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miércoles, 14 de marzo de 2012

CARTA DE ANTONIO GRAMSCI A SU QUERIDA TANIA, DESDE LA CÁRCEL DE TURI - (CARLOS MORALES EN SUS "CARTAS EN LA NOCHE")








"la desventura suele tener dos consecuencias: a menudo hace que se extingan los afectos hacia los desventurados, y con no menos frecuencia extingue en los desdichados todos los afectos hacia los demás."





Casa Penal de Turi, 13 de enero de 1930.


Queridísima Tania:


Te doy las gracias por las noticias de mi familia que me has hecho llegar. En cuanto a mi estado de ánimo pienso que tú no lo has comprendido bien. Pero te diré que para cualquiera es difícil comprender estas cosas, debido a que son demasiados los elementos que contribuyen a formarlas y resulta casi imposible imaginar muchos de ellos.





Tanto más difícil resulta por consiguiente imaginar el complejo en que los mismos se coordinan. Precisamente durante estos días leí un libro titulado De 1848 a 1861, en el que se recopilaron cartas, escritos y documentos referentes a Silvio Spaventa, un patriota abrucés, diputado del Parlamento napolitano en el año 1848, arrestado después de la caída del movimiento nacional, condenado a presidio y puesto en libertad en 1859, gracias a la presión ejercida por Francia e Inglaterra. A continuación fue ministro del Reino y una de las personalidades más destacadas del partido liberal de derecha hasta 1876.






Me pareció que en muchas de sus cartas expresa con el lenguaje de su tiempo, vale decir un tanto romántico y sentimental, estados de ánimo similares a los que yo atravieso con frecuencia. Por ejemplo, en una carta dirigida a su padre y fechada el 17 de julio de 1857 escribe: "Hace ya dos meses que no tengo noticias de vosotros, cuatro o acaso más meses que no las recibo de mis hermanas y desde hace algún tiempo., de Bertrando" (su hermano). "¿Creen acaso que en un hombre como yo, que me precio de tener un corazón afectuoso y jovialísimo, esta privación no tenga que tornárseme sumamente dolorosa? No pienso que ahora me quieran menos quienes siempre fueron de mi familia, pero la desventura suele tener dos consecuencias: a menudo hace que se extingan los afectos hacia los desventurados, y con no menos frecuencia extingue en los desdichados todos los afectos hacia los demás. No temo en vosotros el primero de estos dos fenómenos si bien en mí, temo el segundo. Por lo tanto, aislado como lo estoy aquí de toda relación humana y amorosa, el gran tedio, la prolongada prisión, el temor a ser olvidado por todos, me amargan insensibilizan lentamente el corazón."



Gramsci en Viena




Gramsci con su mad
Como decía, aparte del lenguaje correspondiente al clima sentimental de la época, el estado de ánimo es descrito con trazos de mucho relieve. Y, lo que me conforta, el tal Spaventa no era por cierto un carácter débil, un llorón como tantos otros. Fue uno de los pocos -una sesentona- que de entre más de seiscientos condenados del año 1848 jamás quiso elevar demanda de gracia al Rey de Nápoles, ni se dio a la devoción y, según escribe a menudo, se convenció cada vez más de que la filosofía de Hegel era el único sistema y la única concepción del mundo racional y digna del pensamiento de entonces. ¿Comprendes pues cuál será la consecuencia práctica de esta concordancia hallada entre mis estados de ánimo y los de un preso político del año 1848? Que ahora las mismas se me antojarán ser un poco cómicas y burdamente anacrónicas. Han pasado tres generaciones y nada se ha logrado en terreno alguno. Lo que era posible para los abuelos, no es posible para los nietos -no me refiero a nuestros abuelos, debido a que mi abuelo (nunca te lo he querido decir) fue coronel de la gendarmería borbónica y probablemente haya sido uno de los que arrastraron a Spaventa, antiborbón y sostenedor de Carlos Alberto- objetivamente se entiende, pues subjetivamente, vale decir individuo por individuo, las cosas pueden cambiar.
Esta carta debía ser para mi madre. Te ruego quieras escribirle tú, para que no se alarme al no recibir noticias mías.
Querida, te abrazo.


ANTONIO.





Publicado en Antonio Gramsci, Cartas desde la cárcel, Buenos Aires, Nueva Visión, 2005. Traducción de Gabriela Moner.



