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miércoles, 14 de junio de 2017

FRANZ KAFKA - EL PROCESO

"¿Qué hago? No soporto vivir. La vida es tan corta, y no soporto vivir.
No sé. Siento lo mismo. Pero hay cosas, hay muchas cosas. Hay un
punto en que la desesperación es una luz, y un amor.
¿Y después?
Después viene la Naturaleza.
¿Usted está llamando naturaleza a la muerte?
No. Estoy llamando naturaleza a la naturaleza.
¿Todas las vidas habrán sido así?
Creo que sí.."


(Fragmento del libro)




Ilustración de 'El Proceso', de Franz Kafka, por Chantal Montellier.


Fragmentos:


–¿Cómo te imaginas el final? ––preguntó el sacerdote.

Al principio pensé que terminaría bien ––dijo K––, ahora hay veces que hasta yo mismo lo dudo. No sé cómo terminará. ¿Lo sabes tú?

–No ––dijo el sacerdote––, pero temo que terminará mal. Te consideran culpable. Tu proceso probablemente no pasará de un tribunal inferior. Tu culpa, al menos provisionalmente, se considera probada.

–Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más? Todos somos seres humanos, tanto el uno como el otro.

–Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables.

–¿Tienes algún prejuicio contra mí? ––preguntó K.

–No tengo ningún prejuicio contra ti ––dijo el sacerdote.

–Te lo agradezco ––dijo K––. Todos los demás que participan en mi proceso tienen un prejuicio contra mí. Ellos se lo inspiran también a los que no participan en él. Mi posición es cada vez más difícil.

–Interpretas mal los hechos ––dijo el sacerdote––, la sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia.

(…)




(...)

-Intentaré ser honesto con usted, dijo K. 

-No te engañes, dijo el sacerdote. 

-¿En qué podría engañarme?, preguntó K. 

-Te engañas en lo que se refiere al tribunal, dijo el sacerdote, en la introducción a la Ley se ha escrito sobre este engaño: 

"Ante la Ley hay un guardián que protege la puerta de entrada. Un hombre que viene del campo que se acerca a él y le pide permiso para acceder a la Ley. Pero el guardián dice que en ese momento no le puede permitir la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde podrá entrar. "Es posible" responde el guardián, "pero no ahora". 

Como la puerta de acceso a la Ley permanece abierta, como siempre, y el guardián se halla a un lado, el hombre se inclina para mirar a través del umbral y ver de ésta manera qué hay en el interior. Cuando el guardián advierte su intención, ríe y dice: 

"Si tanto te tienta, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero ten en cuenta que soy poderoso y que, además, soy el guardián más insignificante. Ante cada una de las salas permanece un guardián, cada uno más poderoso que el otro. La mirada del tercero ya resulta para mí insoportable". 

El hombre procedente del campo no había imaginado tantas dificultades. La Ley, piensa, debe ser accesible a todos y en todo momento, pero al considerar ahora con más exactitud al guardián, cubierto con su abrigo de piel, al observar su enorme y prolongada nariz, la barba negra, fina, larga, tártara, decide que es mejor esperar hasta que reciba el permiso para entrar. 

El guardián le da un banquillo y deja que tome asiento a uno de los lados de la puerta. Allí se queda sentado días y años. Hace muchos intentos para que le permitan entrar y agota al guardián con sus súplicas. 

El guardián lo somete frecuentemente a cortos interrogatorios, le pregunta de su hogar y de otras cosas, pero son preguntas indiferentes, como las que hacen los grandes señores, y al final siempre repetía que aún no podía permitirle la entrada. 

El hombre, que estaba muy bien provisto para el viaje, utiliza todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Éste lo acepta todo, pero al mismo tiempo le repite: "Sólo lo acepto para que no creas que has omitido algo". 

Durante todos los años que permaneció allí, el hombre observó al guardián de forma casi ininterrumpida. Se olvidó de los otros guardianes y éste le terminó pareciendo el único impedimento para tener acceso a la Ley. 

