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miércoles, 26 de abril de 2017

JAIME SABINES - NO ES QUE MUERA DE AMOR

Carolus-Duran (1837-1917_Le_Baiser


No es que muera de amor, muero de ti,
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

JAIME SABINES (1926-1999)


Y, más que un poema, es un viaje al fondo oscuro de las emociones, una muestra fotográfica de un alma, que siente, vibra, tiembla, ama.



martes, 11 de abril de 2017

SOY MI CUERPO - JAIME SABINES

Didier Lourenço


Soy mi cuerpo. Y mi cuerpo está triste, está cansado. Me dispongo a dormir una semana, un mes; no me hablen.

Que cuando abra los ojos hayan crecido los niños y todas las cosas sonrían.

Quiero dejar de pisar con los pies desnudos el frío. Échenme encima todo lo que tenga calor, las sábanas, las mantas, algunos papeles y recuerdos, y cierren todas las puertas para que no se vaya mi soledad.

Quiero dormir un mes, un año, dormirme. Y si hablo dormida no me hagan caso, si digo algún nombre, si me quejo. Quiero que hagan cuenta que estoy enterrada, y que ustedes no pueden hacer nada hasta el día de la resurrección.

Ahora quiero dormir un año, nada más dormir.



JAIME SABINES (Tarumba, 1956)


viernes, 8 de enero de 2016

JAIME SABINES Y FREDERICK CARL FRIESKE - UNA FUSIÓN QUE ME HA GUSTADO; POETA DEL AMOR Y PINTOR DE LA LUZ



"Digo que no puede decirse el amor.
El amor se come como un pan,
se muerde como un labio,
se bebe como un manantial.
El amor se llora como a un muerto,
se goza como un disfraz.
El amor duele como un callo,
aturde como un panal,
y es sabroso como la uva de cera
y como la vida es mortal..."


Frederick Carl Frieseke


DOÑA LUZ

XIV

Tú conoces la casa, el pequeño jardín: paredes altas, estrechas, y allí arriba el cielo. La noche permanece todavía sobre la tierra y hay una claridad amenazante, diáfana, encima. La luz penetra a los árboles dormidos (hay que ver la isla de los árboles dormidos en la ciudad dormida y quieta). Se imaginan los sueños, se aprende todo. Todo está quieto, quieto el río, quieto el corazón de los hombres. Los hombres sueñan. 

Amanece sobre la tierra, entre los árboles, una luz silenciosa, profunda. 

Me amaneces, dentro del corazón, calladamente.


Frederick Carl Frieseke


ADÁN Y EVA 

XIV

Ah, tú, guardadora del mundo, dormida, preñada de la muerte, quieta. ¡Qué inútil es hablarte, hablarme!. Hombre solo soy, quedé. Quedé manco, podado, a mi mitad quedé.

Aquí me muero. Porque los ojos de la muerte me han visto y giran alrededor cazándome, llevándome. Aquí me callo. De aquí no me muevo.



Frederick Carl Frieseke


Con los nervios saliéndome del cuerpo como hilachas


Con los nervios saliéndome del cuerpo como hilachas,
como las fibras de una escoba vieja,
y arrastrando en el suelo, jalando todavía
el fardo de mi alma,
cansado, todo, más que mis propias piernas,
hastiado de usar mi corazón del diario,
estoy sobre esta cama y a estas horas
esperando el derrumbe,
la inminente caída que ha de sepultarme.
(Hay que cerrar los ojos como para dormir
y no mover ni una hoja de tu cuerpo.
Esto puede ocurrir de un momento a otro:
estarse quieto.
Pañuelos de aire giran lentamente,
sombras espesas rascan las paredes,
el cielo te chupa a través del techo.)



Frederick Carl Frieseke


[...]

