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jueves, 2 de febrero de 2012

UNA RÁFAGA DE VIENTO


Cuando uno no sabe aún lo que es la vida,
¿cómo podría conocer lo que es la muerte?
Confucio







Justo ahí me encuentro, en esa delgada línea entre la vida y la muerte, esperando que llegue una ráfaga de viento que me haga oscilar y caer a un lado o al otro, solo necesito un pequeño soplo de aire porque estoy balanceándome en la delgada cuerda. 
Si alguien quisiera soplar lo agradecería mucho, me canso, estoy en una postura incómoda y dolorosa. Me abandono y espero.




DELIRIO DEL INCRÉDULO - MARÍA ZAMBRANO





Bajo la flor, la rama;
sobre la flor, la estrella;
bajo la estrella, el viento.
¿Y más allá?
Más allá, ¿no recuerdas? , sólo la nada.
La nada, óyelo bien, mi alma:
duérmete, aduérmete en la nada.
[Si pudiera, pero hundirme... ]
   Ceniza de aquel fuego, oquedad,
agua espesa y amarga:
el llanto hecho sudor;
la sangre que, en su huida, se lleva la palabra.
Y la carga vacía de un corazón sin marcha.
¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada.
Y que no lo recuerdes. [Era tu gloria.]
   Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha
en el soplo de tu aliento.
Mira en tu pupila misma dentro,
en ese fuego que te abrasa, luz y agua.
   Mas no puedo.
Ojos y oídos son ventanas.
Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada;
no llego hasta la nada.
.
Delirio del incrédulo, María Zambrano




[..] Asistida por mi alma antigua, por mi alma primera al fin recobrada, y por tanto tiempo perdida. Ella, la perdidiza, al fin volvió por mí. Y entonces comprendí que ella había sido la enamorada. Y yo había pasado por la vida tan sólo de paso, lejana de mí misma .Y de ella venían las palabras sin dueño que todos bebían sin dejarme apenas nada a cambio. Yo era la voz de esa antigua alma. Y ella, a medida que consumaba su amor, allá, donde yo no podía verla; me iba iniciando a través del dolor del abandono. Por eso nadie podía amarme mientras yo iba sabiendo del amor. Y yo misma tampoco amaba. Sólo una noche hasta el alba. Y allí quedé esperando. Me despertaba con la aurora, si es que había dormido. Y creía que ya había llegado, yo, ella, él... Salía el Sol y el día caía como una condena sobre mí. No, no todavía [..]

La llama. María Zambrano, 1989


DELMIRA AGUSTINI - LA SENSUALIDAD





Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.

Y hoy sueño que es vibrante y suave y riente y triste,
que todas las tinieblas y todo el iris viste,
que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,

sobre la vida toda su majestad levanta:
y el beso cae ardiendo a perfumar su planta
en una flor de fuego deshojada por dos....



DELMIRA AGUSTINI


Delmira Agustini 1886-1914, poeta uruguaya. Perteneció a una familia acomodada de padres inmigrantes italianos. Por sus venas corría sangre de razas diversas, ya que uno de sus abuelos era francés, otro era alemán y sus dos abuelas uruguayas. Todos ellos sobreprotegían, casi mimaban, su vocación poética (sin entenderla demasiado) con la que escandalizó a la burguesa sociedad rioplatense.


De inteligencia precoz, autodidacta - a los cinco años sabía leer y escribir correctamente, a los diez componía versos - realizó estudios de francés, música ( ejecutaba en el piano las partituras más difíciles) y pintura con maestros privados y por su cuenta, y envió tempranas colaboraciones en prosa a la revista La Alborada que se publicaba por entonces en la capital de su país.


Su poesía es considerada como una de las más alta sensualidad y sexualidad de la literatura de habla hispana de su época.


El 14 de Agosto de 1913 se casó con Enrique Job Reyes

Antes de cumplirse mes y medio de celebrada la boda, abandona con precipitación al ahora marido, se refugia de nuevo en casa de la madre "huyendo de tanta vulgaridad", explica Delmira. 

Pidió la separación por agravios graves, recibiendo amenazas de su marido, éste la insultaba, diciéndole: chusma, idiota, y otras palabras.


El 5 de junio de 1914, el ahora ex-marido , citándola para una entrevista, da muerte a Delmira, de dos balazos en la cabeza (o según otros a puñaladas). Tenía 28 años.