Un revolucionario de la poesía que alguna vez anunció: "¡Hay que reinventar al amor!
|
Florine Stettheimer |
A UNA RAZÓN
Un golpe de tu dedo en el tambor genera todos
los sonidos y origina la nueva armonía.
Un paso tuyo es la leva de los nuevos hombres
y el principio de su andar.
Tu cabeza gira: ¡el nuevo amor!
"Modifica nuestros destinos, acribilla nuestras pestes:
empieza por el tiempo”, te cantan los niños.
"Engendra, no importa dónde, la sustancia de
nuestra suerte y nuestros deseos”, te suplican.
Venida desde siempre, tú eres la que irá por dondequiera.
(Tercera Iluminación)
|
Florine Stettheimer |
MAÑANA DE EMBRIAGUEZ
¡Oh mi Bien! ¡Oh mi Bello! ¡Charanga atroz en la que ya no tropiezo! ¡Mágico potro de tormento! ¡Hurra por la obra inaudita y por el cuerpo maravilloso, por la primera vez!
Empezó bajo las risas de los niños, acabará por ellas. Este veneno ha de permanecer en todas nuestras venas aun cuando, agriada la fanfarria, seamos devueltos a la antigua armonía.
¡Oh, ahora nosotros, tan digno de estas torturas!, recojamos fervientemente esta sobrehumana promesa hecha a nuestro cuerpo y a nuestra alma creados: ¡esa promesa, esa demencia! ¡La elegancia, la ciencia, la violencia!
Se nos ha prometido enterrar en la sombra el árbol del bien y del mal, deportar las honestidades tiránicas, con el fin de que trajésemos nuestro purísimo amor.
Empezó con ciertas repugnancias y acabó, -al no poder agarrar en el acto esa eternidad, - acabó por una desbandada de perfumes.
Risa de niños, discreción de esclavos, austeridad de vírgenes, horror por las figuras y los objetos de aquí, ¡sacrosantos seáis por el recuerdo de esta vigilia! Empezaba con la mayor zafiedad, y concluye por ángeles de llama y de hielo.
Breve vigilia de embriaguez, ¡santa!, aunque sólo fuera por la máscara con que nos has gratificado. ¡Nosotros te afirmamos, método! No olvidamos que ayer has glorificado cada una de nuestras edades. Tenemos fe en el veneno. Sabemos dar nuestra vida entera todos los días.
He aquí el tiempo de los Asesinos.
|
Florine Stettheimer |
ANGUSTIA
¿Es posible que Ella me haga perdonar las ambiciones continuamente aplastadas, - que un final acomodado repare las edades de indigencia, - que un día de éxito nos adormezca sobre la vergüenza de nuestra incapacidad fatal?,
(¡Oh palmas! ¡Diamante! - ¡Amor! ¡Fuerza! - ¡Más alto que todas las alegrías y glorias! - De todas formas, por todas partes, - Demonio, dios - Juventud de este ser concreto; ¡yo!)
¿Que accidentes de hechicería científica y movimientos de fraternidad social sean deseados como restitución progresiva de la sinceridad primera?...
Pero la Vampira que nos vuelve amables ordena que nos divirtamos con lo que nos deja, o que de lo contrario seamos más extravagantes.
Rodar a las heridas, por el aire extenuante y el mar; a los suplicios, por el silencio de las aguas y del aire mortíferos; a las torturas que ríen, en su silencio atrozmente encrespado.
|
Florine Stettheimer |
DEMOCRACIA
"La bandera avanza hacia el paisaje inmundo, y nuestra jerga ahoga el tambor.
"En los centros alimentaremos la prostitución más cínica. Aplastaremos las revueltas lógicas.
"¡En los países de pimienta y destemplanza! - al servicio de las más monstruosas explotaciones industriales o militares.
