en su mente se fraguaba la idea de conseguir una alianza con aquél poderoso sultán y que al mismo tiempo le garantizara la seguridad para su adorada hija y riqueza para los suyos.

Mientras ésto ocurría, la Princesa día a día iba entristeciendo y desmejorando y, de éso, no tardó tiempo en darse cuenta su padre, que comenzaba a preocuparse y a alarmarse, y trataba de consolar a su hija, pero ésta sólo le respondía abrazándose a él y llorando.

Tanta preocupación causó en Ben-Abed-el Hacid que decidió consultarlo con el astrólogo real quien, después de realizar las investigaciones y cábalas oportunas, le respondió al Príncipe: -Tu hija, poderoso señor, padece un mal propio de la juventud. Está enferma de Amor. ¡De un amor imposible¡- El Príncipe montó en cólera y se dirigió al astrólogo: -¡Ibrahim, creo que mientes, pero si tan seguro estás de ello, dame el remedio que haya de curar a mi hija, de lo contrario morirás¡- Ibrahim , el astrólogo, le contestó con serenidad: -¡Oh señor, de nada te serviría mi muerte ya que sólo el amor es quien puede salvar a la Princesa-. –Entonces, empezaré de inmediato los preparativos de boda con el Sultán,- dijo Ben-Abed -¡Oh, Príncipe, no has comprendido nada. Zahara no sanará con el amor que tú le ofrezcas, sino el elegido por su corazón.-

Mientras tanto, Zahara acudía diariamente a su cita con Fernando tras los espesos rosales que ocultaban el pasadizo por donde éste accedía y así día a día y embriagados por el suave olor de las rosas, iban alimentado su amor tanto así, que la Princesa estaba dispuesta a abandonar su Patria y su Religión y saltar estas barreras para huir y pasar el resto de sus días junto a su enamorado Fernando.

Pocos días después, Zahara fue llamada a presencia de su padre y éste le informó que, en breve, iban a partir hacia Damasco para desposarse con el poderoso Sultán. Un grito desesperado salió por la garganta de la joven -¡No, no iré nunca¡-. Su padre desconcertado y montando en cólera, zarandeó violentamente a su hija -¿Porqué desobedeces mis órdenes¡ ¿Porqué no irás¡- Porque amo a otro.- dijo Zahara. Su padre la abofeteó -¡Su nombre¡- le exigió mientras continuaba zarandeándola con tanta fuerza que la Princesa no pudo evitar revelar su pasión.

Ben-Abed comenzó a chilar su venganza. Tenía que dar muerte al muchacho.
No tardaron los soldados en sorprender a los amantes y el joven fue apresado. Zahara sabía lo que le esperaba a Fernando y enfermó. La Princesa se moría …de amor.

Su padre, al conocer la gravedad de la enfermedad de la joven y, comido por el remordimiento, fue a verla no sin antes, haber preparado una estratagema como buen militar que era.

-Zahara- le dijo –hagamos un pacto. Si yo gano, tú tendrás que obedecer mis órdenes- lo que encerraba los planes de boda con el Sultán de Damasco -y si ganas tú, te dejaré en libertad para que elijas a tu esposo.- La joven asintió. No podía sino aceptar.

Asomándose por la ventana le dijo –Mira este paisaje- señalando las laderas del Benacantil, -si mañana amanece nevado y cubierto de un manto blanco, tú ganarás. Si por el contrario todo sigue igual, habré ganado yo y tú obedecerás irremediablemente mis órdenes.-

La noche se hizo eterna para Zahara. Al amanecer observó por la ventana un cielo azul purísimo, lo que le hizo estremecer pero al incorporarse, una exclamación salió de sus labios. ¡Era asombroso¡ Toda la extensión que abarcaban sus ojos aparecía cubierta por un manto blanco. ¡Todos los almendros que poblaban los alrededores y las laderas del Benacantil habían florecido esa noche, como si la Naturaleza hubiera querido demostrar su solidaridad con la Princesa¡ ¡Había ganado la apuesta¡