Los primeros años maldijo la desgraciada casualidad, más tarde, ya envejecido, sólo murmuraba para sí en un rincón. Finalmente se vuelve senil, y como se ha sometido durante tantos años al guardián en una larga contemplación, termina por conocer a una de las pulgas que habita en el cuello del abrigo de piel del guardián, por lo que solicita a la pulga que le ayude a cambiar la opinión del guardián. 

Por último, su vista, ya débil, no sabe reconocer si oscurece a su alrededor o si son sólo sus ojos los que lo engañan. Pero ahora advierte en la oscuridad un brillo que irrumpe indeleble a través de la puerta de la Ley. Ya no vivirá mucho más. 

Antes de su muerte se concentran en su mente todas las experiencias pasadas, que toman forma en una sola pregunta que hasta ahora no había hecho al guardián. Entonces le guiña un ojo, pues ya no puede mover su cuerpo entumecido. 

El guardián tiene que agacharse mucho porque la diferencia de tamaños ha variado en perjuicio del hombre de la provincia. 

"¿Qué quieres saber ahora?" pregunta el guardián, "eres insaciable". 

"Si todos buscan la Ley", dice el hombre, "¿Cómo es posible que durante todos estos años, sólo yo haya solicitado la entrada?". 

El guardián comprende que el hombre se encuentra en sus últimos instantes de vida y, para que su débil oído pueda percibirlo, le grita: 

"Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues está entrada estaba reservada sólo para ti. Me iré ahora y la cerraré".

(...) 


(Fragmento admirable del libro)


FRANZ KAFKA, (1883-1924)

El proceso es una novela inacabada de Franz Kafka, publicada de manera póstuma en 1925 por Max Brod, basándose en el manuscrito inconcluso de Kafka. 

El libro cuenta la historia de Joseph K., un empleado de un banco que una mañana es detenido por unos policías. Los cargos de los que se le acusa se desconocen, como tampoco se sabe ante quién ha de comparecer o quiénes son los miembros del tribunal que le va a juzgar.
A través del arresto surrealista de este personaje, el genio checo critica la estructura opresora de la sociedad de entonces y obliga al lector a reflexionar sobre lo loco y absurdo que resulta el mundo moderno.




Cartel oficial en español de: El proceso



Orson Welles hizo en el año 1962 una película extraordinaria.


martes, 13 de junio de 2017

IDA VITALE - MARAVILLOSA ESCRITORA URUGUAYA

"La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.

Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.

Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire,
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.

¿Es más que su sabor el gusto de la vida ? "





Ida Vitale (Montevideo, 1923) Poeta, traductora, ensayista y crítica literaria uruguaya. Considerada integrante de la Generación del 45 con otros escritores uruguayos como Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti, Carlos Maggi o Idea Vilariño.

De familia culta y cosmopolita fue lectora precoz y su descubrimiento de dos poetas uruguayas de entresiglos, Delmira Agustini y, de María Eugenia Vaz Ferreira, la inclinó a la poesía lírica, aunque sus dos grandes referentes fueron José Bergamín, su profesor en Montevideo, y Juan Ramón Jiménez, a quien también conoció en persona. 

Estudió Humanidades en Uruguay y ejerció la profesión docente. Colaboró en el semanario Marcha; entre 1962 y 1964 dirigió la página literaria del diario uruguayo Época. Fue codirectora de la revista Clinamen e integró la dirección de la revista Maldoror.





Se exilió a México en 1974 y, tras conocer a Octavio Paz, este la integró en el comité asesor de la revista Vuelta

Además participó en la fundación del periódico Uno más Uno y continuó dedicada a la enseñanza, impartiendo además un seminario en El Colegio de México. 

Fue nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Uruguay en 2010. Lee y traduce particularmente del francés y del italiano, y entre los autores de sus versiones se cuenta a Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jacques Lafaye, Jean Lacouture y Luigi Pirandello.





CONTRA ENGAÑOS

Los guardadores de la nostalgia
rememoran en los días de oro
con la baraja expiatoria
de sangre sepia y claroscuro.
Si la cuenta de puentes canta,
la lluvia del tiempo les llora
y condice con catedrales
anegadas en ciegos vinos.
Mejor, a espaldas las imágenes,
probar el vidrio de los versos
con el rigor del ser a solas.
Y si están muertos de mentiras,
si otra lluvia del tiempo les llora,
penitenciarlos, aunque luego
andemos un campo vacío.