Mañana te has de levantar de nuevo
a caminar entre las gentes.
Y amarás el sol y el frío,
los automóviles, los trenes,
las casas de moda, y los establos,
las paredes a que se pegan los enamorados
al entrar la noche, como calcomanías,
los parques solitarios en que se pasean las desgracias
con la cabeza baja, y los sueños se sientan a descansar,
y algún novio la busca bajo la falda,
mientras la sirena de la ambulancia da la hora
de entrar a la fábrica de la muerte.
Amarás la milagrosa ciudad y en ella el campo soñado,
el río de las avenidas iluminadas por tanta gente que quiere lo mismo,
l puertas de los bares abiertas, las sorpresas de las librerías,
el estanco de flores, los niños descalzos
que no quieren ser héroes de la miseria,
y las marquesinas, los anuncios,
la prisa de los que n tienen a dónde ir.
Amarás el asfalto y la buhardilla
y las bombas para el drenaje y las grúas
y los palacios y los hoteles de lujo
y el césped de las casas donde hay un perro guardián
y dos o tres gentes que también se van a morir.

Amarás los olores de las fritangas
que en la noche atraen como una luz a los hambrientos,
y tu cabeza se irá detrás del perfume
que alguna mujer deja en el aire como una boa suspendida.
Y amarás las ferias mecánicas
donde los pobres llegan al vértigo y a la risa.
y el zoológico, donde todos se sienten importantes,
y el hospital, donde el dolor hace más hermanos
que los que puede hacer la pobreza,
y las casas de cuna y las guarderías en que juegan los niños,
y todos los lugares en que la ternura se asoma como un tallo
y las cosas todas te ponen a dar gracias.
Pasa tu mano sobre la piel de los muebles,
quita el polvo que has dejado caer sobre los espejos.
En todas parte hay semillas que quieren nacer.
(Como una escarlatina te va a brotar, de pronto, la vida.)


***


*.- He juntado a un poeta contundente con las palabras y sentimientos, y a un pintor impresionista dulce y costumbrista. Creo que es una unión algo rara pero explosiva, espero que os guste.


Autorretrato

Frederick Carl Frieseke. (Owosso, 1874 -Normandía, 1939). 


Frieseke no estaba satisfecho con las formalidades artísticas de su tiempo. En una entrevista probablemente en 1912, se consideraba a sí mismo un impresionista y dijo: "No hay artista en la escuela impresionista que haya influido sobre mí, excepto, tal vez, Renoir". 

Su casa de Giverny, estaba pegada a la de Claude Monet, a pesar de eso nunca fueron amigos, ni Monet le supuso influencia alguna.


Sus principales preocupaciones eran los variados efectos de la luz solar, dejándolo claro en una de sus famosas frases: "Es el sol, las flores en el sol; las niñas en el sol, y el desnudo en el sol, si yo sólo podría reproducirlo exactamente como lo veo, estaría satisfecho." 


Sus temas eran a menudo las mujeres sentadas en zonas de sol o tocadores, de vez en cuando también pintaba paisajes, naturalezas muertas y desnudos. A medida que crecía, realizaba trabajos más íntimos relacionados a su propia vida, incluyendo a su esposa e hija.












En la pintura de Frieseke resalta la quietud, tranquilidad y armonía de la vida doméstica, a pesar de la aparente sofisticación de sus modelos, en cierto modo un reflejo de la vida de Giverny en las dos primeras décadas de este siglo, lo que contrasta con el retrato de la vida campesina de la época, tan propio de las pinturas de las últimas décadas del siglo XIX.













La pintura de Frieseke ha sido a menudo calificada de "Impresionismo Decorativo", a veces con una connotación peyorativa. El tratamiento del color despista la importancia real que tiene la pose de la modelo, en la que resalta con gran fuerza el color de su vestido, muchas veces medio caído, en contraste con el intenso color del marco natural que le rodea, con lo que consigue un efecto dimensional que el movimiento post-impresionista utilizaría con mayor profusión, en contraste con los conceptos estéticos ortodoxos del Impresionismo.


¡¡ Me encantó !!



Parte del texto:



sábado, 23 de mayo de 2015

JAIME SABINES - TRES POEMAS DE UN HOMBRE AMOROSO

"¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras
me dirás que te amo? Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba..."

Los amantes, Paul Delvaux, 1946


Los amorosos


Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino,
el más tembloroso, el más insoportable.

Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.

Los amorosos son locos, sólo locos,
sin dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.

Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor
como una lámpara de inagotable aceite.

Tienen serpientes en lugar de brazos.
Las venas del cuello se les hinchan
también como serpientes para asfixiarlos.

Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.

Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla,
la muerte les fermenta detrás de los ojos,
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.