Zahara corrió hacia los aposentos de su padre emocionada para solicitarle la puesta en libertad de Fernando, de pronto, se detuvo y quedó paralizada. Enmudecida. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Un grito desgarrador surgió de su interior. Su mirada estaba fija en el torreón del que una figura humana pendía de la horca… Su padre ya había cumplido su venganza adelantándose a los acontecimientos. Zahara se dirigió velozmente hacia allí y se abrazó al cuerpo, ya sin vida, de Fernando. Los dos enamorados, ya unidos para siempre, se precipitaron al vacío al romperse la cuerda que los sujetaba. Ben-Abed corrió hacia el torreón intentando llegar a tiempo… pero ya fue demasiado tarde. El Príncipe lanzó un grito y se desvaneció cayendo también por el acantilado, pero su cuerpo quedó apresado entre los riscos y matorrales que forman el “Matxo del Castell”, perdiendo también su vida.


Fotografía de Alfredo Ribelles


Al día siguiente, la ciudad entera quedaría muda de asombro. En el Benacantil se podía observar un rostro labrado en la roca, que recordaba al del Príncipe Ben-Abed-el-Hacid. La imaginación popular halló pronto la explicación. El Moro había sido castigado por su crueldad y su rostro permanecería eternamente azotado por los vientos y expuesto a todas las vejaciones del tiempo y de los hombres.

Jesús García

(Leyendas Alicantinas. Agustina Ruiz de Mateo y Juan Mateo Box)


Fuente:

martes, 23 de agosto de 2011

RETRATO DE FERNANDO PESSOA POR ALMADA NEGREIROS....desde el otro lado del cuadro




José Sobral de Almada Negreiros (1893-1970) fue un pintor, escritor, dramaturgo, poeta y novelista portugués y una figura primordial en el nacimiento de las vanguardias portuguesas de principios del siglo XX.

Una de las pocas imágenes pictóricas que se conocen de Fernando Pessoa es esta que hoy vemos y que Almada Negreiros pintó casi veinte años después de muerto el poeta y escritor portugués.

Gran amigo de Pessoa al que conocería con motivo de una exposición de caricaturas en Lisboa en 1913 le retrata de memoria en este cuadro con un estilo neocubista y con los elementos emblemáticos de Pessoa, es decir, su estilográfica, un cigarrillo y una taza de café. El libro con el número 2 corresponde al segundo ejemplar de la revista "Orpheu" una revista fundada por Almada, el propio Pessoa y una serie de intelectuales entre los que se encontraba el brasileño Eduardo de Guimaraens y Mário de Sá-Carneiro y de la que solo se llegarían a editar dos ejemplares.

Este cuadro, según relata Manuel García Castellón, figuró durante años en "Irmaos Unidos" un restaurante-café que fue durante años una versión lisboeta del madrileño "Café de Pombo". Cuando dicho establecimiento cerró en 1969 el cuadro salió a subasta vendiéndose por un precio superior al que nadie habría esperado para aquellos años.

Ya que hablamos del "Cafe de Pombo", hay que comentar que Almada pasó largas temporadas en Españaasistiendo a veces a las tertulias de dicho Café ya que llegó a convertirse en un buen amigo de Ramón Gomez de la Serna a raiz de un homenaje que Almada le promoviera en Lisboa en 1925.

En este cuadro póstumo, Fernando Pessoa, elegantemente vestido e iluminado por esa claridad que penetra por la izquierda del cuadro, parece estar escribiendo ese poema suyo:

"Es tal vez el último día de mi vida.

He saludado al sol levantando la mano derecha,

mas no lo he saludado diciendo adiós.

Hice la seña de que me gustaba verlo antes: nada más."

Desde el otro lado del cuadro 
http://desdeelotroladodelcuadro.blogspot.com/

MISTERIO EN EL JARDÍN DE LOS MONSTRUOS O JARDÍN DE BORMAZO. "TODO PENSAMIENTO ES FUGITIVO"



Dicen que cuando André Breton le enseñó a Salvador Dalí un libro con fotografías sobre Bomarzo, apostilló lo siguiente: "Aquí está todo tu universo cuatrocientos años antes de que se te ocurriera". Era lógico: el bosque sagrado de Bomarzo, o parco dei mostri, como es conocido en la región, es un lugar inquietante. Su autor fue el príncipe Pier Francesco Orsini, quien hizo llamar a algunos de los más importantes artistas del Renacimiento, como el arquitecto Pirro Ligorio, que sustituyó a Miguel Ángel en la construcción de la basílica de San Pedro del Vaticano.








