Pompeo Borra. Riposo [Descanso], 1933. |
REPOSO
Una tristeza del tamaño de un pájaro.
Un aro limpio, una oquedad, un siglo.
Este pasar despacio sin sonido,
esperando el gemido de lo oscuro.
esperando el gemido de lo oscuro.
Oh tú, mármol de carne soberana.
Resplandor que traspasas los encantos,
partiendo en dos la piedra derribada.
partiendo en dos la piedra derribada.
Oh sangre, oh sangre, oh ese reloj que pulsa
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.
Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte.
los cardos cuando crecen, cuando arañan
las gargantas partidas por el beso.
Oh esa luz sin espinas que acaricia
la postrer ignorancia que es la muerte.
Vicente Aleixandre, poeta de la generación del 27, comprometido con el sufrimiento del pueblo, siempre escribía para y por los desfavorecidos.
Pompeo Borra pintó este cuadro dentro del período entreguerras, que fue todo menos tranquilo. A las huelgas generales, al desorbitado desempleo y la inflación, a la vida social desenfrenada, eufórica, dictada por el sentimiento de que sólo cuenta con la oportunidad que se le presenta en ese momento, hay que sumar los mutilados de guerra que deambulaban por las calles, los emplazados en campos de refugiados, las gentes que habían perdido todos sus bienes. Hay que sumar la pandemia de gripe que asoló Europa entre 1917 y 1918 y hay que sumar el crack del 29.
"Todo es sangre o amor o latido o existencia, todo soy yo que siento cómo el mundo se calla y cómo así me duelen el sollozo o la tierra".
V. Aleixandre
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