****



Se ha vuelto llanto este dolor ahora


Se ha vuelto llanto este dolor ahora
y es bueno que así sea.
Bailemos, amemos, Melibea.

Flor de este viento dulce que me tiene,
rama de mi congoja:
desátame, amor mío, hoja por hoja,

mécete aquí en mis sueños,
te arropo con mi sangre, ésta es tu cuna:
déjame que te bese una por una,

mujeres tú, mujer, coral de espuma.

Rosario, sí, Dolores cuando Andrea,
déjame que te llore y que te vea.

Me he vuelto llanto nada más ahora
y te arrullo, mujer, llora que llora.


****


Sólo en sueños


Sólo en sueños,
sólo en el otro mundo del sueño te consigo,
a ciertas horas, cuando cierro puertas
detrás de mí.


¡Con qué desprecio he visto a los que sueñan,
y ahora estoy preso en su sortilegio,
atrapado en su red!

¡Con qué morboso deleite te introduzco
en la casa abandonada, y te amo mil veces
de la misma manera distinta!

Esos sitios que tú y yo conocemos
nos esperan todas las noches
como una vieja cama
y hay cosas en lo oscuro que nos sonríen.

Me gusta decirte lo de siempre
y mis manos adoran tu pelo
y te estrecho, poco a poco, hasta mi sangre.

Pequeña y dulce, te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca, te busco y te busco.
A veces lo recuerdo. A veces
sólo el cuerpo cansado me lo dice.

Al duro amanecer estás desvaneciéndote
y entre mis brazos sólo queda tu sombra.


****



*.- Jaime Sabines (1926-1999)


sábado, 3 de enero de 2015

POEMAS DE JAIME SABINES E ILUSTRACIONES DE CHRISTIAN SCHLOE - FANTASÍA, ARMONÍA, SERENIDAD, CONTUNDENCIA

"Esto es urgente
porque la eternidad se nos acaba..."



Christian Schloe 

Boca de llanto, me llaman

tus pupilas negras,
me reclaman. Tus labios
sin ti me besan.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!

Sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta! 
¡Cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!


Christian Schloe 
Christian Schloe 

Roto, casi ciego, rabioso, aniquilado,

hueco como un tambor al que golpea la vida,
sin nadie pero solo,
respondiendo las mismas palabras para las mismas
cosas siempre,
muriendo absurdamente, llorando como niña, asqueado.
He aquí éste que queda, el que me queda todavía.
Háblenle de esperanza,
díganle lo que saben ustedes, lo que ignoran,
una palabra de alegría, otra de amor, que sueñe. (...)



Christian Schloe 
Christian Schloe 

"Los amorosos son locos, sólo locos,

sin dios y sin diablo.
Los amorosos salen de sus cuevas
temblorosos, hambrientos,
a cazar fantasmas.
Se ríen de las gentes que lo saben todo,
de las que aman a perpetuidad, verídicamente,
de las que creen en el amor 
como una lámpara de inagotable aceite..."


Christian Schloe 
Christian Schloe 

Retoño de la luz,

agua de las edades que en ti, perdida, nace.
Ven a mi sed. Ahora.
Después de todo. Antes.
Ven a mi larga sed entretenida
en bocas, escasos manantiales..(..)

Aún podemos  morirnos uno en otro:

es tuyo y mío ese lugar de nadie.
Mujer, ternura de odio, antigua madre,
quiero entrar, penetrarte,
veneno, llama, ausencia,
mar amargo y amargo, atravesarte.


Christian Schloe 
Christian Schloe 


Un pedazo de luna en el bolsillo
es el mejor amuleto que la pata de conejo: 
sirve para encontrar a quien se ama

Pon una hoja tierna de la luna
debajo de tu almohada
y mirarás lo que quieras ver. 

Lleva siempre un frasquito del aire de la luna 
para cuando te ahogues, 
y dale la llave de la luna 
a los presos y a los desencantados. 

Para los condenados a muerte 
y para los condenados a vida 
no hay mejor estimulante que la luna 
en dosis precisas y controladas.



Christian Schloe


(...) No me conmueven tus gestos
de melancolía,
ni tu anhelar, ni tu espera,
ni la herida
de que me hablas afligida.

