Google Translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

sábado, 1 de agosto de 2015

"EL AMOR LOCO" DEL SURREALISMO - ANDRÉ BRETON

"No niego que el amor tenga disputas con la vida; afirmo que aquél debe vencer y por eso elevarse a una conciencia poética tal de sí mismo que todo lo que encuentre necesariamente hostil se funda en la hoguera de su propia gloria." (andré breton)





Junto a la poesía, la revolución, el sueño o la libertad, el amor ocupa un lugar privilegiado entre los mitos del surrealismo. 

El amor es una fuerza capaz de alterarlo todo, de trastocar los valores individuales o colectivos, de hacer añicos lo ya-sabido y transformar la vida, arrastrándonos hacia lo desconocido, pero para que el amor adquiera este carácter convulsivo ha de liberarse de las ligaduras que lo atan, debe convertirse en el amor absoluto, único, maravilloso, aquél que se sitúa por encima de cualquiera otra consideración, de la moral y de la razón pragmática, aquél que tiene su único sentido y fin en sí mismo.

En el amor surreal se busca la soledad y el aislamiento perfecto del objeto que debe brillar como estrella fugaz; pero a poco, se torna más un ideal inasequible que una verdadera singularidad. Exalta las facultades y simultáneamente las embota.

Los surrealistas, y en particular Aragón y Breton, llamaron "amor loco" a un amor producto del azar, encuentro a la vez fausto e infausto, que une el vértigo y el estrago, y que, como lo dice en ciertos versos Bretón "adora tu sombra venenosa, tu sombra mortal". 

¿Al cambiar la sociedad, cambiará (mejorará) también la forma y el contenido del amar? ¿Y, a esas horas, cuando las emociones anuncien tumultos de novedades qué Amor Loco renovado habremos de aprender a reconocer en nuestras pulsaciones revolucionarias?


André Breton (Tinchebray, 1896-París, 1966), poeta, ensayista y narrador, entró en contacto con el mundo del arte en 1916 a través del grupo Dadá. En 1924 fundó el movimiento surrealista con un manifiesto. De su obra cabe destacar "Los campos magnéticos", "El amor loco", "Nadja" o "el Diccionario abreviado del surrealismo" (Siruela, 2003), que escribió con el poeta Paul Eluard.






En "El amor loco", publicado en 1937, trata del encuentro con Jacqueline Lamba, que va a cambiar profundamente la vida de Bretón y el contenido del libro que había empezado a escribir se convierte en un relato fascinante de ese amor que nacía, concretando el carácter total de ese "amor loco", dándole forma y buscando en él la clave del amor único que es la búsqueda del tú absoluto, de lo infinito. 

Pocos meses después de conocerse, en el verano de 1934, Jacqueline Lamba y André Breton contraían matrimonio, la pareja vive una historia de amor apasionada y apasionante, en la que no sólo hay lugar para lo maravilloso, sino también para la terca realidad, se aman, pero el carácter tan fuerte de sus personalidades también hace que choquen y discutan.

Jacqueline se niega a adoptar el papel pasivo de musa del poeta, de mujer-niña a la sombra del gran padre del surrealismo, ella es pintora, es una creadora que necesita buscar por sí misma. 

Son 7 "ensayos" no directamente relacionados aunque sí interrelacionados, en orden cronológico, desde donde va expresando sus teorías, puntos de vista, vivencias, sentimientos, etc.




"Lo que he amado, lo haya retenido o no, lo amaré siempre".

André Bretón

viernes, 31 de julio de 2015

RENÉ DAUMAL (FRANCIA, 1908-1944) - HECHOS MEMORABLES

Acuérdate de tu padre y de tu madre, y de tu primera mentira cuyo indiscreto olor se arrastra por tu memoria.

Acuérdate de tu primer insulto a los que te engendraron: la semilla del orgullo quedó sembrada, resplandeció la fisura quebrando la unidad de la noche.

Acuérdate de los anocheceres de terror en los que el pensamiento de la nada te arañaba el vientre, y volvía sin cesar para picotearte como un buitre; acuérdate también de las mañanas de sol en el cuarto.

Acuérdate de la noche de liberación en la que, al caer tu cuerpo suelto como un velamen, respiraste un poco del aire incorruptible; acuérdate también de los animales pegajosos que te han vuelto a aprisionar.

Acuérdate de las magias, de los venenos y de los sueños tenaces, querías ver, te tapabas ambos ojos para ver, pero no sabías abrir el otro.