SE ELIGE

Diezmada, desangrada,
cortada en tantas partes
como sueños,
quiero,
no obstante,
ésta y no otra manera
de estar viva;
ésta y no otra manera de morir;
este sobresalto
y no más la habitual
duermevela.
Como una sombra de uno mismo
o como incendiado fósforo violento.
No hay otra alternativa,
ni más signo de identificación.
No otra muerte.
No mayor vida.


CUADRO

Construimos el orden de la mesa,
el follaje de la ilusión,
un festín de luces y sombras,
la apariencia del viaje en la inmovilidad.
Tensamos un blanco campo
para que en él esplendan
las reverberaciones del pensamiento
en torno del ícono naciente.
Luego soltamos nuestros perros,
azuzamos la cacería,
la imagen serenísima, virtual,
cae desgarrada.


SUMAS

Uno más uno, decimos. Y pensamos:
una manzana más una manzana,
un vaso más un vaso,
siempre cosas iguales.

Qué cambio cuando
uno mas uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.



VÉRTIGO

Varada velocísima en
tu borde,
veraz de veras,
en vilo, en vela
virando hacia,
en ti guarecida,
guarnecida quiero seguir
imaginando cómo se amanece,
capaz de maullar
por las azoteas del frío
o del ardor final,
feliz naciendo
de la diaria muerte.


RESIDUA

Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.

De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.

De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?


***




Algunas de sus obras fueron:

La luz de esta memoria (1949)
Palabra dada (1953)
Cada uno en su noche (1960)
Oidor andante (1972)
Jardín de sílice (1980)
Parvo reino (1984)
Sueños de la constancia (1988)
Procura lo imposible (1998)
Reducción del infinito (antología)
Fieles (antología)






Ida Vitale tiene un amor que es su compañero de vida desde hace más de 50 años: Enrique Fierro, también poeta, también uruguayo. 
Se conocieron alrededor de 1970, cuando él era alumno de uno de los grandes intelectuales uruguayos, Ángel Rama, primer esposo de Ida y padre de sus hijos. 
Después, en 1973, Enrique e Ida partieron al exilio en México, huyendo de la dictadura. Él tenía 22 años; ella, 40.






Una belleza de mujer

MARIE LAURENCIN - EL LADO FEMENINO DEL CUBISMO Y SU ENFOQUE PARA LA ABSTRACCIÓN

​"La subjetividad que caracterizó a la obra de Marie Laurencin se debió en gran parte a la preocupación de la artista por su propia fisonomía, que explotó repetidamente a través de la pintura"


Autorretrato, 1908


Marie Laurencin (París, 31 de octubre de 1883 - 8 de junio de 1956) fue una pintora y grabadora.

Expuso por primera vez en 1907 en el Salón de los Independientes. Ese mismo año, Picasso la presentó a Guillaume Apollinaire, con el que mantendría una relación tan apasionada como tumultuosa que duraría hasta 1912.



Les jeunes filles


Apollinaire y sus amigas, 1909


"Las horas pasan lentamente
Como el desfile de un entierro
Llorarás la hora en que lloras
Que huirá también rápidamente
Como pasan todas las horas ..."


(Guillaume Apollinaire)




Picasso, 1908


En 1914 se casó con el barón Otto von Wätjen, al que había conocido el año anterior. Después de la declaración de la Primera Guerra Mundial, la pareja se exilió en España, primero en Madrid y después en Barcelona. Asociada con Sonia y Robert Delaunay gracias a un encuentro organizado por Francis Picabia, Marie Laurencin compuso varios poemas para revistas artísticas durante 1917. 



Las dos españolas, 1915

Guillaume Apollinaire, Pablo Picasso, Marie Laurencin y Fernande Olivier (abajo a la derecha), pintados por Laurencin.