Me conmueves toda tú
representando tu vida
con esa pasión tan torpe
y tan limpia,
como el que quiere matarse
para contar: soy suicida.

Hoja que apenas se mueve
ya se siente desprendida:
voy a seguirte queriendo
todo el día.



Christian Schloe 
Christian Schloe 
Christian Schloe 


Armonía, serenidad y delicadeza; todo puede suceder en las ilustraciones digitales de Christian Schloe.

Christian Schloe es un artista proveniente de Austria cuyas ilustraciones digitales recrean armonía, delicadeza y serenidad. Cualquier hora del día y elementos de la vida misma están en el arte de Schloe: aves, rostros femeninos, labios rojo carmín y títulos que evocan nostalgia.

Schloe valora lo divino de la vida y lo equilibra con el arte. Comparte sus sueños más profundos a través de sus ilustraciones, en las que ofrece la idea de reconsiderar la visión de la nostalgia como una nueva oportunidad de ver la vida y así poder abrir la puerta a la imaginación. 












sábado, 20 de diciembre de 2014

JAIME SABINES - EN LA ORILLA DEL AIRE

En la orilla del aire
(¿qué decir, qué hacer?)
hay todavía una mujer.


Remedios Varo


En el monte, extendida
sobre la yerba,
si buscamos bien:
una mujer.

Bajo el agua, en el agua,
abre, enciende los ojos,
mírala bien.

Algas, ramas de peces,
ojo de náufragos,
flautas de té,
le cantan, la miran bien.

En las minas, perdida,
delgada, sombra también,
raíces de plata obscura
le dan de beber.

A tu espalda, en donde estés,
si vuelves rápido a ver
la ves.

En el aire hay siempre oculta
como una hoja en un árbol,
una mujer.

Jaime Sabines

(De su poemario La señal)



martes, 2 de diciembre de 2014

TUS OJOS - OCTAVIO PAZ

"No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón". (Jaime Sabines)


Ojos de Van Gogh


Tus ojos son la patria             
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,             
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,

otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro

de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana             
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,             
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía, 

absoluto que parpadea, páramo.



Ojos de Rembrandt

Ojos de Amedeo Modigliani

Ojos de Van Gogh

Ojos de Paul Cezanne

sábado, 13 de septiembre de 2014

JAIME SABINES - LA VIDA YÉNDOSE SIN SENTIDO ...

Pasa el lunes y pasa el martes
y pasa el miércoles y el jueves y el viernes
y el sábado y el domingo,
y otra vez el lunes y el martes
y la gotera de los días sobre la cama donde se quiere
dormir,
la estúpida gota del tiempo cayendo sobre el corazón
aturdido,
la vida pasando como estas palabras:
lunes, martes, miércoles,
enero, febrero, diciembre, otro año, otra vida.

La vida yéndose sin sentido, entre la borrachera y la
conciencia,
entre la lujuria y el remordimiento y el cansancio.



Guillermo Martí Ceballos


Encontrarse, de pronto, con las manos vacías,
con el corazón vacío,
con la memoria como una ventana hacia la obscuridad,
y preguntarse: ¿qué hice?, ¿qué fui?, ¿en dónde estuve?
Sombra perdida entre las sombras,
¿cómo recuperarte, rehacerte, vida?

Nadie puede vivir de cara a la verdad
sin caer enfermo o dolerse hasta los huesos.
Porque la verdad es que somos débiles y miserables
y necesitamos amar, ampararnos, esperar, creer y afirmar.
No podemos vivir a la intemperie
en el solo minuto que nos es dado.

No hay más que esta ternura que siento hacia ti,
engañado,
porque algún día vas a abrir los ojos
y mirarás tus ojos cerrados para siempre.
No hay más que esta ternura de mí mismo
que estoy abierto como un árbol, recorriéndolo todo.

He aquí la verdad: hacer las máscaras,
recitar las voces, elaborar los sueños.
Ponerse el rostro del enamorado,
la cara del que sufre,
la faz del que sonríe,
el lunes, y el martes, y el mes de marzo
y el año de la solidaridad humana,
y comer a las horas lo mejor que se pueda,
y dormir y ayuntar,
y seguirse entrenando ocultamente para el evento final
del que no habrá testigos.



Jaime Sabines