viernes, 31 de octubre de 2014

LA TENTACIÓN DE SAN ANTONIO ABAD - EN LA LITERATURA Y EN EL ARTE


San Antonio Abad fue uno de los eremitas más populares de la Baja Edad Media. Protector contra la peste y otras enfermedades, gozó de un extendido culto. Gremios y cofradías encargaban retablos dedicados a un santo al que veneraban como patrón. Entre las escenas de la vida del anacoreta representadas con mayor asiduidad está la tentación de la lujuria. 


Desde un punto de vista secular, la tentación es un fenómeno de origen psíquico por el que al ser humano le sobreviene un estímulo imperativo, a veces subconsciente, que se traduce en deseo o necesidad de algo, es decir, conducente a llenar una carencia o por simple ansia de satisfacción.


Hyeronimus Bosch (Prado), 1500 (detalle)

No pocas veces, en el origen y nacimiento de la tentación juega un importante papel la función de la represión: algo se vuelve tentador por el mero hecho de estar prohibido, como si la tentación fuere una planta que germinara y floreciera con facilidad en terrenos abonados con represión, casi casi inherente a ellos. Porque la tentación, ante todo, lo que busca es transgredir el interdicto, cruzar la frontera entre lo ordenado, lo normativo, la ley, y la libertad sin límites ni condicionamientos, aunque ello suponga sumirse en el caos.


(detalle, La mesa negra, panel central del tríptico) Hyeronimus Bosch, 1495-1515


La tentación busca siempre el placer, mediato o inmediato, del tentado: es su fin la satisfacción; y en esa búsqueda importa menos el qué pasará después (de sucumbir a ella) que el mientras de su disfrute. 

En muchas ocasiones, por este efecto contradictorio, el tentado, una vez disfrutado de lo que la tentación prometía, cae en un estado de postración, de culpabilidad, de remordimiento: ahora siente que lo prometido no suponía mayor ganancia que lo perdido al ceder: la autoestima, el dominio de sí; el caído en la tentación siente que ha sido un traidor (hacia sí mismo o hacia su fe), su voluntad débil, se considera poco menos que una marioneta en manos invisibles de fuerzas que no domina ni controla. 

Siente que ha sido víctima de un siempre amenazador caos, y se siente, por fin, él mismo sumido en un estado caótico, y más cuanto mayor sea la tentación a la que se ha sucumbido.



(Panel central del tríptico), Hyeronimus Bosch, 1495-1515

Un San Antonio Abad hoy sería impensable, aunque no será porque no pudiésemos realizar un ejercicio de imaginación y analogía adecuado.


Jan Brueghel - "Tentaciones de San Antonio Abad"



La tentación de San Antonio, Tintoretto, 1577



SAN ANTONIO ABAD

(y su mundo de tentaciones)


Nacido en Heracleópolis Magna, Egipto, en 251, y muerto en 356, en el Monte Colzim, a orillas del Mar Rojo, donde se había retirado para realizar una vida ascética. 

Se le considera fundador del movimiento eremítico (aunque le quepa a Pablo de Tebas el honor de ser considerado primer ermitaño; a quien, por cierto, Antonio visitaría antes de morir, y por quien sería enterrado en tumba excavada por dos leones) y patrón de los cerdos (por extensión, protector de todos los animales, en este caso más conocido como San Antón), de los sepultureros y sanador de todo tipo de enfermos de la piel (sobre todo los afectados por el ergotismo, llamado apropiadamente Fuego de San Antón). 



GALERÍA EXTENSA SOBRE LA TENTACIÓN DE SAN ANTONIO:





Gustave Flaubert, La Tentación de San Antonio, la muerte



No deja de ser curioso el hecho de que, a pesar de que Flaubert dijera "La tentación de San Antonio es la obra de toda mi vida", es al mismo tiempo la menos estudiada de todas sus novelas. La primera obra que viene a la cabeza al hablar del escritor francés es también la que menos satisfacciones le reportó: Madame Bovary. En cambio, una obra como La tentación de San Antonio, que fue gestándose a lo largo de toda la vida del autor, prácticamente desde 1835, cuando Flaubert tenía catorce años, es injustamente olvidada.