La Danse à la campagne, 1913


En 1920 volvió a París después de divorciarse de Otto von Wätjen y comenzó a trabajar en la ilustracion de libros de autores como Paul Morand, René Crevel, Paul Verlaine y André Gide, para quien ilustró una edición de lujo de Alicia en el País de las Maravillas y La tentative Diaghilev. 









Les jeunes femmes, 1911

Las dos amigas 1913-1914

Les trois graces, 1926

Autorretrato con gato, 1912

La poetisa Marguerite Gillot, 1.912.

Femme à l'éventail, 1912


Su estilo pictórico comprende un empleo particular de colores fluidos y suaves, una creciente simplificación de la composición, una predilección por ciertas formas femeninas alargadas y graciosas que le permiten ocupar un lugar privilegiado en el París mundano de los años 1920.

Su estilo artístico, aunque se vinculó al Círculo Vanguardista del "Bateau-Lavoir", fue más refinado. Recibió la influencia de los cubistas Pablo Picasso y Georges Braque; aunque desarrolló un enfoque único para la abstracción.


Le baiser, 1927
Jeune Fille à la Guirlande de Fleurs, 1935

Mujer con turbante, 1941


Convertida en retratista oficial del mundo del estilismo femenino desde 1920, Marie Laurencin ejerció además como decoradora para el ballet Las ciervas (1924), de Francis Poulenc, y también para las compañías de la Opéra-Comique, La Comédie Française y los ballets de Roland Petit en el Teatro de los Campos Elíseos.






*.- Fragmento de un artículo de Francisco Umbral dedicado a ella - publicado en EL CULTURAL el 31/10/2002


"Marie Laurencin se pasó la vida mirando y pintando mujeres, amando ninfas que querían ser ella y se burlaban un poco de ella .."


La ninfa en la sombra, con risa y sarcasmo, la ninfa que sólo viste unas rayas para adentrarse en la noche, la ninfa que despierta la melancolía y la curiosidad de la mujer adulta, la mujer de gran flequillo triste y escote triangular en mitad del pecho, con un lazo en un hombro, la mujer de nariz grácil y boca dibujada que es como el sello de su personalidad, como el beso congelado en la cara, vivo pero sin destino. 

La mujer adulta está hecha de transparencias y la esbeltez picuda de sus pies asciende, reconocible, hacia unos muslos densos, dormidos, a punto de abrirse en un ramo de flores. La ninfa ríe burlona y diablesa noche adentro, pero mira a la gran dama, a la elegante dama que sólo tiene, para acompañarse y consolarse, su caballo también femenino, no yegua pero femenino, y que de alguna manera participa en el juego de las dos o de los tres. Caballo de orejas breves y picudas, femeninas orejas de gato, caballo de una borrosidad cálida y una boca pequeña, infantil, bajo la esbeltez de su nariz y sus ojos pequeños y dibujados, también femeninos, que miran la escena de la ninfa, la dama y el caballo..."


Trois jeunes femmes-1953



*.- Entrada que hice en 2015 y que actualizo hoy.



lunes, 12 de junio de 2017

WILLIAM MORRIS - ARTE Y SOCIALISMO - AGITADOR SOCIAL QUE ANHELABA LA CONSTANTE ASPIRACIÓN A LA BELLEZA


"Además del deseo de producir cosas hermosas, la pasión rectora de mi vida ha sido y sigue siendo el odio hacia la civilización moderna". (William Morris)

Esta frase lapidaria, es la que nos saluda nada más coger este libro de William Morris (1934-1896). En él, el lector encontrará tres conferencias de este peculiar inglés: "Cómo vivimos y cómo podríamos vivir", "Trabajo útil o esfuerzo inútil" y "El arte bajo la plutocracia". 

William Morris, hijo inequívoco y rebelde de la revolución industrial, es un caso privilegiado. Nacido en 1834 y muerto en 1896, su vida transcurrió paralela al victorianismo que convirtió a Inglaterra en la fábrica del mundo y consagró la hipocresía como sustento moral de la sociedad.


