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domingo, 17 de febrero de 2013

LA POESÍA ANDALUSÍ: LOS CANTOS DE AMOR



La poesía era el punto central de toda la vida intelectual de los andaluces. Durante seis siglos, por lo menos, fue cultivada con tal celo y por tan gran multitud de personas que el mero catálogo de los poetas arábigo-hispanos llenaría tomos en folio.

El don de improvisar era frecuentísimo, pues hasta el gañán que iba tras el arado hacía versos sobre cualquier asunto y también los califas y los príncipes más egregios nos han dejado algunas poesías como testimonio de su talento. Cualquier obra, que trata de los reyes grandes de Andalucía recoge también sus dotes poéticas.




La situación de las mujeres en España era más libre que en los otros pueblos mahometanos. En toda la cultura intelectual de su tiempo tomaban parte las mujeres y no es pequeño el número de aquellas que alcanzaron fama por sus trabajos científicos o disputando a los hombres la palma de la poesía. Tan alta civilización fue causa de que se les tributase en España una estimación que jamás el oriente musulmán les había tributado.





 Mientras que allí, con raras excepciones, el amor se funda sólo en la sensualidad, aquí arranca de una más profunda inclinación  de las almas y ennoblece las relaciones entre ambos sexos. A menudo el ingenio y el saber de una dama tenían poderoso atractivo para sus adoradores, como sus prendas y hechizos corporales, y una inclinación común a la poesía o a la música solía formar el lazo que ligaba dos corazones entre sí. Como testimonio de lo dicho, los cantos de amor de los árabes andalusíes manifiestan, en parte, una pasmosa profundidad de sentimientos. En los movimientos y voces del alma de estos cantares se halla una mezcla de blandos arrobos y de violentas pasiones.




Si examinamos ahora algunos cantos de amor de diversos autores, veremos la variedad de tonos que hay en ellos. Una idea que se repite a menudo en la poesía de aquella época es la de que dos amantes se ven mutuamente en sueños durante la ausencia, y así hallan algún consuelo en su aflicción.




Ibn Jafaja (1058-1138) canta:
Envuelta en el denso velo
de la tenebrosa noche,
vino en sueños a buscarme
la gacela de los bosques.

Vi el rubor que en sus mejillas
celeste púrpura pone,
besé sus negros cabellos,
que por la espalda descoge,
y el vino aromoso y puro
de nuestros dulces amores,
como en limpio, intacto cáliz,
bebí en sus labios entonces.

En perlas vertió el rocío,
que de las sedientas flores
el lindo seno entreabierto
ansiosamente recoge;
Rosas y jazmines daban
en pago ricos olores.
Mas para ti y para mí,
¡oh gacela de los montes!,
¿qué más rocío que el llanto
que de nuestros ojos corre?

El poeta Ibn Darray (958-1030) expresa el mismo pensamiento más sencillamente:
Si en los jardines que habita
me impiden ver a mi dueño,
en los jardines del sueño
nos daremos una cita.

Muchas de las poesías eróticas de los andalusíes son más bien la expresión inmediata del sentimiento, un ingenioso juego de palabras y una multitud de imágenes acumuladas por la fantasía y el entendimiento reflexivo. A esta clase pertenecen las composiciones que voy a citar.


José Cruz Herrera

Del poeta Ibn Baqi (m. 1145):
Cuando el manto de la noche
se extiende sobre la tierra,
del más oloroso vino
brindo una copa a mi bella.
Como talabarte cae
sobre mí su cabellera,
y como el guerrero toma
la limpia espada en la diestra,
enlazo yo su garganta,
que a la del cisne asemeja.
Pero al ver que ya reclina,
fatigada, la cabeza,
suavemente separo
el brazo con que me estrecha,
y pongo sobre mi pecho
su sien, para que allí duerma.
¡Ay! El corazón dichoso
me late con mucha fuerza.
¡Cuán intranquila almohada!
No podrá dormir en ella.

De Umayya Ibn Abu-as-Salt (m. 1064), A una bella escanciadora:
Más que el vino que escancia,
vierte rica fragancia
la bella escanciadora,
y más que el vino brilla en su tersa mejilla
el carmín de la aurora.
Pica, es dulce y agrada
más que el vino su beso
y el vino y su mirada
hacen perder el seso



[http://www.islamyal-andalus.esLas imágenes son de Google]

*.- Os invito a visitar mi nuevo blog sobre Al-Andalus, aún está en formación pero irá a más poco a poco, con la ayuda de todos. Gracias

http://delirioandalusi.blogspot.com.es/

sábado, 16 de febrero de 2013

LAS MUJERES QUE NO AMABAN A LOS HOMBRES: EL BIOCENTRISMO


"Nosotros, a diferencia de la sociedad blanca, no desperdiciamos gente. Cada persona tiene un don".  Joe Medicine Crow, indio Crow.

ASIA Y LA SOCIEDAD DE LA ORQUÍDEA DORADA.


