El principito es una metáfora en la que se tratan temas tan profundos como el sentido de la vida, la amistad y el amor.
Cuando el principito viaja a otros planetas, llega al que está habitado por un rey que exige "a cada uno lo que cada uno puede hacer", ya que considera que "la autoridad reposa sobre la razón" (p. 39).
Visita, después, el planeta ocupado por un vanidoso, que no oía sino las alabanzas. Finalmente llega al planeta Tierra, donde se encuentra con un zorro que le explica al principito que "los hombres ya no tienen amigos" y que si quiere ser su amigo lo tiene que domesticar… el siguiente fragmento es uno de los que más me gustan de esta obra:
Hay que ser paciente –respondió el zorro-. Te sentarás al principio un poco lejos de mi, así, en la hierba. Te miraré de reojo y no dirás nada. La palabra es fuente de malentendidos. Pero, cada día, podrás sentarte un poco más cerca…
Al día siguiente volvió el principito.
-Hubiese sido mejor venir a la misma hora –dijo el zorro-. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto; ¡descubriré el precio de la felicidad! Pero si vienes a cualquier hora, nunca sabré a que hora preparar mi corazón… Los ritos son necesarios. (p. 69).
El zorro le cuenta finalmente su gran secreto al principito: "no se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos", es necesario, por tanto, "buscar con el corazón" (p. 72 y 81).