La idea era aprovechar la roca volcánica originaria del lugar, el peperino, fácilmente moldeable, para erigir un pequeño microcosmos de edificios y esculturas fantásticas que compitieran en dimensiones con el paisaje. Durante casi treinta años, entre 1552 y 1580, a las órdenes del príncipe, los escultores y los arquitectos fueron disponiendo enormes rocas sobre el terreno para revelar de su interior un zoológico imaginario que incluía los animales reales, los míticos y los imposibles.








Como resultado, las arpías y los ogros se hicieron sitio junto a los árboles y los arroyos, mientras los dragones o los elefantes se alineaban frente a figuras humanas de cuatro metros de altura. Y todo ello al lado de un templo renacentista de proporciones exquisitas, un teatro minúsculo o a una torre tan inclinada que apenas se puede recorrer una habitación de extremo a extremo.








Quienes han estudiado la disposición del parque señalan que escenifica un itinerario simbólico inspirado en la obra de Francesco Colonna El sueño de Porfilio,donde se narra la peregrinación imaginaria del protagonista para revivir su amor con Polia, prematuramente muerta. Alegan en favor de sus argumentos el templete, el ninfeo y el teatro.










Algo es seguro: el jardín de los monstruos muestra la soledad de quien lo hizo, Pier Francesco Orsini, un hombre delicado, escondido en un cuerpo maltrecho, jorobado, que dedicó su vida a rodearse de la belleza que el destino no le había querido otorgar y, despechado con su familia, se escondió en su palacio de Bomarzo. Coleccionista de todo, recuperó de su viejo linaje familiar -los Orsini, los osos- la leyenda de su antepasado alimentado por una osa e intentó transmutarse en mago para domesticar la naturaleza; si bien, como Dédalo, acabó siendo constructor y prisionero de su obra.












Lo cierto es que el conjunto no se inauguró nunca: primero, por la muerte de Giulia Farnese, la esposa del príncipe, en cuyo honor fue construido, y luego, por la de su primogénito.










Bomarzo es una localidad del Lacio, 70 km al norte de Roma, que surge entre montañas y bosques como si de un manantial se tratase. La agreste naturaleza que la envuelve, la vegetación y los arroyos serpenteantes, convirtieron la zona de Viterbo durante la Edad Media en residencia de verano de los Papas, y con sólo contemplar sus paisajes, el peregrino, el buscador de paz y belleza, queda enamorado al instante, llenando un trocito de su alma del sosiego y la calma que se respira. 










Dos esfinges flanquean la entrada, moradores benignos del umbral que en vez de inquirir con severidad nos recomiendan con advertencias:«Quien con la ceja arqueada y el labio apretado no va por este lugar, carece de admiración, pues éste es uno de los lugares solitarios más famosos del mundo...» «Tú que entras aquí, pon tu mente aparte y dime si puede ser que tanta maravilla esté hecha por engaño o por un arte puro».


"Algunos lugares de la tierra poseen la impenetrable aureola del misterio. Su historia, su arte, su arquitectura, su razón de ser, yacen sepultados ante las preguntas que quedan sin respuesta y, celosos guardianes de su enigmático por qué, nos invitan a pasear por sus senderos, a contemplar sus piedras y a fascinarnos... Indudablemente el parque de los monstruos de Bomarzo es uno de esos lugares".


