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martes, 27 de diciembre de 2011

MADRID EN INVIERNO, VIVALDI Y JORGE TEILLIER


Madrid en invierno, Palacio de Oriente


El invierno trae caballos blancos que resbalan en la helada.
Han encendido fuego para defender los huertos
de la bruja blanca de la helada.
Entre la blanca humareda se agita el cuidador.
El perro entumecido amenaza desde su caseta al témpano flotante de la luna.
Esta noche al niño se le perdonará que duerma tarde.
En la casa los padres están de fiesta.
Pero él abre las ventanas
para ver a los enmascarados jinetes
que lo esperan en el bosque
y sabe que su destino
será amar el olor humilde de los senderos nocturnos.
El invierno trae aguardiente para el maquinista y el fogonero.
Una estrella perdida tambalea como baliza.
Cantos de soldados ebrios
que vuelven tarde a sus cuarteles.
En la casa ha empezado la fiesta.
Pero el niño sabe que la fiesta está en otra parte,
y mira por la ventana buscando a los desconocidos
que pasará toda la vida tratando de encontrar.

Jorge Teillier(Chile)



Invierno - 1º - Allegro, non molto, VIVALDI




lunes, 26 de diciembre de 2011

COCIDO ANDALUZ con su pringá



INGREDIENTES:
(4 personas)

1/2 kg de garbanzos
1 ó 2 patatas (dependiendo del tamaño)
1 zanahoria
1 trozo de calabaza
1 cebolla
1 cuarto trasero de pollo
1 trozo de carne de ternera
1 buen trozo de tocino
1 trozo de tocino añejo
agua.


LA PRINGÁ

PREPARACION:


   Los ingredientes básicos del cocido andaluz son el garbanzo, la patata, el tocino, el añejo, la carne (al gusto puede utilizarse pollo, ternera, cerdo... En esta ocasión he utilizado pollo y ternera) y la verdura (generalmente se emplea del tiempo: acelga, calabaza, haba...). Es por lo tanto un plato completo pues combina  proteinas, vitaminas, grasas e hidratos de carbono que nos proporcionara el acompañamiento del pan.

   Dejaremos los garbanzos en remojo la noche anterior.
   Llenamos, apoximadamente hasta la mitad, de agua la olla exprés y la ponemos a fuego mediano. Añadimos los garbanzos después de haber tirado el agua del remojo, la zanahoria troceada, la patata troceada cascandola,  la cebolla muy bien picadita, las carnes y la calabaza troceada. Y para finalizar, antes de añadir el añejo y el tocino los desalaremos bajo el grifo para evitar que nuestro cocido nos salga salado debido a un exceso de la sal que se utiliza para conservar estos ingredientes. Si es necesario añadiremos más agua hasta cubrir los ingredientes. Dejaremos la olla destapada hasta que comience a hervir. Entonces despumaremos y cerraremos la olla. El tiempo de cocción variara de una olla a otra, por lo que seguiremos las instrucciones del fabricante en lo que respecta a tiempos.
   Finalizada la cocción probamos de sal. Si fuese necesario añadir agua lo haremos con agua caliente.

   A la hora de servir desechamos el añejo. En un plato grande, o mejor en una fuente colocamos la pringá (carne y tocino) para que cada comensal, después de haber dado buena cuenta del cocido, se sirva a su gusto.


Publicado por "er mundo de manué"

Y aquí os dejo su buenísimo blog:

http://ermundodemanue.blogspot.com

JOHNNY CASH ... todo está bien


DON'T THINK TWICE, IT'S ALL RIGHT (traducida)  Johnny Cash


De nada sirve sentarse
y preguntarse porqué, nena,
además no importa,
y de nada sirve sentarse
y preguntarse porqué, nena,
incluso si no lo has hecho nunca;
cuando el gallo cante al despuntar el alba
mira por la ventana, y me habré ido,
tú eres la razón de que siga mi viaje,
pero no lo pienses dos veces, está bien.

Y de nada sirve que enciendas tu luz, nena,
esa luz que nunca conocí,
y de nada sirve que enciendas tu luz, nena,
estoy en el lado oscuro del camino;
pero deseo que hubiera algo
que dijeras o hicieras
para intentar que cambiara de idea y me quedara,
de todas formas nunca hablamos demasiado,
pero no lo pienses dos veces, está bien

Así que de nada sirve
que grites mi nombre, nena,
como nunca antes lo hiciste,
de nada sirve que grites mi nombre, nena
no puedo oírte más;
voy pensando y preguntándome
carretera abajo,
que una vez amé a una mujer,
una niña me dijeron,
yo le di mi corazón, pero ella quería mi alma,
pero no lo pienses dos veces, está bien.


