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Mostrando entradas con la etiqueta JULIO ROMERO DE TORRES. Mostrar todas las entradas
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sábado, 26 de octubre de 2013

LUIS DE GÓNGORA - LOS CELOS

Lienzo de Julio Romero de Torres. "Los Celos"


¡Oh niebla del estado más sereno,
furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
de verde prado en oloroso seno!

¡Oh, entre el néctar de Amor mortal veneno,
que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh, espada sobre mí de un pelo asida,
de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
vuélvete al lugar triste donde estabas,
o al reino (si allá cabes) del espanto;

mas no cabrás allá, que pues ha tanto
que comes de ti mesmo y no te acabas,
mayor debes de ser que el mismo infierno.





Luis de Góngora y Argote, (Córdoba, 1.561 - 1.627), (cuadro atribuido a Velázquez)








miércoles, 16 de octubre de 2013

DIVAGANDO - GIOCONDA BELLI

La esclava, Julio Romero de Torres
Me preguntan insistentemente en las entrevistas sobre la literatura femenina. ¿Usted escribe literatura femenina? ¿Qué es la literatura femenina? me pregunto yo. Siempre he despreciado esa calificación. Hay algo despectivo en ella, algo de sub-cultura, sub-género, o es como si las mujeres viviéramos en otro mundo, tuviéramos vidas tan diferentes a las de los hombres que al escribir sobre ellas estuviésemos escribiendo sobre otro universo. 

Cuando leo literatura masculina, anoto: los hombres usan más referencias geográficas, marcas, intertextos de lecturas diversas, citas célebres, hablan del amor como cualquiera pero usualmente lo tratan como condimento, no como plato fuerte, pero claro, estoy generalizando. Hay sus excepciones, pero sí hay una ironía, un disimulo cuando hablan del amor, como si fuera más debilidad que fuerza. Las mujeres lo tratamos en serio. ¿Será que a las mujeres nos obsesiona? Los hombres no hablan de la vida cotidiana más que como usuarios del mundo y sus entornos. Nosotras, que creamos ese mundo cotidiano, hablamos de cómo lo creamos y lo mucho que nos envenena o consuela tener que crearlo a diario: la casa, los hijos, los mandados. ¿Será eso lo que hace la literatura femenina? ¿Será que no filosofamos o lo que quieren decirnos es que lo práctico nos absorbe el seso y no nos queda mucho más para las grandes preguntas? A la hora de la muerte, ¿será que nosotras nos preocupamos por el lugar de la vela, el café negro que hay que darle a la gente, el luto, la ropa que usará el muerto? Y a la hora de un crimen, más que el arma mortal, nos preocupa lo que sucederá con la familia, quién dará la mala noticia, quién lavará la sangre que quedó en el piso o la acera?

¿Y lo erótico? Desde que escribí cómo me sentía yo o cualquiera de mis personajes femeninos haciendo el amor, me convertí en la “poeta erótica”, la novelista “erótica”. He escrito de todo: novela comprometida, histórica, futurista, arcaica, mítica, pero como en la vida la gente hace el amor y mis personajes son gente que lo hace de vez en cuando en el transcurso de una historia porque bueno…suele suceder que se hace el amor en la vida  (¿o no?), resulta que eso me marca como algo fuera de lo común, le da a mi literatura un “sello” especial. Una vez hasta me preguntaron “si escribía de sexo para vender” a pesar de que empecé a escribir desde mi cuerpo sin jamás pensar que vendería un poema. ¿Le preguntarán a Vargas Llosa si escribió  el “Elogio de la madrasta” para vender?  No creo.  Esas etiquetas: erotismo, literatura femenina parece que le son necesarios a los analistas o periodistas cuando se topan con una mujer que escribe.

Estas y otras cosas son preguntas que me hago a veces cuando me canso de los moldes. Yo quisiera romperlos todos. Me resisto a que quieran meterme en una suerte de tabla periódica de los elementos y nombrarme Mn (¿mujer, ente desconocido?) como si ser mujer, pensar y escribir sólo pudiera formularse como un extraño compuesto químico.

¡Rayos! Acaba de caer un rayo sobre el Valle Ticomo. ¿Se molestaría el de arriba por lo que estoy escribiendo?


GIOCONDA BELLI, Poeta y novelista nicaragüense nacida en Managua en 1948.
Junto a Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, inició la renovación de la poesía en su país. Un marcado acento erótico impregna buena parte de su obra, aunque la última producción denota una gran preocupación por los cambios políticos de su patria.


viernes, 18 de enero de 2013

EL ARTE ES AZUL, TÚ ERES MI AZUL

Quiero tu risa
como la flor que yo esperaba
la flor azul...


Marc Chagall


Tú eres mi azul, 
y digo en serio: mi azul,
mi abrigo, mi sueño.





Gustav Klimt

Vincent van Gogh

Kandinsky

Edgar Degas

Ernst Ludwig Kirchner

Egon Schiele

Franz Marc

Natan Altman

Tamara de Lempicka


Azul calmado, el color del cielo y del mar, que se suele asociar con la estabilidad y la profundidad.

Representa la lealtad, la confianza, la sabiduría, la inteligencia, la fe, la verdad y el cielo eterno. Solo conozco a un pintor, Picasso, que pintó en azul justo cuando se encontraba más apesadumbrado, para él era el color de la tristeza. 

Por alguna razón que desconozco, se le atribuye al hombre, es decir, es un color masculino, o lo que es lo mismo, a los hombres es el color que más les gusta y calma.




Heinrich Vogeler


Julio Romero de Torres


Delphin Enjolras


Oskar Kokoschka

René Magritte

Picasso, (cada vez más verde a causa de tanto barniz)

Mariano Fortuny i Marsal



¿Parece mar, el cielo 
donde me he recostado a soñarte? Si vieras mi mirada, 
como un ave, cazando horizontes y estrellas. El universo es mío desde que tú te hiciste 
techo de mariposas para mi corazón. Es tan azul el aire cuando mueves tus alas,  
que el vuelo nace eterno en repetida ola sin cansancio. 


Julia de Burgos





Paul Cezanne
Alfred Stevens
Paul Gauguin

Camille Pissarro

Auguste Renoir
Edouard Manet
Henri Toulouse-Lautrec
Edvard Munch
Berthe Morisot
Gustave Courbet
Eugene Delacroix
Mary Cassatt
Jean Auguste Dominique Ingres




La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor.



Rubén Darío





H. Anglada Camarasa

Joaquín Sorolla

Ignacio Zuloaga y Zabaleta

John Singer Sargent

Joan Miró

Ramón Casas

Juan Gris

Federico Beltrán Massés

Jean-Baptiste Camille Corot


Federico de Madrazo y Kuntz

Kees van Dongen



En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah, los suspiros! ¡Ah, los dulces sueños!




Catrin Welz-Stein

Alexei Jawlensky

 Federico Zandomeneghi

Montserrat Gudiol
Georgia O'Keeffe

Monet

Catherine Abel


Fabio Mingarelli


Matisse

Richard Edward Miller


Leo Gestel
Gabriel Picart


Pinturas en azul, hay muchas más, no he querido agobiar. ¡Vayamos al azul en estos tiempos malditos!, refugiémonos en el azul apacible, en la quietud del alma, para mitigar un poco nuestro dolor.