http://www.spanishred.com/

LAS PASIONES CAPITALES : EL ORGULLO

La Donante. Ilustración: Ana Roldán (*)
Ella -porque era una "ella" y no un "él"- entró en mi consulta con paso elegante de gacela, se sentó en el sillón con una desenvoltura algo llamativa y me miró unos instantes directamente a los ojos como si me preguntara con la mirada: ¿reconoces mi belleza de alma?. Sin darme tiempo a que yo pudiera verificar si se trataba simplemente de una fantasía mía o de una intuición basada en la experiencia, me ofreció maternalmente una pastilla para la tos al oírme carraspear, al tiempo que me aconsejaba: "Tómate este caramelo de propóleo y miel y verás cómo se te pasa la tos. Supongo que no fumas, pero quizá vas demasiado poco abrigado con estos bruscos cambios otoñales de temperatura".
Es éste el primer recuerdo que me ha venido a la mente al iniciar estas reflexiones sobre las personas cuyo patrón de comportamiento viene esencialmente motivado por la pasión del orgullo. Pero lo mismo que los auténticos iracundos tienen tapada su ira, los orgullosos del eneagrama no suelen ser conocidos por su orgullo, sino por su davidosidad y preocupación por los demás, que puede resultar invasiva. No son los burdos y soberbios luciferinos de los que nos hablaban los curas cuando trataban el pecado capital de la soberbia, sino ese tipo de personas que van siempre cubriendo las necesidades ajenas, movidas por el ansia de ser reconocidas, de ser queridas, de recibir lo que con tanta generosidad ofrecen sin que nadie se lo pida.
Su intensa necesidad de amor, frustrada en algún momento de su infancia, les hizo desarrollar un arraigado mecanismo de compensación de considerarse especiales. Sin embargo, la necesidad original sólo queda amortiguada a través del amor del otro, de un poco de intimidad, de compartir emociones, de ser tenido en cuenta. La clásica "mujer fatal" de tantas novelas y películas famosas no es sino una pobrecita niña que busca en el fondo los mimos y las caricias de papá, para el que fue, en algunas ocasiones, su "princesita" o que, en otras, estuvo ausente y fue idealizado.
En algunos hombres -son más numerosas las mujeres de este tipo, calificada en el Eneagrama como Dos-, la actitud se parece más a una cierta competitividad, sólo encubierta a primera vista: ellos son los primeros y, si no, lo intentan ser, por el esfuerzo o por el encanto: nunca se saltarán una cola a puñetazos, sino sonriendo, ofreciendo algún consejo o buscando la amistad de quien tenga poder para ponerles en cabeza.
Sin embargo, hombres y mujeres Dos comparten una emotividad a flor de piel; de hecho comunican mejor sentimientos y emociones que abstracciones mentales o deducciones lógicas. En medio de un clima de alta emotividad se encuentran en su salsa. La expresión continua de sus emociones puede degenerar en un cierto histrionismo: de un grano hacen una montaña y su universo emocional es "la realidad objetiva", ya que el mundo no es como es, sino como lo sienten. Suelen buscar la libertad a todo trance, por lo que la rutina y la disciplina no son precisamente sus puntos fuertes.