En el siglo XIX, en Inglaterra, se levantaban cientos de fábricas que anunciaban la entrada a un nuevo mundo lleno de máquinas y humo, y donde muchos oficios quedarían desposeídos de su cometido de crear arte popular, belleza y satisfacción. De esto habló durante gran parte de su vida William Morris. Este renacentista se reveló ante el paisaje que veía que estaba construyendo el nuevo capitalismo industrial y denunció la vulgaridad que suponía la producción en masa y el imperio del diseño estandarizado.


Diseño textil de William Morris


El esteta y agitador social hablaba de la constante aspiración a la belleza, la realización personal a través del trabajo, la justicia social y la plenitud de la vida. 

El sistema de producción capitalista, como predijo, no ha prestado la más mínima atención a estos valores. Por eso el pensamiento de Morris tiene hoy la misma vigencia que el día que lo expresó en sus conferencias y lo escribió en sus ensayos hace casi dos siglos. Su aspiración a un trabajo que ennoblezca la vida humana en vez de empobrecerla y esclavizarla es, también, absolutamente actual.







Releyendo el libro he encontrado el siguiente texto que, a pesar de que tiene más de 100 años, me parece de lo más vigente:



".. Y de nuevo la palabra arte me lleva a plantearme mi última exigencia, y es que el ambiente material que nos rodee sea agradable, generoso y bello; sé que es una exigencia ambiciosa, pero les diré que, si no puede ser satisfecha, si toda comunidad civilizada no puede proporcionar ese ambiente a todos sus miembros, no quiero que el mundo prosiga; la existencia del hombre habrá sido mera miseria. No creo que, bajo las actuales circunstancias, sea posible hablar con demasiada vehemencia sobre este asunto. Pero estoy seguro de que llegará el día en que la gente encuentre difícil de creer que una comunidad rica como la nuestra y con tal dominio sobre la naturaleza exterior, haya podido someterse a una vida tan mezquina, andrajosa y sucia como la nuestra.

Y, de una vez por todas, no hay nada en nuestras circunstancias, salvo la persecución del beneficio, que nos arrastre a ello. Es el beneficio el que amontona a los hombres en enormes e imposibles aglomeraciones llamadas ciudades, por ejemplo; es el beneficio el que allí los hacina en barrios cerrados, sin jardines ni espacios abiertos; es el beneficio el que no toma la más mínima precaución contra la inmersión de distritos enteros en nubes de humos sulfurosos, que transforman hermosos ríos en inmundas cloacas; el que condena a vivir a todos, salvo a los ricos, apretujados en viviendas estúpidamente reducidas en el mejor de los casos, porque en el peor, no hay ni siquiera palabras para designar tal ruindad.

Me parece casi increíble que podamos soportar tan crasa estupidez; pero sé que no lo haríamos si pudiéramos remediarlo. No la soportaremos cuando los obreros se quiten de la cabeza que son un mero apéndice del proceso de creación de beneficios, que cuanto más beneficios se obtengan, mayores empleos y salarios más altos tendrán y que, por lo tanto, toda la inmundicia increíble, el desorden y la degradación de la civilización moderna son signos de su prosperidad; lejos de ello, son los signos de su esclavitud. 

Cuando hayan dejado de ser esclavos exigirán, como lo más natural del mundo, que cada hombre y que cada familia sea alojada con holgura; que cada niño pueda jugar en un jardín cercano a la casa de sus padres; que las casas, por su evidente decencia y orden, puedan ser ornamentos de la naturaleza y no desfiguraciones de ella, porque es casi seguro que la decencia y el orden mencionados, cuando lleguen a ser habituales, llevarán con casi toda certeza a la belleza en la construcción. 

Todo esto supondría, por supuesto, que las gentes –es decir, la sociedad en su conjunto- debidamente organizadas, en posesión plena de los medios de producción, no como propiedad individual, sino empleados por todos según lo exija la ocasión; y no sólo en esos términos es posible; en cualesquiera otros la gente será arrastrada a acumular riquezas privadas para sí misma, y la consecuencia será una vez más el derroche de los bienes de la comunidad y la perpetuación de la división de clases, lo que significa guerra y despilfarro continuos.." 