Estoy caminando camino abajo, solo, nena,
a dónde me dirijo, no puedo decirlo,
pero adiós es una palabra demasiado buena,
así que sólo diré que te vaya bien;
no estoy diciendo que me trataras mal
podías haberlo hecho mejor, pero no me importa,
digamos que malgastaste mi precioso tiempo,
pero no lo pienses dos veces, está bien.



CARTA A SIMONE DE BEAUVOIR, DE UNA MUJER CON TURBANTE ...




Texto publicado el pasado 12 de marzo,
bajo el cielo protector de Cartas en la Noche. Carlos Morales

Giraste la cabeza para mirarme así. Y fui un naipe marcado. No me encerraba en el baño a anestesiarme con el adorable canto con arpa de la Sirenita imaginada por Andersen o las previsibles peripecias de una Cenicienta rescatada del barro por los zapatos sin ruta confeccionados por Perrault (un par de proto-Blahniks que jamás calzaría una operaria o una pantera). Me acompañaba La Invitada.

En ese baño convertido en templo ninguna mujer era salvada por un hombre. Las mujeres se salvaban solas y decidían exiliarse de la maternidad, extenuar los verbos en un café-bunker y tomar partido. Hacía equilibrio sobre el bidet para alcanzar a mirarme en el espejo, con unos viejos retazos de cortinas de tul devenidos turbante de guerrera en Montparnasse. Las ficciones temblaban, a la Sirenita la ahorcaban las cuerdas cándidas del arpa y Cenicienta se partía la boca contra el piso al pretender caminar con tacos. Un final ejemplar para un par de babiecas. ¿Por qué me miraste así, Simone?. Tu vocación sísmica clausuró la edad de la inocencia y colgó de un clavo oxidado mis juguetes.


Me amordazaron en las clases de catequesis, por difundir el embarazo de la Virgen por causas y goces naturales y trepanarle los sesos a la catequista para que hiciera de María una amante insumisa, sublevada contra el martirio impuesto por las jerarquías patriarcales. Te anudabas el pelo con pañuelos de escándalo. Courbet se equivocó. El origen del mundo no es el útero sino la cabeza. El rictus de una boca que no cede, ojos como estiletes encendidos en la gruta y la determinación de ser obra en perpetua construcción, mordiendo los barrotes de la jaula.


Nunca están dadas las condiciones. Papá se declara en bancarrota y mamá nos quiere docentes y decentes. La lucha en el hipotálamo puede graduar su intensidad pero no ahorra las obsesiones, el terror y el insomnio. En París suena el jazz, las vanguardias pulverizan la forma establecida de mirar y el Titanic no imagina el bloque mortífero de hielo. Pero el combate se libra entre las sienes y el París de tu casa y de tu cama puede temblar antes de que lo pise la bota nazi. ¿Cuántas veces te escondiste a llorar en el baño, Simone? ¿Cuántos años se tarda en nacer, cuando nacer significa hacerse e independizar la lengua, sin impostar la propia voz ni lamer las ajenas?


Mi infatigable Castor, inmersa en la aventura estremecedora de pensar junto a un hombre feo como un sapo que jamás sería príncipe, sin ser absorbida por su pensamiento ni convertirse en su florero, su trofeo o su anexo. Siguiendo la ley de tus propios pactos y abriéndole tu segundo sexo a un chico musculoso de Chicago, al que le escribiste cartas de amor ridículas, como todas las cartas de amor. Estados Unidos te electrizaba la piel que no mostrabas en la sesuda Europa de Jean Paul. Confesá, Simone, confesá. Te quiero aunque escribieras públicamente tu Lado A como una reina indómita y, en secreto, tu Lado B suplicando mimitos. ¿Quién renunciaría a que lo cuiden salvajemente?





Pobres las que cayeron en tus redes de entomóloga. Supiste ser malísima y complotar con el sapo la prolija destrucción de corazones, rendidos ante un tándem explosivo de cerebros. Mi amazona ofídica, con un puñal envuelto en el pañuelo. Fuiste todo mezclado, refulgente y revuelto.

Te encantará saber que, aunque persistan en expulsarlas del catecismo y la academia, las chicas no bajan la guardia y son las únicas que sacuden la historia tras la toma del Palacio de Invierno, montadas (aunque no lo sepan) en la turbulencia incandescente de tu estela. Tu turbante es la contraseña de las que empujan los límites.

Dejo sobre la tumba inquieta del Castor y su sapito nudos de tul de las cortinas rasgadas de la infancia, con las que todavía vendo, blindo y asomo mi cabeza al estrépito formidable del mundo. Intentando mantener y simultáneamente romper el equilibrio, para no avergonzarme ante el espejo que jamás perdona.


Liberado por PÁJARO DE CHINA, cuyo blog es sublime:

Sacado del maravilloso blog