Michel Foucoult prologó su libro de forma extraordinaria (ver aquí: http://www.javierseguidelariva.com/Res/R%20142.html )




Joachim Patinir, La tentación de San Antonio, 1520/24



San Antonio se encuentra en un amplio paisaje, rodeado de tres bellas mujeres que tratan de hacerle comer la manzana del pecado. Tras ellas una vieja alcahueta representa el engaño y la inducción al mal. Un mono, animal lujurioso al igual que las jóvenes demoníacas, tira de las ropas del santo. En segundo plano se desarrollan pasajes de La leyenda dorada de Jacobo de la Vorágine (siglo XIII), con las diversas tentaciones que sufrió San Antonio por parte de demonios o hermosas mujeres desnudas tras las que se esconde el diablo. 



Alexandre Louis Leloir, 1871 - la tentación de san antonio

Lucien Rops. La Tentation de San Antonio, 1878



Henry Pierre Picou (1824-1895) - la tentación de san antonio


Jacques-Antoine Vallin (1760-1831) la tentación de san antonio

La tentación de San Antonio, Dalí, 1946

La Tentación de San Antonio, Giovanni Battista Tiepolo, 1725



Leonora Carrington, 1947 - La Tentación de San Antonio


Lovis Corinth, 1897 - la tentación de san antonio

Paul Delaroche, 1832 - la tentación de san antonio

Max Ernst, La tentación de San Antonio

La tentación de San Antonio, Paul Delvaux, 1945

La tentación de San Antonio, Jules Pascin, 1912

La tentación de San Antonio, Paul Cezanne

Tríptico de la tentación de San Antonio, Max Beckman



La tentación de San Antonio, Diego Rivera, 1947

La tentación de San Antonio, Robert Auer


La tentación de San Antonio, Robert Auer (detalle)


La tentación de San Antonio, Robert Auer (detalle)



La tentación de San Antonio, Robert Auer (detalle)



" Apaga, la oscuridad se hace profunda. Y de pronto pasan por el aire, primero un charco de agua, luego una prostituta, después la esquina de un templo, la cara de un soldado, un carro con dos caballos blancos que se encabritan. Estas imágenes van llegando bruscamente, a sacudidas, destacándose en la noche como si fueran pinturas de color escarlata sobre madera de ébano. Su movimiento se acelera. Desfilan de manera vertiginosa. Otras veces se detienen y van empalideciendo gradualmente, terminando por diluirse. O bien se echan a volar e inmediatamente llegan otras.
Antonio cierra los ojos.
Las imágenes se multiplican, lo rodean, lo asedian. Un indecible espanto lo sobrecoge. Ya no siente nada, sólo una contracción que le quema el epigastrio. Pese al estrépito que hay dentro de su cabeza, percibe un enorme silencio que lo separa del mundo. Trata de hablar. ¡Imposible! Es como si todo su ser se disolviera y, sin poder aguantar más, Antonio cae sobre la estera. "


Gustave Flaubert, fragmento de su libro "La tentación de San Antonio"



3 comentarios:

José Valle Valdés dijo...

Muy interesante, amiga. Gracias por compartírnoslo.

Abrazos

Inma dijo...

Graciassss mi amigo!

Hay tantas cosas interesantes! y personas como tú que las disfrutas.

Un besazo

Bertha dijo...

Hola Inma:

No cabe duda que San Antonio ,es uno de los santos que más reproducciones pintóricas tiene.Es una figura que proyecta mucha ternura porque casi siempre se le representa anciano y ante esa tentación carnal que no deja de ser una lucha por no sucumbir a ella.

Muchas gracias por compartir esta estupenda entrada extensible a todas ellas.

Un abrazo.