"Adiós a los de aquí, a cualquier sitio. Reclutas de buena voluntad, nuestra filosofía será feroz; ignorantes para la ciencia, taimados para el bienestar; que reviente el mundo que avanza. Ésta es la verdadera marcha. Adelante, ¡en camino!"
|
Florine Stettheimer |
INFANCIA
I
Este ídolo, ojos negros y crin amarilla, sin padres ni corte, más noble que la fábula, mexicana y flamenca; su dominio, azur y verdor insolentes, corre sobre playas nombradas, por olas sin bajeles, de nombres ferozmente griegos, eslavos, célticos.
En la linde del bosque, - las flores de ensueño tintinean, estallan, relumbran, - la muchacha de labio de naranja, con las rodillas cruzadas en el claro diluvio que surge de los prados, desnudez que ensombran, atraviesan y visten los arco iris, la flora, el mar.
Damas que dan vueltas en las terrazas vecinas al mar; infantas y gigantas, soberbias, negras en el musgo cardenillo, joyas alzadas sobre el suelo feraz de los bosquetes y de los jardincillos deshelados, - jóvenes madres y hermanas mayores de miradas llenas de peregrinaciones, sultanas, princesas de andares y atuendo tiránicos, pequeñas forasteras y personas dulcemente desdichadas.
Menudo aburrimiento la hora del "querido cuerpo" y "querido corazón".
II
Es ella, la pequeña muerta, detrás de los rosales. - La joven mamá difunta baja la escalinata. - La calesa del primo rechina en la arena. - El hermano pequeño - (¡está en las Indias!) ahí, ante el crepúsculo, sobre el prado de claveles. - Los viejos que han enterrado totalmente tiesos en la muralla de los alhelíes.
El enjambre de hojas de oro rodea la casa del general. Están en el sur. - Se sigue el sendero rojo para llegar al albergue vacío. El castillo está en venta; las persianas están desprendidas. - El cura se habrá llevado la llave de la iglesia. - Alrededor del parque, las casetas de los guardas están deshabitadas. Las empalizadas son tan altas que sólo se ven las cimas rumorosas. Además dentro no hay nada que ver.
Los prados suben hacia las aldehuelas sin gallos, sin yunques. La esclusa está levantada. ¡Oh los Calvarios y los molinos del desierto, las islas y las muelas!
Zumban flores mágicas. Los taludes le mecían. Circulaban animales de una elegancia fabulosa. Las nubes se agolpaban sobre la alta mar hecha de una eternidad de cálidas lágrimas.
III
En el bosque hay un pájaro; su canto os detiene y os hace sonrojar.
Hay un reloj que no suena.
Hay un hoyo con un nido de animales blancos.
Hay una catedral que baja y un lago que sube.
Hay un cochecito abandonado en el bosquecillo, o que desciende por el sendero corriendo, adornado con cintas.
Hay una compañía de pequeños comediantes con trajes de escena, divisados en el camino por entre la linde del bosque.
Hay en fin, cuando se tiene hambre y sed, alguien que os echa.
***
ARTHUR RIMBAUD, nace en Charleville el 20 de octubre de 1854, muere en Marsella en 10 de noviembre de 1891.
Poeta francés, Arthur Rimbaud. En 1870 comenzó una vida bohemia y aventurera, viajando a París y Bruselas. En 1917, volvió a París, estableciendo una relación homosexual con el autor Paul Verlaine, relación de amor–odio, rodeada de drogas y sexo.
Concluida la relación, Rimbaud viajó por diferentes países europeos mientras escribía. En 1880, dejó de lado su carrera literaria, y viajó por África. En 1891 regresó a Francia, donde murió de un cáncer de hueso.
Rimbaud está considerado como la cumbre del simbolismo francés, precursor de la poesía moderna; su obra es decadente y sensual. De entre su obra habría que destacar títulos como Iluminaciones o Una temporada en el infierno.
"Vi que todos los seres están destinados a la felicidad: la acción no es la vida, sino una manera de perder algo de fuerza, un enervamiento. La moral es la debilidad del cerebro."