(William Morris. fragmento del libro Cómo vivimos y cómo podríamos vivir)




William Morris, escritor, poeta y artesano inglés, reformador social, diseñador y artista inglés que a través de su obra literaria, teórica y artística intentó la renovación de la cultura recuperando el espíritu de las artes y oficios medievales. Como diseñador y artesano, su obra ejercería gran influencia en el diseño de libros, en el arte de la impresión, en las artes visuales y en el diseño industrial del siglo XIX. Su ideario social, de signo utopista, quedó recogido en escritos teóricos y en novelas como "Noticias de ninguna parte". Fue un destacado activista del movimiento Arts and Crafts y simpatizante del prerrafaelismo.

Estuvo casado con Jane Morris (Jane Burden), musa de casi todos los cuadros de su amigo y pintor Dante Rossetti, musa de los prerrafaelitas.

En 1885 fundó la Liga Socialista y dirigió un diario de la misma, The Commonweal; pero, poco a poco, se convenció de que su buena fe era incompatible con la vida política. Abandonó entonces la Liga, apoyándola, sin embargo, románticamente hasta su muerte. De estos años son sus trabajos de tema social: dos novelas (una de ellas utópica, Noticias de ninguna parte) y los Chants for Socialists, que son una historia del socialismo.
El autor de estos tres libros fue un hombre que se caracterizó por una fuerza germinadora y generadora que es inevitable no admirar: poeta, articulista, ensayista, conferenciante, activista político, pintor y pionero en el diseño de tejidos. 

Facetas todas ellas, que en distintos niveles trabajaban al servicio de un mismo ideal: enfrentarse a la revolución industrial, reaccionar contra lo que ella estaba generando. Y es que Morris la acusa de haber convertido todo trabajo, toda producción, en un ejercicio que aniquila al individuo: de él sólo se espera que cubra su función en el engranaje de la fábrica, que repita siempre los mismos movimientos, que destierre toda creatividad. El resultado es una maquinización de la carne y del espíritu, un embrutecimiento que sólo es explicable desde los beneficios que aquel que no trabaja recoge.


Retratos, muebles, libros, carteles, textiles, joyas y poemas

Poema:

El amor es suficiente: 
aunque el mundo disminuya, y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena,
aunque el cielo sea demasiado negro para que los débiles ojos perciban el rubor dorado de las flores creciendo debajo,
aunque las colinas sean pilares de sombras, y el mar una maravilla oscura, y ese día dibuje un velo sobre todos los hechos pasados,
sus manos no harán temblar, sus pies no harán vacilar; el vacío no agotará ni el miedo alterará estos labios y estos ojos de amante y amado.


William Morris 



La bella Isolda (1858), mejor conocida como La reina Ginebra, es la única pintura al óleo conservada de William Morris


Diseños textiles





Alfombra de Lana Diseño William Morris

Tipografía de William Morris. Morris funda Kelmscott Press en 1891 donde produce trabajos originales así como reimpresiones de los clásicos, siendo su obra más conocida The Chaucer.


Walter El Dorado decide escapar de una vida de frustraciones y llega a una lejana y extraña tierra habitada por seres enigmáticos, enanos, doncellas, hombres, osos... al frente de una pequeña expedición de robinsones. Una genuina historia fantástica.





Manifiesto de la Socialist League (1885)


Morris comparte con los socialistas su idea de que la clase privilegiada, poseedora de los medios de producción, debe desaparecer: "Todos deben trabajar según su capacidad y producir así lo que consumen".

Incluso el autor propone una definición de socialismo, que retomará en numerosas ocasiones:

"Un estado de la sociedad en que no haya ni ricos ni pobres, ni dueños ni esclavos, ni ociosos ni oprimidos, ni intelectuales de mente enferma ni trabajadores de espíritu decaído; en una palabra, en la que todos los hombres vivan en igualdad de condiciones, se ocupen de sus asuntos si desperdiciar nada y con la convicción plena de que dañar a uno significa dañar a todos…, la realización de la palabra comunidad"


Diseño de William Morris (1862)


"El arte que he estado ayudando a crear se hundiría al morir los pocos que realmente nos preocupamos de él, y que una reforma artística basada en el individualismo está llamada a perecer con los individuos que la hayan iniciado".