El amor imposible de Marga Gil Roësset
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La trágica figura de Marga Gil Roësset (1908-1932), dibujante y escultora de vanguardia. |
(por Carlos Javier González Serrano)
Vida y muerte transitan en la existencia una misma dirección aunque sus caminos, desde luego, tracen muy diversas rutas. A juicio de Hannah Arendt (en sus diversos comentarios sobre la Ilíada de Homero) fue nuestra condición mortal, y la conciencia que de ella poseyeron los griegos, lo que empujó definitivamente a los Aquiles, Áyax y Héctor a dejar la comodidad de sus casas para adentrarse en el terreno agonal de la guerra y, en fin, dar con la ansiada inmortalidad.
Únicamente a través de nuestros actos, aseguraría más tarde Schopenhauer, nos es posible conocernos, desplegar aquella Persönlichkeit a la que Goethe otorgó tanta importancia: tan sólo poniendo en juego aquello que somos podremos descubrir nuestra auténtica vocación. Al igual que los protagonistas de las aventuras homéricas, como explica Carmen Hernández-Pinzón en el emocionante y emocionado "Prólogo" de Marga, el libro que en esta ocasión os recomiendo, la pequeña de la familia Gil Roësset pasó por las vidas de Juan Ramón Jiménez y su mujer, Zenobia, "como una estrella fugaz, dejando una impronta indeleble y un pozo de amargura difícil de subsanar".
"… Qué se yo por qué te quiero tanto… vamos… sí sé… comprendo muy bien que se quiera así… pero… querría no quererte tanto… aunque mi única razón de ser… es esa… y también mi única razón de no ser…
… En amor… no cabe una intervención razonada… quieres o no quieres…" (Diario de Marga)
El Diario de Marga será sin duda una de las novedades bibliográficas más enjundiosas y relevantes de este recién estrenado 2015. No sólo por su contenido, hasta ahora en gran parte inédito, sino por la historia que encierra.
Una historia del todo desesperada en la que, a pesar de su turbulencia y de la tragedia que atraviesa sus avatares, no trasluce ni un solo signo de artificio o fingimiento. Todo en el texto (en el escrito y en el vital) es auténtico, sincero, despiadada y enojosamente real. El lector quedará muy pronto encandilado por la atractiva y extrañamente puntuada prosa de Marga Gil Roësset, quien decidió quitarse la vida a los veinticuatro años en un afán indescriptible por permanecer fiel a la propia idiosincrasia, al sentido que uno mismo otorga al mundo.
"… Estoy tan poco de acuerdo conmigo misma… la crítica de yo a yo es realmente ¡sangrienta! .."
Sobria y muy acertada portada del Diario de Marga en edición de la Fundación José Manuel Lara
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Foto de Juan Ramón Jiménez tomada por la propia Marga en 1932, el año de su muerte, y retrato de Marga Gil Roësset dedicado a Juan Ramón, acompañado de una nota de la artista. |
Marga se enamoró hasta los tuétanos de un ya maduro Juan Ramón Jiménez, escritor consagrado de las letras españolas que por aquel tiempo ya ejercía como maestro de los más jóvenes artistas y como estandarte de la literatura universal.
Éste, casado con Zenobia Camprubí, no dio aceptación (aunque desconocemos, me temo, si la negativa llegó a dar alas a un mínimo atisbo de esperanza) a las confesiones amorosas de Marga, quien en vista de su situación de no correspondencia aceptó el Destino que la Parca le indicaba como el más propicio para ser (por siempre) honesta consigo misma.
Las cuatro cartas que la joven dejó antes de suicidarse, reproducidas en el volumen, dan buena fe de las profundas convicciones personales de Marga. Una de ellas destinada nada menos que a la ya mencionada Zenobia, a quien le ruega perdón por haberse enamorado de su marido, aunque, asegura en unos términos que empaparán los ojos del lector:
"enamorarte es algo que te ocurre porque sí, sin tener tú la culpa… a mí al menos pues así me ha pasado… lo he sentido cuando ya era… natural…".
La misiva se cierra con una dura confesión, la que condujo a esta joven a la tumba: "perdóname Azulita… por lo que si él quisiera yo habría hecho".
"… el que yo imajine materializar mi amor, en algo bello… no es vanidad… de ningún modo… ya que mi amor… sin vanidad… ¡es muy bello!…"
Un texto estremecedor de principio a fin, que nos descubre los entresijos de un alma tan enamorada como perdida en el océano de las emociones, muchas de ellas contradictorias entre sí, pero siempre hilvanadas en un sí mismo que no quiere traicionarse.
El volumen incluye, además, algunos de los textos que Juan Ramón Jiménez y la propia Zenobia dedicaron a la desdichada Marga cuando ésta tomó su fatal decisión.
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BUSTO DE ZENOBIA CAMPRUBÍ, 1932 , hecho por Marga |
Estamos ante un libro imprescindible, de una importancia histórico-literaria fundamental, que da fe de (y rinde homenaje a) un personaje apenas conocido que, a fuerza de amar, dio de bruces con la muerte. Como confiesa Marga a su hermana Consuelo en la carta legada poco antes de dar término a su vida,
"… me he matado porque no podía ser feliz… y no quería no serlo… es un egoísmo enorme… quizás… el mayor acto de egoísmo que cabe hacer… y no me he expansionado contigo… ni con nadie… no por falta de cariño… es que… cuando se está muy triste… y lo triste no tiene arreglo… no se expansiona una..."
Fuentes: