No tenemos un lenguaje para los sentidos. Los sentimientos son las imágenes, las sensaciones son como sonidos musicales.
Me siento infernalmente sola. Lo que necesito es alguien que pueda darme lo que doy a Henry: esta atención constante. Leo cada página que escribe, continúo sus lecturas, contesto sus cartas, lo escucho, recuerdo todo lo que dice, escribo sobre él, le hago regalos, lo protejo, estoy dispuesta en cualquier momento a renunciar todo por él, sigo sus pensamientos, intervengo en sus planes. Un desvelo apasionado, maternal e intelectual.
Él. Él no puede hacer esto. Nadie puede. Nadie sabe cómo. Es un arte, un don. Hugh me protege, pero no responde. Henry responde, pero no tiene tiempo para leer lo que escribo. No capta todos mis estados de ánimo ni escribe sobre mí. Sólo es solícito, como una mujer. Todo lo consigo en fragmentos, de modo incompleto, insuficiente, tentador. Y me quedo sola, y he de volver a mi diario para darme la clase de respuesta que necesito. Tengo que alimentarme yo misma. Tengo amor; pero no es suficiente. La gente no sabe cómo amar.
(fragmento de su diario I - 1930-1934)
(fragmento de su diario I - 1930-1934)