Acuérdate de tus cómplices y de los fraudes en común y de ese gran deseo de salir de la jaula.

Acuérdate del día en que desgarraste la tela y te apresaron vivo, inmovilizado ahí mismo en la batahola de bataholas de las ruedas que giran sin girar, contigo adentro, cogido siempre por el mismo instante inmóvil, repetido, repetido, y el tiempo no daba sino una vuelta, todo giraba en tres sentidos innumerables, el tiempo se cerraba al revés ( y los ojos de carne sólo veían un sueño, sólo existía el silencio devorador, las palabras eran pieles secas, y el ruido, el sí, el ruido, el no, el alarido visible y negro de la máquina te negaba), el grito silencioso "Yo soy" que el hueso oye, por el cual muere la piedra, por el cual cree morir lo que nunca fue. Y tú no renacías a cada instante sino para ser negado por el gran círculo sin límites, todo pureza, todo centro, todo pureza salvo tú mismo.

Y acuérdate de los días que siguieron, cuando marchabas como un cadáver hechizado, con la certidumbre de ser devorado por el infinito, de ser aniquilado por la existencia única de lo absurdo.

Y acuérdate sobre todo del día en que querías arrojarlo todo, de cualquier modo. Pero un guardián vigilaba en tu noche, vigilaba mientras dormías, te hizo tocar tu propia carne, te hizo recordar a los tuyos, te hizo recoger tus andrajos.

Acuérdate del hermoso espejismo de los conceptos, y de las palabras conmovedoras, palacio de espejos construido en un sótano. Y acuérdate del hombre que vino y lo rompió todo, te tomó con su tosca mano, te arrancó de tus sueños y te obligó a sentarte sobre las espinas del pleno día. Y acuérdate de que no sabes recordar.

Acuérdate de que todo se paga, acuérdate de tu felicidad, pero cuando te trituraron el corazón, era ya demasiado tarde para pagar por adelantado.

Acuérdate del amigo que te tendía su razón para recoger tus lágrimas brotadas de la fuente helada que violaba el sol de primavera.

Acuérdate de que el amor triunfó cuando ella y tú supisteis someteros a su fuego ansioso, rogando morir en la misma llama.

Pero acuérdate de que el amor no es de nadie, de que en tu corazón de carne no hay nadie, de que el sol no pertenece a nadie, ruborízate al contemplar el cenagal de tu corazón.

Acuérdate de las mañanas en que la gracia era como una vara amenazadora que te conducía, sumiso, a través de tus jornadas, ¡bienaventurado el ganado bajo el yugo!

Y acuérdate de que entre sus dedos entumecidos tu pobre memoria dejó escapar el pez de oro.

Acuérdate de los que te dicen: acuérdate. Acuérdate de la voz que te decía: no caigas. Y acuérdate del placer equívoco de la caída.

Acuérdate, pobre memoria mía, de las dos caras de la medalla. Y de su metal único.      






René Daumal

HECHOS MEMORABLES (poesía negra, poesía blanca)
     

LO AJENO - CELIA GÓMEZ

Charles Courtney Curran (1935)


lo ajeno

el mar llama y yo escucho
quizás la total tristeza de la noche y sus habitantes,
quizás el corazón de un extraño.
contemplo lo ajeno y lo deshojo como una flor
que vuelve a nacer de su propia ausencia.

la sed me arrastra entre ecos nocturnos
en una incesante búsqueda de las visiones lejanas,
siluetas y metamorfosis de los gatos al amanecer.
pero el corazón está vacío.

mi cuerpo se derrumba de anhelo;
me he perdido en esta soledad cotidiana,
vagando sin rumbo por páramos de incertidumbre
al igual que un animal salvaje
dispuesto a abalanzarse sobre cualquier sangre,
un animal herido, un animal abandonado de la mano de dios.

no duraré mucho en este hogar de silentes huesos,
entre paredes que me aprisionan
en el recuerdo de las caricias que escapaban de nuestras pestañas.
pero ya no sé, de tu pecho rasgado, de tu voz soñada, ya no sé.

la quietud me invade como un metal en su último bosquejo;

sí, yo soy la palabra no pronunciada, la viruta de óxido
desprendida del olvido. ¿qué haré?
con estas ansias de salir del mapa, de saltar sobre nieve virgen,
de correr bajo la sombra
de las nubes éternelles. qué haré con esto.


© Celia Gómez, julio 2012