A veces parecen niños mimados, o tal vez lo fueron en su infancia, por lo que sus caprichos y cambios de humor parecen no tener fin. Pero quien tenga un amigo o una amiga Dos lo que resaltará será sus dotes de seducción y su capacidad de ayudar, sin pedir aparentemente nada a cambio: su orgullo no le permite expresar sus necesidades, aunque sí esperan que se las satisfagan sin pedirlo. De aquí la hostilidad que surge si no recibe lo que cree merecer; pero en general será una hostilidad manifestada en forma de despreciativo silencio o de digno abandono haciendo mutis por el foro: el otro no ha merecido su cariño y le ha herido en lo más profundo de su amor propio. Le ha revelado el tabú de los tabúes: su enorme dependencia emocional, tras ese barniz de falsa autosuficiencia.
Dicen que grandes personajes como Alejandro Magno y Napoleón fueron movidos por este tipo de orgullo. Pero tal vez el paradigma de este tipo sea Cleopatra que, aprendió ya a los diez años, a la caída de su padre, que "para un rey, el orgullo y la altivez están por encima incluso del poder" y que la esclavitud y la sumisión son indignas. Entre los personajes modernos, podrían nombrarse a Elvis Presley, Elizabeth Taylor, Jerry Lewis o Madonna.
Como en todos los eneatipos, existen tres subtipos que, en el caso del Dos, y muy esquemáticamente podrían caracterizarse como: el seductor agresivo que fuerza el contacto de los demás, pero que más que sexo, lo que desea es ser deseado, ser querido como señal de aprobación; el ambicioso social que necesita la asociación con gente poderosa como fuente de protección y para cubrir la necesidad de asegurarse una posición dentro de cualquier grupo; el competitivo cuya actitud "yo primero" le proporciona su falsa identidad de autoconservación. Sin embargo, los tres subtipos pueden compartir además la existencia de múltiples "yoes", dependiendo de sus estados emocionales y de la mirada de los demás.
Los “Dos” evolucionan cuando contactan con sus verdaderos deseos, en lugar de someterse a los de los demás o competir con ellos. Entonces detectan su hábito de manipular y pueden reconocer el verdadero valor de los otros como personas y no como objetos de su aparente generosidad. Tal vez entonces se den cuenta que obtener aprobación no es lo mismo que obtener amor y que el compromiso no significa pérdida de libertad sino su verdadero ejercicio consciente. En ese momento es posible que cambien el romanticismo idealizado por la verdadera intimidad. Para ello es muy aleccionador el libro de reciente publicación en castellano "Las mujeres y el deseo" de la psicoanalista y feminista junguiana Young-Eisendrath. (Editorial Kairós, Barcelona).
Cuando un Dos puede atravesar la noche oscura de la envidia, contactar con su verdadera carencia y empezar a reconocer lo que le falta, puede emerger realmente como una persona nueva, compasiva consigo misma y con los demás. Puede en ese momento dar sin esperar nada a cambio, pues ya lo tiene todo. Es entonces cuando puede transformar el orgullo injustificado de creerse especial en un AUTÉNTICO ORGULLO DE SER Y DE REBOSAR VERDADERO AMOR INCONDICIONAL QUE, PARADÓJICAMENTE, ES GENUINAMENTE HUMILDE.
"Pasiones Capitales" es un aporte de Alfonso Colodrón - Terapeuta Gestáltico 