Los primeros jesuitas que llegaron al Japón quedaron "escandalizados" al ver la liberalidad con la que se vivía la sexualidad, especialmente las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, tanto mujeres como hombres. Todavía hay quien se escandaliza con las"estampas de primavera" (shungas) en las que se visualizaban las relaciones sexuales con total naturalidad, incluidas las homosexuales.

En China, algunas creencias budistas habían fomentado una imagen positiva del lesbianismo. Creían que dos personas podían estar casadas en varias vidas sucesivas, por lo tanto, el amor lésbico indicaba que dos almas fueron pareja heterosexual en otra vida y que el destino volvió a unirlas. Ying Shao, prefecto de Taishan hacia el año 190, afirmó que se conocía como dui shi el acto que “relaciona a dos mujeres entre sí como marido y mujer”. En la mismísima corte imperial se realizaban casamientos grupales de lesbianas y existían una suerte de clubes exclusivos para mujeres denominados Asociaciones de la Orquídea Dorada.


En esa época, las mujeres eran tratadas como sirvientas, las familias organizaban los matrimonios y no podían ni heredar ni ser titulares de ninguna propiedad. Pero en Guangdong la industria de la seda aumentó de forma notable. A menudo se contrataba solo a personas del sexo femenino, permitiéndoles así no sólo tener sus propios ingresos, sino también relacionarse entre ellas. A medida que empezaron a tener independencia económica, aumentó la práctica de la resistencia al matrimonio tradicional y prosperaron las socias de la Orquídea Dorada. Además, en la provincia también eran poco frecuentes tanto la tradición de los pies vendados, como la del infanticidio femenino. A esta sociedad acudían mujeres que deseaban formar una familia con otra mujer,casándose con ella.


Una vez formada la familia podían adoptar fácilmente, pues a la asociación acudían huérfanos o niños abandonados con la esperanza de ser adoptados. Se les consideraba como hijos propios y eran amados y educados como tal. Estas sí podían heredar de sus madres, proyectándose así la independencia económica a otra generación. En caso de enfermedad o muerte de una de las integrantes de la pareja, las demás mujeres de la asociación cuidaban de la superviviente, de su descendencia en caso de tenerla y de sus parientes.


LAS SADHIN DE LA INDIA.




Hasta la llegada de la colonización británica las relaciones homosexuales eran conocidas, practicadas y, a veces, divinizadas en la India antigua, sin que sus pobladores tuvieran gran preocupación ni rechazo hacia ellas. Al igual que en Japón o Persia la influencia occidental llevó a muchos hindúes a avergonzarse de una práctica que los colonizadores encontraban repugnante, lo que ha llevado a una destrucción sistemática de los muchísimos ejemplos de prácticas homosexuales esculpidos en los templos o a la "heterosexualización" de algunas figuras.

Los antiguos mitos de origen del hinduismo presentan con frecuencia antepasados andróginos o hermafroditas.
El Rig Veda (texto religioso hindú) dice que antes de la creación en el mundo no había diferencias, incluidas las de sexo y género.


Entre los muchos tipos de variantes de sexo y género de varones y mujeres, el más visible y culturalmente institucionalizado es el de los hijras, que no son «ni hombres ni mujeres». Han nacido hombres y por medio de una transformación quirúrgica ritual se convierten en una tercera categoría sexo/género. Pero poco se habla de las Sadhin. Surgieron a fines del siglo XIX entre los gaddi, población de pastores que vive al pie del Himalaya.


Las sadhin renuncian al matrimonio y se comprometen a ser célibes de por vida. No llevan ropas de mujer, sino las ropas habituales de los hombres, y llevan el cabello corto. No se considera que haya cambiado el género, sino que lo ha transcendido, es asexual. El rol de sadhin se reconoce públicamente cuando la sadhin adopta ropas masculinas y se le rapa la cabeza. Pese a su apariencia masculina, la sadhin sigue siendo socialmente una mujer en muchos aspectos, y conserva su nombre de niña que le impusieron cuando era pequeña. Pueden desempeñar tareas masculinas productivas de las que las mujeres suelen quedar excluidas (arar, segar, criar ovejas, procesar lana). También desempeñan trabajos femeninos. En ocasión de ceremonias en las que participa un sólo género, las sadhins adultas pueden sentarse con los hombres y también fuman la pipa de agua y cigarrillos, que son comportamientos claramente masculinos (excepto en funerales).



A diferencia de los hijras, las sadhin no tienen especiales roles rituales o de actuación en la sociedad, ni se considera que tengan poderes sagrados especiales, aunque son una especie de ascetas por haber renunciado a la sexualidad. El rol de sadhin da respuesta a los problemas culturales de una sociedad en la que el matrimonio y la maternidad son los únicos ideales femeninos.
A finales del siglo XIX, antropólogos anotaron la existencia de un rol social similar en Madrás, el de los basivi.


Ver el artículo entero aquí:

viernes, 15 de febrero de 2013

EL MIEDO - ALEJANDRA PIZARNIK


No [poder] querer más vivir sin saber qué vive en lugar mío 
ni escribir si para herirme la vida toma formas tan extrañas.


Remedios Varo, Mimetismo


en el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.