PUBLICADO POR CARLOS MORALES EN SU FANTÁSTICO BLOG

http://cartasenlanoche.blogspot.com
http://cartasenlanoche.blogspot.com/2012/02/carta-de-antonio-gramsci-su-querida.html 

lunes, 15 de agosto de 2011

JOSÉ INGENIEROS - EL HOMBRE MEDIOCRE


"Todos no se extasían, como tú, ante un crepúsculo, no sueñan frente a una aurora o cimbran en una tempestad…"


Filosóficamente, Ingenieros fue la cabeza más visible y prestigiosa del positivismo. En "El hombre mediocre", el autor se propuso una noble tarea: estigmatizar la rutina, la hipocresía, y el servilismo, esas funestas lacras morales que impiden la formación de ideales y el ennoblecimiento de la vida.

El mensaje de Ingenieros sigue vigente. En este libro, sobre todo hace una radiografía tan certera de la mediocridad como la madre de todos los vicios y perdiciones de la conducta humana y, por ende, de la sociedad. 

Sus conocimientos de la psicología social están presentes como nunca. Y también está presente su lenguaje desprovisto de toda retórica cientificista e impregnado de un cautivante humanismo.






Fragmentos aleatorios del libro, para abrir boca:



“Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia tal excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un Ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se reenciende jamás. Y si ella muere en ti, quedas inerte: fría bazofia humana.”


“Lo poco que pueden todos, depende de lo mucho que algunos anhelan"


“Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere"


“Los idealistas suelen ser esquivos o rebeldes a los dogmatismos sociales que los oprimen. Resisten la tiranía del engranaje nivelador, aborrecen toda coacción, sienten el peso de los honores con que se intenta domesticarlos y hacerlos cómplices de los intereses creados, dóciles, maleables, solidarios,uniformes en la común mediocridad. Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos, decapitándolos; detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatematizan al que se aparta en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios: los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables”


“Las existencias vegetativas no tienen biografía: en la historia de su sociedad sólo vive el que deja rastros en las cosas o en los espíritus. La vida vale por el uso que de ella hacemos, por las obras que realizamos. No ha vivido más el que cuenta más años, sino el que ha sentido mejor un ideal; las canas d enuncian la vejez, pero no dicen cuánta juventud la precedió”


“Muchos nacen; pocos viven”


“El hombre mediocre aspira a confundirse en los que le rodean; el original tiende a diferenciarse de ellos”.


“En la ostentación de lo mediocre reside la psicología de lo vulgar”.


“Heine dijo: los charlatanes de la modestia son los peores de todos; y Goethe sentenció: Solamente los bribones son modestos”.


(Sobre la Maledicencia) “ Detestan a los que no pueden igualar, como si con sólo existir los ofendieran. Sin alas para elevarse hasta ellos, deciden rebajarlos: la exigüidad del propio valimiento les induce a roer el mérito ajeno.


Clavan sus dientes en toda reputación que les humilla, sin sospechar que nunca es más vil la conducta humana. Basta ese rasgo para distinguir al doméstico del digno, al ignorante del sabio, al hipócrita del virtuoso, al villano del gentil hombre. Los lacayos pueden hozar en la fama; los hombres excelentes no saben envenenar la vida ajena”.


“Los maldicientes florecen doquiera: en los cenáculos, en los clubs, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sembrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas. La maledicencia es una serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos; sus vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativas pavorosos”.


“El escritor mediocre es peor por su estilo que por su moral. Rasguña tímidamente a los que envidia; en sus collonadas se nota la temperancia del miedo, como si le erizaran los peligros de la responsabilidad. Abunda entre los malos escritores, aunque no todos los mediocres consiguen serlo; muchos se limitan a ser terriblemente aburridos, acosándonos con volúmenes que podrían terminar en el primer párrafo”.


“El hombre que ha perdido la aptitud de borrar sus odios está ya viejo, irreparablemente”


“Entre nobles caracteres la amistad crece despacio y prospera mejor cuando arraiga en el reconocimiento de los méritos recíprocos; entre hombres vulgares crece inmotivadamente, pero permanece raquítica, fundándose a menudo en la complicidad del vicio o de la intriga. Por eso la política puede crear cómplices, pero nunca amigos”.






Para descargar el libro, pinchad este link:



http://www.cecies.org/imagenes/edicion_176.pdf