y Consultor Transpersonal. Sitio web www.alfonsocolodron.net


Sobre la ilustración:
LA DONANTE (*)
Ella siempre está bien, semblante alegre, sobradamente llena, altiva, de generosas curvas, apenas lleva adornos ni joyas, sólo las flores que le echan y que ella misma emana. No mira para abajo, nada pide, pues "nada necesita", tan solo que la necesiten las personas que con el mismo color de sus faldas salen de entre ellas, seducidas , dependientes y manipuladas.

La ilustración pertenece a la serie"Nueve Pasiones" de Ana Roldán, pintora española especializada en el retrato y la acuarela, que comienza ahora una nueva andadura en su pintura, en la que se integra todo lo aprendido, todo lo vivido, y en donde se funden los tres centros vitales: el emocional, el intelectual y el visceral, para representar así, intuitivamente a unos personajes cargados de simbolismo y color, en todas sus facetas espirituales y psicológicas. Más información de la autora en su sitio web www.anaroldan.com.
Fuente:


"El año 711", por Tahar Ben Jelloun

Tahar Ben Jelloun


El año 711


Por Tahar Ben Jellounescritor, miembro de la Academia Goncourt (LA VANGUARDIA, 20/07/11):



Hay aniversarios que se celebran  con muchos fastos y pompas, otros que se evocan con la punta de la pluma y otros más que se olvidan, ya sea voluntariamente o por haberlos expulsado la memoria de sus archivos. El del año 711 pertenece a esta última categoría. ¿Qué sucedió ese año? Que los árabes entraron en la península ibérica. Se cumplen ahora 1.300 años. Un cifra redonda, pero que ya no significa nada para las generaciones españolas de esta primavera de los indignados.Para los árabes tampoco. Esa entrada del islam en la escena española ha quedado completamente olvidada.
No llegaron para una simple visita de cortesía entre vecinos ni para un cambio de aires. Llegaron para quedarse.
De 711 a 1492, Al-Ándalus fue árabe, musulmana, judía, cristiana. Una excepcional armonía reunió las tres religiones monoteístas hasta la llegada de Fernando de Aragón, marido de Isabel la Católica, quien puso en marcha la Inquisición, que expulsaría a los no católicos de España tras perseguirlos ferozmente. En 1470, Isabel obtuvo del papa Sixto IV la bula que creó la Inquisición en España. Muchos judíos y musulmanes se convirtieron al catolicismo, pero de forma insincera, lo que llevaba a que fueran juzgados y condenados. La tortura estaba permitida (el agua, el potro y el fuego) y era una práctica habitual en aquellos tiempos.
La Inquisición duró hasta 1820. Había que obtener el arrepentimiento del acusado. Se levantaron piras. Se quemaron brujas, y luego judíos y musulmanes. Fue la época negra del catolicismo. Goya dio testimonio de ella.
El reino de los visigodos se derrumbó justo antes de la fecha fatídica de 711. Córdoba y Toledo cayeron en manos de los ejércitos musulmanes bajo la dirección de Tariq ibn Zayad, que cruzó el estrecho de Gibraltar. Sería seguido al año siguiente por el gobernador de Túnez, Musa, que se presentó en Granada y Málaga con 18.000 hombres. Durante los ocho siglos de esa presencia en tierras de España, se erigieron monumentos que constituyen hoy una parte importante del patrimonio histórico universal. La Alhambra (la roja) está considerada la acrópolis medieval más majestuosa del mundo mediterráneo; en cuanto a la gran mezquita de Córdoba, los historiadores la consideran “el testigo más prestigioso de la presencia musulmana en España”.
Cuando paso por Granada visito dos veces la Alhambra, una vez de día y otra de noche. Esa maravilla que da fe de la excepcional riqueza de una edad de oro de la civilización árabe. La época del árabe como lengua del saber y la inteligencia. Los tiempos de la apertura al mundo y a la cultura de los otros pueblos, una actitud recomendada por el Corán a los creyentes.
Esa época fértil en creación arquitectónica, en simbiosis cultural de judíos y musulmanes, ya no es muy recordada. El gran historiador francomarroquí Haim Zafrani (1922-2004) dedicó su vida a ese periodo. En una de sus obras, escribió: “He estudiado una etapa casi mítica de la edad de oro medieval durante la cual las élites musulmanas y judías se encontraban en espacios culturales de altísimo nivel”. A los visitantes de las artes árabes en Sevilla, Córdoba, Toledo o Granada les importa poco el origen de esa estética.
Los árabes de hoy saben poco de esa historia, pero no es que los manuales escolares la hayan olvidado, sino que enfrentados a las dificultades que tienen para mantener su lugar en la historia algunos han descuidado el pasado, han empujado la memoria hacia tierras lejanas.
¿Qué hacer? Sencillamente, recordar a los niños de España y el mundo árabe lo que fue aquella época, lo que aportó a la humanidad, y que aquellos a quienes se llama hoy, con un punto de desprecio, los moros tuvieron como antepasados a sabios, artistas, creadores generosos que celebraban el arte y la belleza sin pensar en atribuirse mérito alguno.
Es necesario que esa expresión, “los moros”, desaparezca de la lengua castellana. Es vector de racismo banal, ordinario, cotidiano. De nada sirve borrar las páginas de la memoria. Ciertas páginas de la historia hay que pasarlas, pero antes hay que leerlas. El olvido o la indiferencia no son una solución.
Victor Hugo canta esa época en Las orientales: “¡Alhambra! ¡Alhambra! Palacio que los genios doraron cual sueño de armonía lleno; baluarte de almenas ornadas y en ruinas, se oye en ti la noche de sílabas mágicas al sembrar la luna, por mil  arcos árabes, muros de trébol blanco”.
Las relaciones políticas y culturales entre España y el mundo árabe (y, más precisamente, el Magreb) deben preservarse, desarrollarse y mejorarse. Ser vecinos constituye a veces una deventaja (véanse las tensiones casi permanentes entre Argelia y Marruecos). Sin embargo, 14 kilómetros separan Marruecos y España. Gracias a esa distancia, la vecindad no es un problema. Queda la historia reciente de la presencia española en tierras marroquíes. Todo es posible. Basta buena voluntad política.